“Pilotas” y “árbitras”: cómo es hacerse lugar en ambientes ultramasculinos
Pioneras. Así son las mujeres que participaron de un panel sobre 'romper límites' en el evento de "Mujeres líderes" organizado por LA NACION. Si la mayoría encuentra dificultades en cualquier ámbito profesional, ellas, que trabajan en ambientes ultramasculinos, las encuentran "al cuadrado".
Nuria Estebez es una piloto de avión que trabajó como instructora de teoría aeronáutica, de simulador de vuelo y de vuelo real. Forma parte de un grupo de 26 mujeres y más de 2000 hombres que pilotean aeronaves.
Estebez no nació en familia de aeronáuticos, así que se encontró con un primer desafío: insertarse en una industria que desconocía y, además, donde no tenía demasiadas referentes de su mismo género. Hace 20 años, solo eran cuatro mujeres que volaban y no se conocían entre sí. "He encontrado desafíos antes de llegar a la línea aérea, pero cuando ya llegué, es como que demostré que podía superar todo el resto", confesó.
En el inicio de su carrera, la contrataron para volar durante el rally de Córdoba. Cuando llegó y conoció al comandante con el que trabajaría durante todo el evento, el hombre se quejó de que le hubieran mandado una mujer para acompañarlo. "Entendí algo que después me acompañó en toda mi carrera: yo estaba presentándome con mi visión y mi mundo de posibilidades, y él estaba mirando lo mismo con su mundo de limitaciones y de miedos", sostuvo.
Salomé Di Iorio, árbitra internacional de fútbol, también se encontró con personas que la miraban "con limitaciones". Son 25 mujeres que trabajan en su rubro, que reúne a más de 800 hombres. "Es imposible que en el fútbol no se vea el género primero, y que después vean tu capacidad. Siempre primero está presente que sos mujer y después hacen otro tipo de evaluaciones", dijo.
"Existe el prejuicio de que no vas a poder manejar a 22 hombres más todos los que están afuera insultándote", reconoció. "El error de la mujer, en mi caso, se destaca muchísimo más. Pero lo disfruto y siempre lo tomo como un desafío", sostuvo.
Dora Sassoni es directora no ejecutiva de Fondomonte South America, subsidiaria del Grupo Almarai, una de las empresas más grandes de Medio Oriente que se especializa en la fabricación y distribución de alimentos y bebidas.
Su contacto con el mundo árabe comenzó con una advertencia: no mirar a los hombres a los ojos. Incómoda con esa directiva, cuando tuvo que hablar con los directivos de la compañía o con sus colegas oriundos de Medio Oriente, eligió preguntarles si no les molestaría que rompiera esa regla. "Eso fue la llave que me abrió la puerta", destacó.
"De entrada aprendí a los golpes. Yo tenía que pensar todo el tiempo que estaba hablado con un hombre árabe que quizás nunca había hablado con una mujer. Tuve que reflexionar sobre cómo me comunico con ellos, teniendo en cuenta que acá una vive durante años con un hombre y te sigue diciendo que no te entiende", bromeó. "Creo que la clave es no juzgar desde tu perspectiva, sino entender las diferencias", resaltó.
Sofía Giaquinta es líder de Argentina para Airbus Defence & Space. 20% de mujeres. Definió su vocación desde muy chica y estudió ingeniería aeroespacial. "A los seis años tenía muy claro que quería hacer carrera en este ámbito. Como muchos niños, quería ser astronauta, era mi sueño. Fue lo que me mantuvo siempre en la línea de la carrera que estoy haciendo ahora. Fue mi llama y mi energía", sostuvo.
Giaquinta fue la única mujer de su camada de ingeniería que terminó la carrera. Fue acompañada de 90 hombres. "No voy a decir que mi experiencia profesional fue más difícil que un hombre. Creo que a las empresas de mi sector les cuesta encontrar mujeres porque, mirando las cifras de las universidades, el porcentaje de mujeres ingenieras es muy inferior al de los hombres. Pero también considero que las empresas deberían evaluar por méritos de cada persona y no por un género o un cupo", resaltó.
Alida Weht es presidenta de la Asociación Civil Las Omas, una fundación que promueve el mejoramiento de la calidad de vida de mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad socioeconómica, víctimas de violencia de género o en condición de pobreza y exclusión social en Córdoba. "Trabajamos para que aprendan que hay otras posibilidades que ser madre, y puedan desarrollarse a sí mismas", explicó.
En el camino se encontró con una lección acerca de la empatía. "Nos encontramos con personas que tienen otras necesidades y que piensan distinto. Íbamos a construir baños y nos decían que no lo querían, porque estaban acostumbradas a tenerlo toda la vida. En cambio, nos pedían un televisor. Tuvimos que aprender a escuchar a la personas que teníamos enfrente y no decidir directamente nosotros", concluyó.
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