Pese a la desaceleración de precios, el nivel de pobreza tardaría más tiempo en disminuir
Para estimar un descenso de este valor es necesario evaluar, también, la recomposición de los salarios y la generación de empleo, sostienen los especialistas
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Después de que a fines de la semana pasada se conociera que una familia tipo necesitó $773.385 en marzo para no ser considerada pobre, Martín González Rozada, economista e investigador del Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella, publicó un nuevo informe en el que estima que la tasa de pobreza para el primer trimestre de 2024 se ubicará en el 51,8%. Esto implica que, pese a la desaceleración de algunos precios durante los primeros meses de este año, esto no alcanza para frenar el crecimiento de la cantidad de personas pobres.
Si bien los datos oficiales para este período los dará a conocer el Indec recién a fines de junio, los cálculos de González Rozada posicionan a la pobreza muy por encima del último semestre de 2023, cuando al cierre del mandato de Alberto Fernández, la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) arrojó que esta fue del 41,7%, uno de los niveles más altos desde 2020. Además, la tasa del último trimestre del año pasado fue de 45%, lo que implicaría un crecimiento de casi siete puntos porcentuales.
Mientras tanto, en la medición interanual, el incremento fue todavía más marcado, ya que en el mismo período del año pasado el porcentaje se ubicó en torno al 38,8%. La nueva proyección marcaría, además, el número más alto desde 2016, año en el que se actualizó la metodología para realizar la medición.
“Esta proyección sugiere que alrededor del 48% de las personas viven en hogares urbanos pobres. La población urbana capturada por la EPH en el semestre de referencia se estimó en 29,3 millones de personas, lo que implica que alrededor de 14,2 millones viven en hogares urbanos pobres”, refuerza el informe de González Rozada.
Los números corresponden en parte al período posterior a la devaluación de diciembre, que llevó la inflación a su valor más alto (25,5%), mientras que los salarios se mantuvieron planchados o aumentando a un ritmo muy inferior al de los precios. Pese a esto, en otra nota de LA NACION el especialista había opinado que, luego de la recesión del primer semestre, “deberían empezar a recuperarse los ingresos, a bajar la inflación, a bajar la valorización de la canasta con la cual se comparan los ingresos. Entonces, empezaría a disminuir la pobreza”.
La relación entre estos factores es directa, y pese a que el último dato de inflación del Indec arrojó para marzo un 11%, por debajo de lo que esperaba el mercado y con una marcada tendencia a la desaceleración, los especialistas consideraron que no es suficiente ese valor para pronosticar una baja en el nivel de pobreza.
“La pobreza aumentó este año, el descalce entre los ingresos de las familias y el aumento de precios de la canasta no da lugar a otro escenario”, comentó Claudio Caprarulo, director de Analytica, al ser consultado sobre las estimaciones de estos registros.
Además, agregó que el punto a discutir debería ser cómo revertir esa tendencia, procurando que “lo que ya sucedió” deje la menor cantidad de secuelas posibles. “El Gobierno apuesta únicamente a la baja de la inflación. Eso será insuficiente, entre otras cosas porque la reducción de los ingresos también se explica por el aumento del desempleo en sectores clave, por ejemplo, la construcción”, dijo, y agregó que este último caso se explica, en gran medida, por el freno que el gobierno de Milei le puso a la obra pública.
Respecto de este punto, cabe destacar que al cierre de la semana pasada las cifras oficiales determinaron que las canastas (básica total y alimentaria) subieron más que la inflación, lo que remarca el argumento de los especialistas.
Por su parte, Rocío Bisang, de Eco Go, consideró que no es suficiente la baja del IPC para pensar en una potencial disminución de la pobreza, y resaltó que la perspectiva para este año sigue “sin ser buena”.
“Si bien la desaceleración de la inflación puede tener un efecto positivo y contribuir a que la pobreza no siga aumentando (en particular, la baja que estamos viendo en alimentos, que generalmente representa un porcentaje mayor del gasto de las familias de menores ingresos), hay dos puntos clave que van a determinar esto. Por un lado, va a ser importante ver a qué ritmo se recomponen los salarios. Por otro, cómo impacta la recesión en el empleo”, comentó, y aseguró que, pese a esto, manejan un escenario optimista y esperan ver una recuperación lenta a partir de la segunda mitad del año en los ingresos de la gente.
Por otro lado, según Alejandro Giacoia, de Econviews, el precio de los alimentos es lo que más influye sobre la canasta básica y, según el relevamiento de la consultora para las últimas cuatro semanas en ese sector, el índice de precios estaría dando cerca del 9%, lo que significaría que, si se mantiene la tendencia, abril cierre con una inflación de entre 6 y 7%.
“Eso por un lado es importante, porque en la medida en que se estabilice el precio de los alimentos, puede pensarse en que deje de crecer la pobreza. Pero también importa el nivel de ingresos de los hogares, que es contra lo que se compara esa línea”, detalló.
Por lo tanto, es necesario evaluar, a su vez, la recuperación de los salarios y la manera en la que se estabilizan los precios, ya que el ancla que representa el crawling peg (micro devaluaciones del peso) del 2% podría representar un riesgo si no es sostenible.
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