Por qué y cuánto va a crecer la economía en 2025
Varios factores ofrecen señales de que la actividad tendrá una expansión el próximo año; falta saber cuál será la magnitud y si se sentirá en el bolsillo del votante.
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Existe un amplio consenso respecto de que la economía argentina se va a expandir en 2025. Esto parecería normal después de un año de contracción de la actividad, pero no necesariamente tiene que ser así. Nuestra economía, por ejemplo, cayó cuatro años seguidos entre 1999 y 2002.
Ahora, en cambio, todos los pronósticos apuntan a una expansión el año que viene, luego de una caída de entre 3,5% y 4,0% en 2024. Los pronósticos para 2025 van desde 3,5% para el consenso de economistas según la encuesta del Banco Central, hasta 5% para el usualmente más conservador Fondo Monetario Internacional (FMI). Dejando de lado el salto pos-pandemia de 2021, si se materializan estos pronósticos, 2025 se convertirá en el año de mayor crecimiento de la economía argentina desde 2011.
¿Qué factores llevarán a este rebote? En primer lugar, la recuperación de la actividad ya comenzó en la segunda mitad de 2024. Luego de una caída de actividad brutal, de casi 7% entre agosto de 2023 y abril de 2024, la economía comenzó a estabilizarse en el segundo trimestre, en parte por el excepcional desempeño del agro, cuyo PBI se expandió un 81% interanual, en promedio, entre abril y junio. Desde julio la economía comenzó a expandirse, con un fuerte crecimiento ese mes y uno muy moderado en agosto. Los indicadores parciales de actividad sugieren que la economía habría seguido creciendo en septiembre.
Poco a poco, la economía se expande, de manera muy disímil en cuanto a sectores y geografías. Es probable entonces que el nivel de actividad de diciembre sea alrededor de 3% más alto que el de junio, y que el del cuarto trimestre sea de cerca de 1% superior al promedio del nivel de actividad de todo 2024. Esto deja lo que los economistas llamamos un “arrastre estadístico” positivo para 2025. Ocurre porque el PBI del año es un promedio del PBI de todos los trimestres. Si el nivel de actividad de 2025 se plantara en el mismo nivel del cuatro trimestre de este año, el frío número de crecimiento de 2025 estaría cerca del 1%, aunque la población no lo note.
“La economía se expande de manera muy disímil y es probable que el nivel de actividad de diciembre sea 3% más alto que el de junio”
Un segundo efecto que beneficiará al número de crecimiento de 2025 es el de manejo de inventarios de las empresas. En el segundo semestre de 2023 las empresas y comercios aumentaron sus inventarios de partes y bienes finales. Ante la incertidumbre respecto a la tasa de inflación y de devaluación, lo más conveniente era para ellas resguardar valor teniendo bienes, antes que vendiéndolos a cambio de pesos, que se derretían como un helado.
Una vez pasada la mayor incertidumbre, con un tipo de cambio estable e inflación declinante, comenzaron a desacumularlos este año. Pero esto quiere decir que, dado un nivel de demanda, la producción necesaria para abastecerla fue menor de lo normal en 2024. Si bien no está claro si el proceso de des acumulación terminó, lo cierto es que es más probable que en 2025 la demanda tenga que ser abastecida con producción local o importaciones, y no con bienes en stock. Esto tendrá un impacto positivo en el número de crecimiento del PBI de 2025.
Y habrá otros factores que impulsarán la demanda, tanto de origen interno como externo. El primero es que el impulso fiscal se revertirá fuertemente de 2024 a 2025. Este año, los sectores públicos de Nación y provincias hicieron un ajuste de gasto primario (sin intereses), conjunto, de más de 5 puntos del PBI, pasando de 35,3% del PBI al 30,2%, según el último Regional Economic Outlook del FMI. De ese ajuste, cerca de cuatro puntos porcentuales correspondieron al sector público nacional. En 2025, en cambio, el gasto público consolidado se expandirá levemente, hasta 30,9% del PBI.
Dado que el gasto primario nacional subirá muy levemente, de 15,1% del PBI en 2024 a 15,2% en 2025, según el presupuesto, el resto de la expansión del gasto vendrá a cuenta de las provincias. Esto implicará que, de recortar fuertemente salarios, jubilaciones y obra pública en términos reales este año, veremos una leve expansión en 2025, estimulando algo la demanda.
Otro de los fenómenos que impulsará el PBI en 2025 es el de Vaca Muerta. Podemos verlo como un shock de oferta, pero también como un aumento de demanda externa por nuestra producción petrolera, dado que todo el petróleo adicional producido será exportado. Hoy se exportan unos 200.000 barriles de petróleo por día.
Como bien explicó la periodista de la nacion Sofía Diamante en X, en marzo de 2025 se terminará la obra de expansión del oleoducto que une Vaca Muerta con Bahía Blanca (Oldelval), aumentando la capacidad de exportación de 300.000 a 530.000 barriles por día. Supongamos que la exportación se duplica a 400.000 barriles por día en 2025: ello implicaría un aumento de producción de petróleo de casi 30% con respecto a la producción actual, y exportaciones extra por cerca de US$5000 millones. Dicha producción extra requiere fuertes inyecciones de capital, y un aumento de la demanda directa e indirecta muy importante para la región y las industrias asociadas.
“Hay varios factores que indican que en 2025 habrá una expansión; resta saber de cuánto será y si se sentirá en el bolsillo del votante”
La inversión probablemente se reactive de manera tenue en otros sectores también, en parte por el RIGI. En general, las inversiones asociadas al RIGI son intensivas en capital y no demandan tanto trabajo, por lo que el efecto inmediato en el empleo quizás sea limitado. La construcción residencial probablemente se recupere de forma muy lenta, a medida que el crédito impulse la demanda y permita compensar los altos costos de construir medidos en dólares.
Es decir, hay varios factores que señalan que la economía se va a expandir en 2025. Resta saber en cuanto se expandirá, y si eso se sentirá en el bolsillo del votante. Es decir, resta saber si el consumo se recuperará poco o mucho.
La venta de bienes de consumo masivo está muy débil todavía. En contraste, en meses recientes el consumo de bienes durables como autos y electrodomésticos recibió un impulso importante. Esto es típico de las estabilizaciones basadas en un ancla cambiaria, como fue el caso de la convertibilidad. El fuerte crecimiento del crédito bancario contribuyó al proceso. Entre mayo y octubre, los créditos al sector privado en pesos crecieron 10 puntos porcentuales por encima de la inflación, en promedio mensual.
Para financiar dicha expansión, los bancos redujeron fuertemente su exposición a bonos del gobierno y del Banco Central. Es la otra cara de la moneda del fuerte ajuste fiscal y de limpieza del balance del Banco Central que implementó el gobierno. Este proceso, sin embargo, está cerca de haber llegado a su fin. La liquidez de los bancos (caja, depósitos en el Banco Central y bonos como LeFi o Lecaps) ya llegó a niveles similares a los que tenía antes del inicio de la crisis en 2018. Es decir, en adelante, los bancos necesitan expandir la base de depósitos para hacer crecer el crédito.
“Al persistir un tipo de cambio sobrevaluado, una creciente parte de la demanda de bienes y servicios se irá a las importaciones”
La estrategia monetaria y cambiaria que implemente el Gobierno jugará un rol importante. El levantamiento del cepo permitiría un aumento mucho más fuerte del ingreso de capitales, incluyendo financiamiento con deuda e inversión. Esto permitiría dinamizar fuertemente la inversión y el crédito, permitiendo una expansión más generalizada de la economía.
El mantenimiento del cepo hasta las elecciones de octubre de 2025, que luce bastante probable a la luz del poco avance en las negociaciones con el FMI, podría ralentizar este proceso. El Gobierno parece apostar a que no será así: aparte del RIGI y de Vaca Muerta, al haber convencido al mercado de que la política cambiaria no se modificará, este vendería dólares para colocarlos en pesos (carry trade), haciendo subir las reservas y los depósitos en pesos. Algo de esto vimos en octubre, con compras del Banco Central por US$1608 millones en el mercado, tras cuatro meses de ventas o de escasas compras.
Parte de este fenómeno se debe a las fuertes ventas de granos, que con US$2253 millones fueron récord para un octubre desde 2002; parte, a la dilatación de pagos de importaciones a la espera de la reducción del impuesto PAIS en enero, pero parte al carry trade. Empresas locales toman créditos en dólares, aprovechando la suba de depósitos generada por un exitoso blanqueo, y las regulaciones obligan a cambiar esos dólares en pesos, haciendo crecer los depósitos en moneda local.
El experimento puede funcionar, pero corre un par de riesgos. El primero es que descansar en ingresos de capitales, que son volátiles, se puede volver un arma de doble filo a medida que se acerquen las elecciones. El segundo es que, al persistir con un tipo de cambio sobrevaluado, una creciente parte de la demanda de bienes y servicios se irá a importaciones, presionando aún más las reservas. Van un par de ejemplos. La salida de turistas al extranjero sube al 40% interanual y este verano quizás se convierta en récord histórico. La venta de automóviles se está expandiendo cerca del 30% interanual, pero la producción local sigue contrayéndose. Como resultado, las importaciones de bienes y servicios se están expandiendo mes a mes, generando menos impacto en el crecimiento del PBI y del empleo local.
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