Pese a todos sus males, Brasil es la estrella de los mercados este año
Brasil está inmerso en un amplio escándalo político, sus legisladores tratan de destituir a la presidenta Dilma Rousseff y es el epicentro del virus del zika.
Pese a todo, cuando Rio de Janeiro se prepara para dar inicio a unos Juegos Olímpicos que están plagados de problemas logísticos, los mercados brasileños han sido el mejor lugar del mundo para hacer dinero este año.
El índice MSCI Brasil acumula un alza de 60% desde enero, a la cabeza de 165 indicadores de países que monitorea la firma MSCI Inc. El índice global diversificado de bonos de mercados emergentes de J.P. Morgan para Brasil registra un retorno de 24%, el tercer mejor desempeño entre 66 países, en tanto que los bonos de las empresas brasileñas han mejorado su precio 22%.
El real, que en los últimos años se había desplomado frente al dólar, ha repuntado 24% en 2016.
Brasil es, en otras palabras, la estrella de un sector que ha descollado este año, echando por tierra las predicciones de los analistas que apuntaban a que los declives de los mercados emergentes de los últimos años se acentuarían.
Un entorno financiero marcado por tasas de interés bajas y negativas ha hecho que muchos inversionistas dirijan sus fondos hacia los países en desarrollo que ofrecen rendimientos más altos. Los ingresos de fondos a los bonos de los mercados emergentes alcanzaron un máximo histórico de US$14.100 millones en julio, según la proveedora de datos EPFR Global.
No obstante, los avances generan ansiedad entre los inversionistas puesto que no han sido acompañados por la clase de reformas políticas o repuntes económicos que muchos de ellos consideran como una condición para invertir a largo plazo en estos países.
Algunos temen que las recientes ganancias sean el preludio de una brusca caída en caso de que se produzca un shock del mercado o un alza sostenida de las tasas de interés, lo que reanudaría las preocupaciones sobre el acceso de los países y sus compañías a los mercados globales de bonos a tasas bajas.
Los riesgos que enfrenta Brasil son significativos. La economía está en recesión y la situación política es volátil. La investigación de un gigantesco escándalo de corrupción sobre presuntos sobornos en la estatal Petróleo Brasileiro S.A., o Petrobras, sigue su marcha. La empresa ha dicho que coopera con las autoridades.
Algunos inversionistas señalan que la economía ya tocó fondo y se empieza a recuperar. La producción industrial se está expandiendo a su ritmo más rápido en tres años, mientras que el país registra su mayor superávit comercial en lo que va del año desde 1992.
“Las cosas se han empezado a enderezar en Brasil”, afirma Sean Newman, gestor sénior de portafolio de Invesco, quien empezó a reforzar su posición en bonos brasileños a inicios de este año. “La economía ha tocado fondo”.
Otros inversionistas apuestan a que Michel Temer, quien a raíz del juicio contra Rousseff asumió la presidencia hasta la elección de 2018, seguirá políticas favorables para las empresas que podrían contribuir a que la economía vuelva a crecer. El mandatario ha propuesto, por ejemplo, una enmienda constitucional para limitar el gasto público por hasta 20 años con el fin de controlar la deuda fiscal.
Estos inversionistas esperan que Temer siga una trayectoria parecida a la del nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, quien resolvió una disputa de larga data con los tenedores de deuda incumplida del país y eliminó las barreras a la inversión extranjera en la bolsa.
Ahora que el Reino Unido votó a favor de salir de la Unión Europea y los políticos de EE.UU. atacan los acuerdos de libre comercio, algunos inversionistas dicen que es más fácil hallar líderes partidarios del libre mercado en los países en desarrollo. “Mientras buena parte del mundo desarrollado se mueve hacia el populismo, América Latina se dirige hacia el centro”, dice Cullen Thompson, cofundador y director de inversión de Bienville Capital, que gestiona activos por US$1.200 millones. Las principales tenencias de la firma están en Brasil y Argentina.
Los escépticos, no obstante, indican que las alzas de los mercados brasileños tienen más que ver con esperanzas que con signos concretos de un repunte sostenido. Se prevé que la economía se contraiga por segundo año consecutivo. La cartera morosa de los bancos está en aumento, mientras que la inflación sigue por encima de 8%.
El proceso de destitución de Rousseff sigue su curso y el nivel de aprobación de Temer es bajo. El actual presidente también se ha visto involucrado en la investigación de Petrobras y Rousseff lo ha acusado de tratar de lanzar un golpe de estado en su contra. Temer niega las acusaciones.
Joe Gubler, gestor de portafolio de Causeway Emerging Markets Fund, que administra US$3.000 millones en activos, no cree que el alza de los mercados brasileños sea duradera y su posición en acciones brasileñas es inferior a la recomendada por los índices de referencia. “El panorama macroeconómico de Brasil no tiene nada de bonito”, afirma. “El alza actual tiene más que ver con la esperanza de que habrá reformas”.
Muchas empresas brasileñas figuran entre las más endeudadas de los países emergentes y los analistas dicen que su capacidad para refinanciar esa deuda está muy ligada a los volátiles precios del petróleo y otras materias primas.
Puesto que Brasil representa 7,5% del índice de mercados emergentes de MSCI, cualquier inversionista con posiciones en activos brasileños menores a las recomendadas tendrá dificultades para mantener retornos parecidos a los del resto de los fondos similares. La tasa de interés de referencia de 14,25%, una de las más altas de las economías en desarrollo, también es un imán para los inversionistas sedientos de mayores retornos.
“Todos tenían una opinión negativa de Brasil. Era lo que aparecía en las noticias y [de lo que se hablaba] en la calle”, señala Verena Wachnitz, gestora de cartera en Londres del fondo de renta variable latinoamericana de T. Rowe Price, que administra US$600 millones. “Pero ese resultó ser el momento adecuado para comprar”.