Piketty, con acento francés y algo más
La paz kicillofeana (ese otoño, que ya concluye, de estabilidad y atraso cambiarios, inflación de treintipico y recesión) me dio el respiro que necesitaba para encarar la lectura de mi Piketty.
El best seller de Thomas Piketty (con acento francés en la última sílaba), El capital en el siglo XXI, es el fenómeno de mayor multiplicación mediática e internética desde las selfies de los Oscar. Con homenaje obvio a Carlos Marx en el título, en su libro los capitalistas son cada vez más ricos. Ahí una de las virtudes de Piketty para el mercado editorial. Un académico respetado está explicando con rigor que el capitalismo conduce fatalmente, por un par de "leyes fundamentales", a una concentración de la riqueza y el ingreso cada vez mayor en manos de los capitalistas.
El libro de Piketty completa un conjunto de obras de los últimos años con que los economistas retornan, con éxito editorial, a las tres grandes preguntas de la economía, dejando a un lado por un rato las curiosidades algo ñoñas de la freakonomía. La obra de Piketty intenta responder la gran pregunta de la distribución de la riqueza, así como el libro de hace un par de años Por qué fracasan las naciones, de Acemoglu y Robinson, formulaba una hipótesis buena o mala sobre las causas del crecimiento económico, y el blog de Krugman (una monumental obra transmitida en vivo) es el símbolo de la vuelta de la profesión a la pregunta sobre el pleno empleo.
El capital en el siglo XXI es economía de la que le gusta a la gente, esto es, escrita en inglés (próximamente en castellano), no en complejas ecuaciones matemáticas. Tiene incluso referencias a Jane Austen y Balzac (bastante largas y aburridas) para ejemplificar a las aristocracias decimonónicas británica y francesa, e incluso (de pie, señores) se refiere a la película Titanic para ejemplificar el caso norteamericano. Penúltima virtud: Piketty hace un culto de los datos, con un trabajo empírico monumental que abarca siglos y regiones.
Finalmente: Piketty tiene una explicación para el fenómeno que observa del aumento de la desigualdad en países ricos, y esa explicación comparte los rasgos de las ideas más influyentes en la historia de la economía, como las de Smith, Ricardo, Malthus o Keynes (con algunas de las cuales compara la suya): es simple, no es obvia y es relevante.
El fenómeno por explicar es la creciente concentración del ingreso en el mundo desarrollado, especialmente a partir de los años 70, como prolegómeno de lo que puede ser la tendencia de distribución del ingreso a lo largo de este siglo. La explicación: la riqueza (en esencia, el capital físico de una economía) crece según el rendimiento del capital ("r"). Si "r" es mayor que "g" (la tasa a la que crece la economía), el capital será cada vez más importante como proporción de la economía. Y si el capital es cada vez más importante en relación con el producto, el ingreso de los capitalistas (que es, precisamente, el rendimiento "r" que se obtiene del stock de capital) será una porción cada vez mayor de esa torta que es el ingreso total. En palabras de Piketty: "La Fuerza Fundamental de la Divergencia: r>g".
¿No se entendió? Yo tampoco. Un problema con la tesis de Piketty es que, como la de Malthus, parece estar mal. El rendimiento del capital no es el aumento del stock de capital. Como sabe usted, lector, si vive de rentas, su capital del año que viene sólo será mayor que el de este año en la medida en que ahorre una parte de la renta de ese capital, y su capital crecerá más que el PBI sólo si la fracción ahorrada del rendimiento del capital -es decir, una vez restada la parte consumida- es mayor que el crecimiento económico. Por ejemplo: si su único ingreso anual consiste en un rendimiento anual ("r") de 4% sobre un capital de 1.000.000 de dólares (40.000 dólares) y consume 30.000 dólares anuales, el año que viene tendrá 1.010.000 dólares, un 1% más. Si "g", la tasa de crecimiento, es de 2%, se cumple que "r>g", pero usted, de todos modos, será un capitalista en decadencia, en comparación con el tamaño de la economía.
Los datos de Piketty muestran que en los últimos 200 años la participación del capital en el ingreso francés giró alrededor de 30%, a pesar de que casi todo el tiempo se cumplió la "ley fundamental de r>g". Es decir: su idea explica un fenómeno inexistente. Su tesis de predominio del capital debería superar, adicionalmente, el escollo de que cuando el capital abunda tiende a bajar su rendimiento; del mismo modo que cuando se vuelve escaso, como ocurre tras las guerras, su rentabilidad tiende a subir.
En el centro del cuadro sombrío, aunque equívoco que pinta Piketty, están las sociedades maduras de bajo crecimiento. Francia y los otros alpinos son las economías relevantes con menos crecimiento desde la caída del Muro. Piketty dedica apenas un par de pinceladas marginales a "ellos", los emergentes, al sostener al pasar que para 2050 todo el mundo, salvo África subsahariana y Asia del Sur, tendrá un nivel de ingreso similar al de los países más ricos. Si eso forma parte de una distopía, el capitalismo goza de una salud razonable.
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