Plan retorno. El macrismo prepara recomendaciones económicas para el Gobierno
El macrismo parece haber entrado más decididamente en la etapa de deshielo con vistas a salir del congelamiento en el que quedó subsumido tras la derrota electoral del año pasado. Un poco por el paso del tiempo y otro tanto por las debilidades que ven en el plan de Alberto Fernández, sus alfiles aceleraron en las últimas tres semanas los contactos para armar un documento les permita comenzar a dar la pelea en el terreno que le resulta más hostil: la economía.
La presidenta del PRO, Patricia Bullrich, le encomendó el trabajo de coordinación al exsenador Federico Pinedo, que validó la propuesta de trabajo con Mauricio Macri, más activo a través de llamados y el Whatsapp que en la discusión política pública. Macri parece haber extendido esa línea de acción a casi todo su viejo equipo: aunque casi nadie habla en voz alta, el viejo chat de ministros nunca se dio de baja.
Serán cinco capítulos de tres páginas cada uno que se le presentarán al PRO, a los socios políticos de Juntos por el Cambio y al Gobierno. Es una idea embrionaria que se hace cada día.En el reverso de la iniciativa está la convicción de que el destino de la Argentina por esa ruta económica es malo, de manera que Alberto Fernández necesitará un plan distinto y acordado con la oposición para salir del encierro al que se conduce.
Escueto, el expresidente dio el visto bueno para avanzar en el trabajo. Pinedo, a su vez, delegó gran parte de la responsabilidad en Eduardo Amadeo y en el diputado Luciano Laspina. No parece casual. Además de economista, Laspina es autor del documento de trabajo político denominado "Una autocrítica inteligente nos eleva y nos proyecta", en noviembre del año pasado, tras la derrota electoral, que intenta dar "una explicación convincente de nuestro magro desempeño macroeconómico, una cuestión que estará presente en el debate político de los próximos cuatro años".
La pieza, largamente difundida entre los dirigentes del PRO, llegó también a manos de Macri, que agradeció el gesto pese a las críticas a la gestión. Aunque no hay "inocentes" económicos en la gestión anterior, Laspina es uno de los que antes empezó a pagar las culpas: junto a Pinedo le envió a Macri en febrero del año pasado un plan de estabilización con la promesa de llegar mejor a las elecciones. Le recordaron al presidente que algo similar había pasado con el Plan Austral y con la Convertibilidad, pero Macri no aceptó.
Esteban Bullrich, otro de los involucrados en la idea de hacer un documento refundacional, fue el primero en hacer público una parte del trabajo. Días atrás presentó en el Congreso un plan para evitar la quiebra de empresas por hasta 180 días, algo que estará contemplado en la propuesta.
Otro ítem tendrá que ver con la búsqueda de estabilidad macroeconómica, un objetivo que Juntos por el Cambio intenta consolidar, hasta ahora sin éxito, desde la gestión anterior. De todos los puntos en discusión, es quizás el que menos avanzó, porque falta despejar un elemento clave de la ecuación: ¿la Argentina pasará los próximos con o sin default?
Atada al anterior está la discusión por el financiamiento de la economía. De las discusiones participan exfuncionarios de la administración Macri. Uno de los más activos es Santiago Bausili, a cargo de la Secretaría de Finanzas hasta diciembre pasado. Los contactos con el viejo equipo económico se aceleraron en los últimos días.
También aparece el nombre de Francisco Sosa, subsecretario de Finanzas. Ambos están a la espera de lo que pase con la reestructuración de deuda. Más aún: cuando se les pidió consejo para fijar la posición política del partido, recomendaron liberarle las manos al ministro de Economía, Martín Guzmán, a través del silencio.
También está definido que haya un ítem relacionado con la energía. Allí se repetirán viejas fórmulas: darles a los inversores un marco institucional con reglas claras a largo plazo, quizás una de las cosas que mejor funcionaron en último gobierno.
Las discusiones económicas en el PRO parecen tener al mismo tiempo una orientación defensiva y otra ofensiva. La primera, porque luego de haber fracasado en todas las grandes metas, casi no tienen derecho a la palabra en materia económica cada vez que discuten con sus competidores. Sin una discusión en ese terreno, será difícil hacer campaña en el futuro.
La última, debido a que el diagnóstico estima una alta emisión monetaria por parte de Alberto Fernández que conducirá a más inflación, así como una actividad maltrecha por la pandemia.Esos elementos, combinados, conducirán, siempre según el diagnóstico opositor, a una situación dificultosa para la Casa Rosada.
Sobre ese terreno, si en 2021 el voto vuelve a juzgar al oficialismo de la misma manera que en 2019, los motivos que sacaron a la oposición del Gobierno el año pasado pueden devolverla a un rol más destacado.
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