Los secretos del historiador que fue becado en Harvard y se asoció con Soros, Ginóbili y Eurnekian
La crisis de 2001 lo marcó para siempre, al punto que buscó transformar el sistema financiero a través de su propio unicornio, que ya tiene 6,5 millones de clientes; dejó de lado su viaje de egresados para ser becado en Harvard y siempre supo que emprendería en la Argentina
Pierpaolo Barbieri es un distinto dentro del mundo de los negocios. No solo por crear Ualá, una de las fintechs más importantes de América latina, sino por su prisma de historiador al momento de ver el mundo que viene. Egresado en Economía e Historia de Harvard, con un posgrado en Cambridge, no dudó en volver a la Argentina para fundar la compañía que ya tiene 6,5 millones de clientes a nivel global e inversiones comprometidas por más de US$150 millones para los próximos 18 meses.
Su padre es italiano y su mamá argentina, pero de familia italiana. Hoy tiene 36 años, pero un pasado que lo muestra más maduro que la media. De hecho, no dudó entre tomar el examen para el ingreso a las universidades de Estados Unidos o hacer el viaje de egresados cuando tenía 17 años. El esfuerzo tuvo su retorno. “Apliqué, entré y me dieron la beca en Harvard, porque en ese momento, por supuesto, en la Argentina del 2004, no podía pagarlo. Y gracias a la generosidad de la universidad y de sus graduados, pude ir y estudiar ahí”, recuerda.
“Cuando llegué sentí el síndrome del impostor. Uno piensa, no me merezco estar acá. Y la verdad que yo en ese momento estaba convencido que no me lo merecía. ¿Por qué? Y porque yo venía de la Argentina. En los cinco años anteriores no había ido ningún argentino. Ese año fuimos dos. Un matemático muy premiado y yo”, describe. Esa fue la que define como la oportunidad más grande de su vida, y a su vez una gran responsabilidad. “Siempre supe que volvería a la Argentina y mi misión sería emprender”, resume.
Sus oficinas en Palermo tienen varias particularidades. Un contador suena y marca cada 20 segundos en tiempo real las nuevas cuentas y tarjetas que suman en los siete países en los que operan. Existen tres iguales funcionando en tiempo real. Uno en la casa de Pierpaolo, otro en la oficina y un tercero que le regaló a George Soros, uno de los inversores más importantes del mundo, que apostó por su proyecto cuando estaba en estadío de seed capital.
La primera sede está en Palermo, en lo que era una fábrica de muebles abandonada. Al principio eran 15 personas y cuando se mudaron ya se habían multiplicado por diez, con lo cual le quedó chica. Alquiló enfrente y tampoco le alcanzó. Ahora sigue minuto a minuto la construcción de sus headquarters para gran parte de los 1550 empleados de 17 nacionalidades y 50 ciudades que trabajan para la empresa. Busca que el edificio tenga el sello distintivo de su logo, el mismo que dibujó de puño y letra con un juego con el infinito.
“La verdad es que uno tiene que manejar el crecimiento y el llegar a una hiperescala tan rápido. Más cuando gran parte de eso fue en pandemia y con la necesidad de crear una cultura”, agrega el creador de un nuevo unicornio local, en esta entrevista para “Hacedores que inspiran”, de LA NACION + EY.
-¿Cómo hicieron?
-Tuvimos que trabajar por objetivos y no por presencialidad, por ejemplo. Nuestro foco fue mirar adonde encontremos el mejor talento y tratar de integrarlo de la mejor manera al equipo. Por eso buscamos no solamente en Buenos Aires, sino en todo el país, no solamente en Argentina, sino en toda la región. Y así nuestro objetivo fue atraerlo y retenerlo. Y como CEO, pienso que mi trabajo más importante es traer al equipo el mejor talento y retenerlo acá para que cree el futuro desde acá.
-¿Por qué decidiste que no haya una sola oficina cuando fue el momento del regreso?
-Acá todos nos sentamos donde queremos. A mí me encanta venir a la oficina, tenemos una cultura híbrida donde hay gente que viene todos los días como yo, porque nos gusta, y hay gente que prefiere trabajar remoto. Estamos con equipos en 21 provincias, entonces hay un montón de lugares donde no tenemos oficina. Creo en la horizontalidad. Eso te permite también hablar y tener temperatura, un poco de todo, de clima. Y estoy convencido de que si uno se separa demasiado de distintos equipos es difícil tener, como vos decís, la temperatura de lo que está pasando.
-¿Por qué el 2001 fue tan importante para vos al punto que una de las tres fotos de las oficinas es de esa triste época?
-Como historiador me enamoré de la política y de la economía teniendo 12 años y viví la experiencia del 2001. Entonces a cada nuevo cliente que sumamos le decimos que somos la generación que creció con el 2001 y es nuestra responsabilidad crear un sistema financiero sólido, abierto, competitivo que además sea resiliente ante las crisis.
-¿Te da miedo que ese 2001 se proyecte en este 2023?
-No. Yo creo que la historia no se repite pero sí rima, y creo que obviamente el 2001 fue un quiebre para toda la sociedad argentina, hoy tenemos un sistema financiero mucho más robusto, mucho más sólido. Tenemos que lidiar con un mundo complejo donde Argentina tiene que estar más integrada al comercio con otros países. Además, hay que bajar la inflación que hoy es lo más importante y tener más responsabilidad fiscal.
-Una foto que uno elige es como una obra de arte…
-Sí, que uno se para y mira.
-¿Qué sentís al verla?
-La responsabilidad de tener un sistema financiero que no cree nunca más una crisis como esa. Porque lo que nació en el sistema financiero, y en ese caso tiene muchos ecos al 2008 en Estados Unidos o al 2010 en Europa, lo que nació en el sistema financiero en Argentina, en 2001, terminó con una crisis política, social y muy profundamente cultural que tuvo ramificaciones por diez años.
-Hoy tenés 36 años y el recuerdo muy firme…
-Sí. Cuando esto pasó afectó todo, por supuesto. Como cualquier familia, yo crecí en Caballito, nos pegó, no solamente financieramente, sino también culturalmente y... anímicamente. Y fue una de las razones por las cuales me enamoré de la historia y de la economía. Y cuando tuve la gran oportunidad de mi vida de poder ir a estudiar a Estados Unidos y tener una beca para hacerlo, llegué y quise estudiar eso, porque quería entender por qué nos pasó y cómo construir una sociedad donde no pasara algo así de nuevo.
-¿Cómo ves la depuración que se está dando en el mundo fintech?
-Eso es natural en cualquier mercado. Hay mucha innovación, eso es algo muy bueno. Mi gran mantra es que la competencia nos eleva. El mejor producto lo hace un mercado abierto, competitivo y no el monopolio o el cartel. Entonces, nosotros queremos que haya más competencia. En finanzas, en los últimos años, hubo, como vos decís, mucha innovación y creo que así gana el mercado, pero de esa manera estamos logrando resolver una de las grandes deudas de la democracia argentina, que era que el 50% del país estaba completamente fuera del sistema financiero. Entonces, cuando vos estás fuera no podés hacer una historia crediticia, no podés ahorrar y estás condenado al efectivo.
-¿Cómo da eso comparado a otros países?
-Muy mal comparado con Brasil, India y China, que tienen procesos muy acelerados de inclusión financiera, pero al mismo tiempo la Argentina está más adelantada que México, Perú, y Colombia. Por eso, queremos que cada vez haya más protocolos abiertos para que haya más competencia y que al final del día no ganen pocas empresas, sino que gane el usuario que pueda elegir lo que mejor le resuelva los problemas.
Socio olímpico
-Sumaste a Manu Ginóbili a tu proyecto. ¿Cómo fue la trastienda de ese acuerdo?
-En la última ronda de inversores, por redes sociales, lo conocí a Manu, que para mí siempre fue un ídolo, es el capo número uno y yo fui parte de esa generación que creció viéndolo jugar a él y admirándolo.
-¿Te gustaba el básquet?
-Sí, y obviamente esos Juegos Olímpicos fueron históricos y lo conocí, hablamos mucho y él apostó en la última ronda y también se convirtió en la imagen de Ualá. Un día nos vino a visitar sin avisarnos nada. Fue un viernes, que llegó a la oficina y sin decir nada pasó, nos firmó la camiseta y obviamente la pusimos en la oficina para que todos la vieran porque es un honor tenerlo como parte del equipo.
-¿Y qué lo convenció?
-Él sabía que nosotros estábamos en el medio de una ronda, que fue liderada por Tencent, que es una de las empresas de tecnología más grandes del mundo, y por SoftBank, que es un inversor muy grande de Japón. La verdad que para mí es un gran honor que empresas de ese tamaño y de esa envergadura inviertan en la Argentina. Creo que estábamos cenando en San Antonio, se lo comenté y me dijo que quería participar y ahí se sumó.
-La llegada de Soros, él hombre al que globalmente definen como él óraculo por anticipar todas las jugadas, fue distinta…
-Cuando apostó por nosotros no existía nada, había un PowerPoint con la idea de hacer Ualá y se lo llevamos a ellos y fue la primera inversión que hizo Soros en la economía real argentina en casi 20 años. Éramos literalmente cinco personas con un plan y un sueño y nada más.
-Con otro empresario emprendedor, pero también de larga carrera como Eduardo Eurnekian, la historia fue otra, ¿no?
-Él creó el primer banco digital de la Argentina y salimos más o menos al mismo tiempo pero hace dos años llegamos a un acuerdo donde nosotros adquirimos su banco y lo integramos a nuestro ecosistema financiero. ¿Por qué? Porque la regulación en Argentina no le permite a una fintech como Ualá hacer ciertas cosas como pago de sueldos o pago de jubilaciones o pago de pensiones de ANSES. La Argentina tiene una regulación donde todos esos negocios están reservados para bancos. Entonces una vez que nosotros llegamos a 5 millones de clientes, fue claro que necesitábamos un banco para poder hacer ciertas cosas que nuestros usuarios literalmente nos pedían. Hoy Eduardo es parte de nuestros inversores y tiene una energía increíble.
-¿Cuál es tu meta en términos de rentabilidad?
-Cuando lanzamos, hay una entrevista en la que dije que íbamos a tomar 7 a 8 años en dejar de perder dinero en la Argentina. Y eso era pensando en la Argentina de 2017. Sin embargo, las cosas fueron mejor de lo esperado y trabajamos más rápido para ese objetivo. Y nosotros creemos que a fin de este año vamos a lograr la rentabilidad local.
-¿Cuánto te ayudó la Argentina?
-Yo creo que la Argentina es el lugar de donde soy, es el lugar que amo, es el lugar donde elijo vivir. Y creo que crear producto digital desde acá es imbatible porque uno tiene el talento, tiene la experiencia y tiene el ecosistema.