Petróleo. Qué hay detrás de la crisis y qué pasará con los precios de la nafta
Con la tranquilidad de quien siempre trabajó en un negocio inestable, Alejandro Bulgheroni, dueño de una de las mayores fortunas argentinas, timón de la petrolera Pan American Energy y hombre afecto a leer libros sobre la historia del petróleo, decía en 2007, en Roma, mientras revolvía su café: "Si el precio sube, es porque alguien cree que va a faltar".
Las explicaciones con respecto a la marcha de uno de los precios más importantes para la economía internacional pueden ser complejas, pero en última instancia están alineadas con los razonamientos más elementales de Adam Smith: el número surge del entrecruzamiento entre la oferta y la demanda. Sentadas las bases, ahora se puede avanzar en detalles más complejos.
El jueves pasado la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP) dispuso un recorte de su oferta a partir del mes próximo. La OPEP persigue la lógica que está en la base de los fundamentals del negocio, término muy usado por los barones del oro negro. En su reverso está el supuesto de que la economía mundial crecerá mucho menos de lo previsto debido al coronavirus. No es necesario usar el Excel para sospecharlo: China es uno de los grandes motores del mundo y sufre los embates del contagio en su nivel de actividad. A menor actividad, menos consumo de energía y, por lo tanto, de petróleo.El ejemplo anterior sobre
China se podría extender a Italia, donde el norte productivo está casi paralizado, y la presunción es que muchas otras potencias económicas podrían caer en la misma situación en las próximas semanas.
Si los consumidores demandan menos petróleo, cae el precio. La OPEP vive del recurso y busca defender su valor con un recorte. Pero la OPEP ya no es lo que era. Pasó de una situación de decisión casi absoluta sobre el mundo de la energía a una de poder licuado por la emergencia de otros oferentes. Uno de ellos es Estados Unidos, pero también está Rusia, un país hasta ahora colaborador con la organización.
La OPEP propuso la semana pasada retirar del mercado un millón de barriles diarios y les pidió a los estados amigos que se hicieran cargo de otros 500.000. Rusia no aceptó y Arabia redobló la apuesta: no sólo no recortará la producción, sino que amenaza con aumentarla y ya comenzó a vender más barato. Es como una pelea de chicos en la que el juguete en disputa es la economía mundial. Una de sus piezas es la Argentina.
Entonces, se consume cada vez menos petróleo, los países que lo producen venden más y más barato. Es la afirmación de Bulgheroni, pero al revés. El resultado es también el contrario. Por eso, el crudo está en valores similares a los de 1991, tras el final de la guerra de Irak. Allí también se suponía que el fin del conflicto aumentaría la oferta de crudo.
La Argentina es un espectador temeroso de la pelea mundial. Los números pueden ayudar a entender el problema. El costo de producir un barril de crudo en Arabia Saudita ronda los US$4, pero aquí sube a entre US$50 y US$55.
En el paradigmático caso de la asociación entre YPF y Chevron en Vaca Muerta, el costo de la cesta es de unos US$35. ¿Quién, entonces, va a querer sacar petróleo en el país con un valor debajo de ese número, como ocurre esta mañana? Sucede que este es un mercado para quien produzca barato.
Los petroleros argentinos toman la pelea mundial con más calma que los analistas. Uno de ellos, consultado para esta nota, recordó que, en 2015, 2016 y 2017 el precio estuvo muy bajo y luego se recuperó. Pronosticó esa situación para el próximo trimestre.
Aunque quizás no lo haya pensado, por ahora el Frente de Todos está jugando a favor de las petroleras en la crisis de precios. Sucede que, si la Argentina estuviese acoplada al mercado, las naftas y el gasoil deberían hoy mismo bajar de precio, algo que nadie piensa que fuera a ocurrir. Pero también es cierto que la aplicación de retenciones a las exportaciones de crudo y el congelamiento discrecional de los precios de los combustibles les dieron un golpe a las cajas de las empresas. Curiosa vuelta del petróleo: la pelea entre Arabia y Rusia le abrió al presidente Alberto Fernández la posibilidad de guiñarles el ojo a las empresas.