Política cambiaria: en 2024, “tablita” no, por favor
El entendible afán por seguir reduciendo la tasa de inflación no debería llevar a este gobierno a introducir un ancla cambiaria como la que se puso en práctica a comienzos de 1979
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Desde que asumieron sus funciones Milei-Caputo-Bausili, en números redondos el dólar blue se mantuvo constante y los precios se duplicaron. En cuanto al dólar oficial, apenas se movió en términos nominales, pero el Banco Central no hace otra cosa que comprar, las brechas cambiarias no paran de disminuir y el riesgo país no deja de caer.
Esto tiene claras implicancias para cualquier productor local que compite con las importaciones y también para aquel que, no llegando a fin de mes con sus ingresos corrientes, no tiene más remedio que vender dólares para financiar sus gastos en pesos.
Todo lo cual lleva a algunos colegas a pronosticar que el problema se resolverá vía un nuevo salto devaluatorio. Pienso, por el contrario, que ésta no es una buena base decisoria. Porque dicha medida estropeará los logros inflacionarios (¿Se imagina un aumento de los precios al consumidor de 20% en junio?) y, que se sepa, ninguno de los tres funcionarios citados se quiere suicidar.
Tampoco es una buena base decisoria pensar que el gobierno nacional aflojará su política fiscal -reduciendo impuestos- para compensar el aumento de los gravámenes provinciales y municipales derivados del cierre de las canillas discrecionales, que hasta el anterior gobierno nacional enviaban fondos a las jurisdicciones subnacionales.
Pero no nos pasemos al otro lado. El entendible afán por seguir reduciendo la tasa de inflación no debería llevar a este gobierno a introducir un ancla cambiaria como la que se puso en práctica a comienzos de 1979. La actual política cambiaria puede enfrentar la comodidad de aumentar poco el tipo de cambio oficial con respecto a la inflación, pero se puede revertir rápidamente frente a un cambio en las circunstancias. La fijación unilateral del tipo de cambio plantea otro tipo de compromisos (y, por favor, nadie espera que, anclado de esta manera el tipo de cambio, el resto de los funcionarios ajuste sus políticas de manera automática).
Rechazar el facilismo no implica ignorar el problema, sino todo lo contrario. Lo que está ocurriendo en la Argentina 2024 deriva de la parcial recuperación de la credibilidad. El aumento de los costos locales frente a la importación es un tema de difícil solución porque es un problema real (por oposición a monetario), que tiene múltiples causas y ningún funcionario que se sienta a cargo. Peor combinación, difícil de imaginar; pero, ¿quién dijo que la vida es fácil?
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