Frutas y verduras. Qué hay detrás de la suba de precios y el menor abastecimiento
Sin techo. En tiempos de cuarentena y aislamiento obligatorio, los precios de las frutas y las verduras manejan una dinámica propia. Menor abastecimiento, cierre temporario de puntos de venta, crecimiento del consumo, factores estacionales y remarcaciones oportunistas conforman un caldo de cultivo que impacta en el bolsillo de los consumidores y se mueve por afuera de los controles oficiales.
Una recorrida de LA NACION entre verdulerías barriales comprobó los aumentos. Casos como el de los zapallitos (el kilo subió de $35 a $140 en un punto de venta de Palermo), las naranjas (el kilo aumentó de $30 a $70) o el brócoli (una cabeza llega a venderse a más de $80) son movimientos extremos de una dinámica que, en diferentes magnitudes, afecta a todo el segmento.
"En la última semana todo se fue a las nubes. Algunos precios se triplicaron", dice Roger, dueño de una verdulería familiar sobre la calle Paraguay. Usa un barbijo celeste y apila los cajones de madera sobre la vereda, mientras cinco personas hacen fila, bolsa en mano.
Diariamente, llega al Mercado Central para buscar su mercadería, y advierte que allí comenzaron las remarcaciones. El cajón de naranjas pasó de $400 a $800, al igual que la rúcula (de $150 a $400) y el brócoli (de $350 a, por lo menos, $800). "El problema es sobre todo en las verduras. Muchas veces tenemos que vender al costo, porque tiene un precio que es imposible", dice, y reconoce un crecimiento en la cantidad de clientes diarios.
"Esto es mitad falta de abastecimiento y mitad avivados. Hay algunos precios que se dispararon sin explicación", cuenta Carlos, otro verdulero que trabaja con su familia, junto a un cartel que marca el precio del zapallito redondo: $140. "La semana pasada directamente no trajimos, porque es carísimo. Pero muchos clientes nos pidieron y compran igual", agrega. A veces, la demanda no llega. Al final del día deben tirar o regalar mercadería.
Según explican, en el Mercado Central hubo suba de precios y una merma en la oferta de productos. Atribuyen esta dinámica a que muchos quinteros del conurbano frenaron su actividad por la cuarentena. Otros, que trabajan en la informalidad, se vieron forzados a discontinuar sus tareas porque no tienen el permiso para circular. Además, la cuarentena también afectó a otros eslabones de la cadena, como los puesteros o los transportistas.
Con menos mercadería en movimiento, se ve afectado el abastecimiento y, también, los precios. Los verduleros denuncian situaciones tensas. "Algunos precios son muy altos, pero tampoco te dan explicación. Te contestan: ‘Es lo que hay. Si no te gusta, no compres’", dice Carlos.
Un reciente relevamiento de Consumidores Libres, la asociación que encabeza Héctor Polino, había advertido sobre la dinámica de este segmento. Su informe indicó que en la última semana se habían registrado aumentos de entre un 15% y un 30%.
Además de los precios, otro factor que afecta al sector es el cierre de locales, una constante que se replica en los barrios de Buenos Aires y el conurbano. Si bien están exceptuados del aislamiento, muchos comercios de este segmento trabajan en la informalidad, y debieron bajar sus persianas para evitar multas o sanciones.
Otros, en cambio, eligen el cierre preventivo. Algunos, para reducir la exposición con los clientes y el riesgo de contagio del Covid-19. Otros, porque el precio de la mercadería subió y los números no cierran.
"Muchos clientes le echan la culpa de la suba de precios al verdulero. Las ventas subieron, pero nosotros estamos pensando cerrar la semana que viene por la cuarentena", dice Carlos. Mientras tanto, ajustó su horario de atención. Como ocurre con los supermercados y autoservicios de barrio, baja sus persianas a las ocho de la noche. A esa hora, guarda sus cajones y la calle queda en silencio.
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