Persianas Bajas. Cerró su peluquería en la cuarentena y ahora vive de changas
"Me ataron de pies y manos", explicó Gustavo Bertelli, que cerró su peluquería porque no pudo seguir pagando el alquiler del negocio. Arrancó el año con poca plata debido a las vacaciones escolares. Y cuando pensaba que la vuelta a clases iba a ayudarlo -marzo es un mes de muchos clientes-, la explosión del Covid-19 y la cuarentena obligatoria llevaron a que sus ingresos no alcanzaran para cubrir todos los gastos.
Por la cuarentena dejó de atender clientes a mediados de marzo. La inmobiliaria le pedía alrededor de $60.000 -para cubrir el gasto de varios meses- como condición para poder seguir estando en el local. Bertelli no pudo hacer frente a todos los gastos, debió cerrar y vaciar su lugar de trabajo. Hoy vive de changas. Lo que fue Pelupekitos, una peluquería infantil en General Pacheco, ahora es una panadería que tiene permitido abrir a pesar de la cuarentena.
Bertelli fue una de las personas que completaron el formulario #PersianasBajas, con el que LA NACION busca testimonios de cierres definitivos de negocios por la pandemia para entender el impacto del Covid-19 en la economía real.
Desde el 20 de marzo pasado, día en el que se decretó el DNU del aislamiento social, preventivo y obligatorio en el país, muchos comerciantes dieron de baja el alquiler. La Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA) confirmó que en el país cerraron entre un 15% y 20% de los locales.
En diálogo con LA NACION, la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Fecoba) confirmó que 23.000 locales comerciales en la Ciudad cerraron por la inactividad de estos meses. Se estimó que el número de clausuras podría elevarse si el confinamiento continua. En la Ciudad, alrededor del 30% de los negocios terminaron yéndose de los lugares que alquilaban.
Alejandro Bennazar, presidente de la CIA, explicó que el arreglo entre los dueños de los locales y los comerciantes dependió de cada provincia y lugar del país. "Hubo contratos que se terminaron, otros que pueden seguir pagando el alquiler porque trabajan y, en otros casos, ambas partes tuvieron que llegar a un acuerdo -comentó-. Para muchos que alquilaban no fue posible subsistir y terminaron dejando el local". Y así fue para Bertelli.
Este mes Pelupekitos hubiese cumplido dos años. "Fueron meses de mucho trabajo. Invertí dinero y todo mi esfuerzo para tener mi propio negocio", contó Bertelli. Después de siete años de trabajar en relación de dependencia soñó con su propia peluquería. La pandemia le puso un freno a esa idea.
Como Gustavo, hay muchos peluqueros que se vieron perjudicados por la situación y fueron exigidos a depender de sus ahorros y, en muchos casos, trabajar en la clandestinidad. "Los que tenían un negocio chico se fundieron: los que teníamos un poco de ahorros estamos esperando para abrir en algún momento y las cadenas grandes seguramente se achiquen", mencionó el peluquero Fabio Cuggini. Explicó también como ellos, al igual que otros comerciantes, están tratando de preservar su capital mientras el horizonte sigue siendo incierto.
El 30 de junio, Cuggini y Rubén Orlando lideraron el "tijeretazo" de un grupo de peluqueros frente a la Federación Nacional de Trabajadores de Peluquería, Estética y Afines (FeNTPEA). Ellos reclamaron la falta de regulación que hay en su sector, declararon no ser representados por su sindicato y su necesidad de trabajar. "No tenemos permisos ni protocolos establecidos. La situación económica nos está agobiando", contó Cuggini.
"No queríamos que la protesta sea masiva, quisimos respetar el distanciamiento social. Vamos a unirnos el 9 de julio a la marcha que se está organizando y en donde todos los ciudadanos vamos a reclamar lo mismo -concluyó Cuggini-. El remedio está siendo mucho más dañino que la misma enfermedad".
El remedio está siendo mucho más dañino que la misma enfermedad
Bertelli quiere esperar a que todo se normalice y así volver a arrancar. "Mientras tanto hago envíos en mi auto y viajes con Uber. Salgo a ganarme los pesos del día a día", dijo. Él esperaba el préstamo a tasa cero del municipio para poder pagar todos los gastos, pero no obtuvo. La única solución que encontró fue cerrar la peluquería. "Hay mucha falta de tacto y entendimiento para los que la estamos luchando", finalizó.
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