Por qué las empresas argentinas que exportan servicios miran a Polonia
Es un país similar a la Argentina en PBI, población y cantidad de egresados, pero exporta cinco veces más
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A las empresas prestadoras de servicios basados en el conocimiento les va bien y no necesitan ayuda del Gobierno. Pero igual tienen un problema que surge de compararse con otros países con indicadores similares a la Argentina que exportan mucho más gracias a una mayor estabilidad macroeconómica y a que están insertos en el mundo. Así lo asegura el presidente de Argencon, Sebastián Mocorrea, en una entrevista con LA NACION.
En este sentido, adelantó que desde la entidad están trabajando en un plan para el sector de la economía del conocimiento que le acercarían al Ejecutivo y que incluye, entre otros puntos, el tema de la educación y la falta de talentos.
-En el último informe Argenconomics se vio una leve recuperación de las exportaciones de servicios, pero un estancamiento si se mira la serie larga, lo que adjudicaron a una fuga de las exportaciones del canal formal. ¿Cómo sigue esta situación?
-Llegamos a un fin de año que, en ese sentido, tiene sabor a poco. Si uno se fija las exportaciones de la economía del conocimiento están estancadas desde hace 10 años alrededor de los US$6000 millones. Hace unos meses el anualizado daba US$5700, pero aterrizará el año en torno a los US$6000 millones. Pero, si vas al 2010, era lo que exportábamos entonces. Y si vas a la participación argentina en las exportaciones mundiales de servicios del conocimiento –que son un 11% de todas las exportaciones del mundo- la Argentina en 10 años cayó a la mitad: de 0,44 a 0,25. Esto es porque el mundo creció y nosotros obviamente nos quedamos estancados. Entonces terminamos con sabor a poco y frustración, porque la oportunidad es enorme. Es un sector en que nos va bien, pero podríamos ser una plataforma de despegue y no lo estamos siendo ¿Por qué no? Porque no estamos aprovechando la oportunidad que nos da el mundo. El mundo es el que va a salvar a la Argentina. Es de donde pueden provenir dólares y empleo y el principal problema es la brecha cambiaria. Tenemos dos graves problemas: uno es la brecha cambiaria y el otro la cancha un poco inclinada respecto de nuestros competidores en el mundo. Llámalo costo argentino, costo laboral o costo impositivo.
-¿Cómo impacta la brecha cambiara en la fuga de talentos?
-Vos ahí lo que tenés es que parte del trabajo es ‘blue digital’ o sea que no lo ves y hay otro que se hace directamente afuera, hay gente que se va y yo a veces me pregunto si los unicornios que son emblemáticos de la Argentina desde hace 10, 15 años si fueran a fundarse hoy lo harían en la Argentina. Va a seguir habiendo unicornios de argentinos, lo que no sé es si los van a hacer desde Argentina, entonces la brecha cambiaria es un grave problema. La verdad es que es un problema gigantesco, porque si yo te pongo arriba del escritorio un billete de 100 pesos y uno de un dólar, ¿cuál agarras?
-Pero ahí no puede entrar en juego la elección personal entre un trabajo en blanco y uno en negro…
-El trabajo ‘blue digital’ no implica que no se inserten en organizaciones. Algunos son freelancers, pero otros están trabajando dentro de otras estructuras, entonces no es que saltan al vacío y obviamente la diferencia por la brecha cambiaria y el costo argentino es enorme respecto a lo que pueden recibir. Esas empresas que los contratan pagan impuestos, en otro lugar, se entiende. El problema es nuestro. No hay países como nosotros. La Argentina tiene una conexión técnica y profesional espectacular con el mundo. La oportunidad está, pero económicamente nuestra conexión es muy precaria. ¿Cuánto fue la inflación de Bolivia? Porque todo el mundo habla de Uruguay, Chile, pero la inflación de Bolivia anualizada a noviembre fue del 1%. Fijate Brasil, o Paraguay, para no hablar de Estados Unidos o Europa. El problema es la brecha cambiaria, la desconexión que tenemos con el mundo. Si te fijás hoy cuál es el pulmotor de la Argentina, que mantiene la línea vital de los dólares, es el sector agropecuario, el sector del conocimiento y no mucho más. Ahora eso debería pasar de ser un pulmotor a una plataforma de despegue donde esté el agro, el conocimiento y el día de mañana lo que puedan aportar las exportaciones de energía. Ese es el problema y la comparación es lo que nos obsesiona.
-¿Qué países toman como ejemplo más allá de los mencionados?
-A nosotros nos va bien, no necesitamos ayuda, entonces, ¿cuál es el problema? El problema es que Polonia tiene más o menos la misma cantidad de egresados universitarios, tiene 38 millones de habitantes, un PBI un poquito más alto que nosotros y ellos exportan US$30.000 millones, cinco veces más que nosotros. Es más, creo que es lo que exportamos de soja. Entonces, ¿eso es posible para la Argentina? Absolutamente. Y ¿Cuál es el problema? Tenemos que reconectar con el mundo. Es ahí donde, por ejemplo, el acuerdo con el Fondo Monetario es clave, porque tiene que ver con esa reinserción de la Argentina al mundo. La Argentina lamentablemente está en una situación de deuda que no puede afrontar y su única manera de empezar a reconectar con el mundo es lograr un acuerdo con el Fondo.
-¿Cuáles son las discusiones que tienen o que quisieran tener con el Gobierno?
-Vamos por el lado de lo positivo. Lo primero positivo como balance es que hay una visión compartida del potencial de lo que es la economía del conocimiento con casi todo el espectro. Algunos con mayor dedicación, otros lo entienden menos, pero es compartido. Hay un gran trabajo público-privado, sobre todo con las áreas técnicas del Ministerio de Desarrollo Productivo y con todas las otras asociaciones. Argencon es transversal: tenemos farmacéuticas, hasta Viacom, hasta software o empresas que liquidan impuestos, entonces todas las cámaras de esos sectores venimos trabajando y eso es una cosa positiva. Otra es que se haya suspendido el derecho de exportación del 5%. Eso era muy malo, pero claro es positivo como cuando alguien te está clavando un cuchillo y te lo deja de clavar. Es un derecho que no existe en ningún país del mundo, entonces está perfecto que lo saquen, pero recién estamos empezando a nivelar un poco la cancha.
-¿Qué opina de la ley que regula al sector?
-Creo que también es positiva la implementación de la ley de Economía del Conocimiento, sobre todo para el sector del software. Eso se traduce en no tener una presión fiscal tan distinta de la de nuestros competidores que nos deje fuera de la cancha. Y ahí la ley de economía del conocimiento es un vector importante, pero para exportación de servicios profesionales -que son un 60% de las exportaciones de conocimiento- el bono que se hizo contra las cargas patronales para utilizar fiscalmente es intransferible y eso en la práctica quiere decir que no es utilizable. Es algo que venimos conversando con las áreas técnicas, que venimos planteando en el Congreso y en el Ministerio de Economía, porque todas estas cosas tienen implicancias económicas. Así que, desde el punto de vista positivo, hay una visión que, en general, es compartida y hay una colaboración público-privada importante. Lo que necesitamos es tener un break through para estar del otro lado, para normalizar la economía un poco.
-¿Hay algo más que se esté conversando en el marco de la ley de Economía del Conocimiento? ¿Cuántas empresas se han inscripto?
-La implementación de la ley ha funcionado muy bien, sobre todo respecto del cluster del software y te diría que por ahí en servicios profesionales está a la espera del tema este del bono. También había algunos temas de precisión que se están trabajando sobre el requisito de capacitación. Diría que hoy es una herramienta súper valida. Cuando venció la Ley de Software quedó un agujero, así que ese puente se ha hecho y es mucho el trabajo de recibir las aplicaciones. Ya hay más de 500 empresas inscriptas. Así que, desde ese punto, de vista es positivo.
-¿Y cómo está hoy el tema del número de egresados que era un problema para los sectores? ¿Cómo incide la demanda también desde el exterior?
-Te divido la pregunta en dos. En el mundo del software, que es el 30% de las exportaciones, tenemos un problema grave de flujo y stock de talento. La demanda de la economía de conocimiento en el mundo es infinita. Entonces nuestros problemas son conectar con el mundo y tener el talento disponible. Si no tuviéramos nuestros problemas y nuestra presión fiscal fuera comparable a la del mundo, si tuviéramos una inflación normal y no hubiera brecha cambiaria, de todo lo que estaríamos hablando sería de talento. En el área técnica de software hay un faltante. Hay búsquedas abiertas en forma permanente desde la base de la pirámide hasta las carreras de STEM o ingeniería. Ahí hay un montón de medidas, consciencia federal y mucha preocupación en apuntalar esto. Uno lo que se plantea es si no se podría hacer un gran plan que integrara todo.
-¿Cuál es el otro aspecto?
-El segundo gran tema es el inglés. Cuando hablamos de servicios profesionales, hablamos de administradores, contadores, gestión de compras, recursos humanos, hasta abogados que trabajan para el exterior y ahí lo que se necesita es inglés. La Argentina es el país mejor posicionado de América Latina en inglés, pero tenemos mucho para avanzar. Las dos turbinas que necesita la Argentina es una formación masiva digital de todo el mundo desde los colegios y una formación bilingüe. Imaginate si fuéramos como la India a nuestra escala. Cada vez que hablamos pensá en los US$30.000 millones de los polacos, que no son la India. Multiplicar por cinco. Ese tiene que ser el objetivo.
-Hablaba de la necesidad de un programa que integrara todas las medidas destinadas al sector. ¿Cómo sería?
-Hay un montón de medidas y programas para formar programadores en los que se da la computadora, becas. Todo eso es muy bueno, pero muy gradual. Sería buenísimo que la Argentina tuviera una política de shock en la economía del conocimiento como en la macroeconomía para normalizar al país con respecto al resto del mundo. Nosotros creemos que hay una ventana de oportunidad para pensar planes, medidas e iniciativas, y, de hecho, lo estamos hablando con las empresas socias y discutiendo con los especialistas. Estamos trabajando en una planificación de la economía del conocimiento en todos los aspectos y obviamente el talento y lo educativo es esencial. Pensamos tomarnos parte del año que viene para tener algo que sea un aporte nuestro.
-La Cámara Fintech solicitó hace poco formar parte de la economía del conocimiento. ¿Qué opina?
-Tenemos muy buena relación y una línea de diálogo con ellos. La economía del conocimiento es la posibilidad que te da la digitalización e internet. Esas dos variables juntas de forma intensiva sobre cualquier actividad son las que producen un salto cualitativo. Y, en ese sentido, la actividad financiera es parte. Nosotros tenemos algún banco socio, pero más encarado desde los servicios profesionales, porque algunos tienen grandes centros para el mundo, pero estamos pensando en ampliar a otros clusters la transversalidad de Argencon. Y, de hecho, en este plan transversal de economía del conocimiento que estamos analizando y por el que ya hemos tenido varias reuniones intensivas, está la idea es convocar a todas las cámaras: la Cámara de Biotecnología, obviamente la Cessi y, sin dudas, a la Cámara Fintech.
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