"Plata dulce" fue la de los años 80
Los flujos turísticos fronterizos siempre están fuertemente influidos tanto por las diferencias o no de niveles de actividad entre los dos lados como por las asimetrías cambiarias.
El principal paso carretero entre la Argentina y Chile está en Mendoza, la provincia en la que nací y viví 30 años. Desde hace mucho, la economía chilena es mucho más abierta e integrada a la economía internacional, y por eso cuando el tipo de cambio es razonable, en la Argentina o hay una irrazonable "plata dulce", crece el atractivo por cruzar la Cordillera y encontrar toda clase de bienes que o no se consiguen localmente o son inaccesibles por lo caros.
Cristina Kirchner llega al final de su segundo mandato con una importante sobrevaluación cambiaria, que incentiva a consumir en el exterior. La excesivamente protegida producción local de algunos bienes incrementa el incentivo.
De todas formas sería injusto decir que esta "plata dulce" es como la de la convertibilidad o la sobrevaluación que a principios de los 80 dio nombre al fenómeno e identificó la compulsión compradora en el exterior con el "deme dos".
No hubo para los mendocinos otra "plata dulce" como la de 1981. En inmensas oleadas se cruzaba para vacacionar en los balnearios de la V Región, donde todo era insólitamente barato. Este periodista, entonces cronista de deportes del diario Los Andes, recuerda que con ciertos ahorros sólo podía pagarse unas vacaciones en carpa en San Luis. Pero en Viña del Mar junto a un hermano y dos grandes amigos alquiló un departamento céntrico, con cochera. El viaje fue en dos autos.
El plan era comprar alimentos en el supermercado y cocinar en el inmueble de tres ambientes, para hacer rendir el presupuesto. Pero resultó que comer en restaurantes o probar con la comida para llevar era tan absurdamente barato que no valía la pena. Los baratísimos dólares se negaban a agotarse.
Había además toda clase de bienes, como bebidas alcohólicas a precios accesibles. Las bebidas destiladas tenían por entonces altísimos niveles de impuestos internos que las tornaban prohibitivas en la Argentina.
Pero lo que abarataba todo era la sobrevaluación cambiaria con deuda externa muy barata para solventar un insostenible déficit fiscal. La "plata dulce" no demoró en volverse amarga cuando se acabaron las bajas tasas internacionales por el fin de la abundancia de los "petrodólares".
Los repetidos ciclos argentinos de auge y caídas hicieron que en varias oportunidades hubiera muchos turistas chilenos acudiendo en masa a Mendoza y quejándose de que comerciantes locales intentaban cobrarles precios diferenciales más altos, sabedores de que para los trasandinos todo era absurdamente barato.
Sin un sistema de armadurías de electrónicos que proteger con subsidios y aranceles, en Chile hay desde hace mucho disponibilidad de bienes. Y así como desde el Área Metropolitana se organizaban en la "plata dulce" tours de compras a Uruguayana, en Mendoza eran a Santiago de Chile y hoy, a la más cercana Los Andes. A veces, a traer con la franquicia de turista un lavarropas o un lavaplatos. Reemplazaron el fervor por radiograbadores y televisores que había en los 80.