Mientras cada vez más clientes vuelven a las tiendas físicas, muchos intérpretes de Santa Claus han decidido no trabajar por temor al covid
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Son las siete de la noche y Santa Claus está buscando en los bolsillos de su gran chaqueta roja las llaves de la casa que alquila en Miami para pasar la temporada navideña. Luce más delgado de lo que se lo ve en las películas, pero sin duda es Santa: lo delata su inconfundible barba blanca, unas inmensas botas de cuero y un gran abrigo escarlata.
Pocos segundos después, una minivan color ocre aparca frente a la casa y bajan dos más: como si fuera el inicio de una broma, ahora son tres los Papá Noel que intentan abrir la puerta de una casa.
Sus nombres verdaderos son Leon McBride, Lee Andrews y Rick Hyman. Estos tres amigos viajan cada año más de 10 horas hasta esta ciudad del estado de Florida desde sus hogares en Georgia y Virginia para interpretar al personaje más icónico de la Navidad en centros comerciales y eventos.
Y ahora lo hacen en un buen momento: con un aumento exponencial en el número de estadounidenses vacunados contra la covid-19, los clientes prefieren volver a las tiendas físicas en vez de buscar regalos online, lo cual inmediatamente se traduce en una mayor demanda de Santas alrededor del país.
Pero, a pesar de que la emergencia de salud ha mejorado respecto de 2020, no todos los Santas se sienten tan tranquilos como Rick, Leon y Lee de trabajar durante una pandemia. Y esto, según algunos conocedores de la industria, está generando una escasez de Santas en EE.UU.
El origen de la escasez
En 2020, la pandemia tuvo un efecto particular en la comunidad de intérpretes de Santa Claus: debido a las características típicas del personaje y cómo están relacionadas con la covid-19 (generalmente San Nicolás es un hombre mayor de 65 años con sobrepeso, dos factores de alto riesgo) muchos han decidido no trabajar esta Navidad.
“De hecho”, explicó a BBC Mundo Mitch Allen, creador de la compañía HireSanta.com (Contrata a Santa), “hemos perdido más de 335 Santas solo en 2021 debido a covid y otros factores, y perdimos incluso más el año pasado”.
Para Tim Connaghan, quien tiene el título honorario del “Santa Nacional” debido a su trabajo en desfiles y campañas nacionales y quien desarrolla la encuesta anual “Traje Rojo”, los riesgos de salud que representa la pandemia han hecho que la disponibilidad de Santas sea mucho más baja este año.
“Tenemos muchas familias que están muy cautelosas [con el covid] y muchos Papá Noel cautelosos también [...] En mi encuesta, 18% de los Santas dijeron que no iban a trabajar este año”, le explicó Connaghan a BBC Mundo. “Pero el 30% dijo que trabajaría a través de servicios de videoconferencia, como Zoom”, agregó.
Papá Noel virtual
Rick Hyman, uno de los tres Santas que trabajan en Miami durante la temporada de Navidad, duda de que haya una escasez de intérpretes. Para él, el tema es más un cambio que se está dando en el negocio. “Yo no creo que haya una escasez de Santas. Creo que la mayoría descubrió el mundo virtual y se ha volcado a esos servicios porque les gusta más así,” dice Hyman.
Allen concuerda con que la demanda de servicios de videollamada con los Santas se incrementó, especialmente durante 2020, aunque dice que este año la gente está buscando una experiencia “más tradicional”. “El número de visitas virtuales en nuestra plataforma ha bajado dramáticamente. El año pasado se disparó [...] pero este año ha bajado, porque la gente está cansada de FaceTime y Zoom”, cuenta Allen.
Y para Santas más tradicionales, como Hyman, las visitas a los hogares y tener contacto directo con los niños sigue siendo vital: “Nosotros seguimos queriendo conocer a los niños, los queremos en las rodillas [...] porque cuando un niño te mira a los ojos, te mira directamente al alma.”
Un negocio de alto costo, pero lucrativo
Lee Andrews es el menor de los tres Santas que alquilan la casa en Miami este fin de año. Con apenas 30 años, Lee le contó a BBC Mundo que, aunque el negocio de los Santas puede llegar a ser “muy lucrativo”, también requiere de una gran inversión. “Es caro hacer lo que hacemos”, dice Lee, mientras muestra las botas de cuero de su disfraz. “Solo las botas hechas a medida cuestan US$1000″.
Rick Hyman, de 75 años, es otro de los Santas que viajó a Miami. Empezó su carrera en una fiesta familiar hace 20 años con un disfraz barato que compró en una tienda por departamentos por US$50 dólares. Hoy dice que su inversión se ha incrementado exponencialmente. “Si vas a invertir miles de dólares en vestido y cosas así, te puedo garantizar que estás administrando un negocio”, explica Rick.
Lee agrega: “Tenemos amigos que pueden hacer más de US$100.000 en un mes y medio siendo Santa. Realmente depende de tu mentalidad y qué tanto quieres trabajar”. “Depende de la mentalidad con la que lo veas: en términos de Santas, probablemente solo el 35% o 40% lo ve como un negocio”, cuenta Lee.
Un Santa tradicional
Leon McBride, de 78 años, lleva 15 años viajando al sur de la Florida en la temporada de Navidad para interpretar a Santa Claus. Con 40 años en el entretenimiento, incluyendo una larga carrera como payaso del circo de los Hermanos Ringling, es el de más experiencia de los tres. Y dice que, a pesar de la tecnología, hay elementos de su trabajo que no se pueden hacer sino de la manera tradicional, es decir, hablando con los niños directamente.
“Ellos se quieren acercar a ti y contarte lo que les ocurre [...] Y a veces nos preguntan cosas que no podemos responderles, como si tú dices ‘qué quieres de Navidad’ y te dicen ‘quiero que vuelva mi papá porque murió’”.
“Una de las cosas que me he dado cuenta que le gusta a los niños es que los escuches. Sentarse, que te miren a la cara y hablar. Y cuando se dan cuenta de que estás prestando atención de verdad, ahí es cuando se destapan”, cuenta McBride.
Por eso emprende todos los años su travesía hasta Miami. Dice que la gente en el sur de la Florida es más amable y esto le permite hacer su trabajo mejor. En este punto concuerda Lee, quien visita Miami por primera vez para interpretar a San Nicolás. “Así lo hagas [interpretar a Santa] como un negocio o como caridad, hay que hacerlo al máximo de tus capacidades, porque cuando hay un mal Santa, todos quedamos mal”, cuenta Lee.
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