Perfiles de la gestión de paz
NUEVA YORK.-Hace cincuenta años el presidente John F. Kennedy hizo algo aparentemente imposible. En lo más agudo de la Guerra Fría, hizo avanzar las dos superpotencias nucleares, Estados Unidos y la Unión Soviética, hacia la paz. Las lecciones del gesto de liderazgo de Kennedy –uno de los grandes momentos de los tiempos modernos– son relevantes directamente hoy.
Narro esta historia llamativa en un nuevo libro, To Move the World (Mover al Mundo) ( http:/jeffsachs.org/books/to-move-the-world ). Para muchos, la guerra entre las dos superpotencias parecía inevitable. La crisis cubana de los misiles de octubre de 1962 creó un ambiente global de temor y pesimismo, y por cierto la creencia de que los Estados Unidos y la Unión Soviética no podían reconciliarse.
Kennedy sabía que no era así. Entendió que gran parte de la peligrosa tensión derivaba de los duros de cada lado, que actuaban como si la paz fuera imposible. Sus acciones de un lado provocaban la respuesta de los duros del otro bando, alimentando una espiral ascendente de desconfianza que fortalecía los extremos en ambos bandos.
Los "expertos" de ese tiempo hablaban del equilibrio de poder nuclear. Creían que ninguno de los dos bandos usaría armas nucleares por el temor a la retaliación. Pero Kennedy reconoció algo mucho más peligroso: accidentes, errores, bluffs, provocaciones por los recalcitrantes errores tácticos podían fácilmente llevar a cualquiera de los dos bandos al pánico. En la crisis de los misiles de Cuba, los Estados Unidos y la Unión Soviética llegaron tropezando al borde del precipicio de la guerra nuclear, no por el deseo de que la hubiera (salvo por unos pocos extremistas calenturientos), sino por una serie de cálculos errados y presiones ejercidas por los duros.
Luego de la crisis, Kennedy estaba decidido a que la retirada del borde del precipicio fuera definitiva. En su extraordinario "discurso por la paz" ( http:/www.jfklibrary.org/Asset-Viewer/BWC7I4C9QUmLG9J6I8oy8w.aspx ) del 10 de junio de 1963, sugirió a los estadounidenses que había una manera de hacer las paces con la Unión Soviética. En vez de lanzar una lista de demandas, Kennedy hizo algo mucho más interesante e inusual: llamó a los estadounidenses a repensar sus propias actitudes respecto de la guerra y la paz.
"Primero: examinemos nuestra actitud hacia la paz misma", dijo Kennedy. "Son demasiados aquellos de nosotros que piensan que es imposible. Demasiados creen que es irreal. Pero ésa es una creencia peligrosa, derrotista. Lleva a la conclusión de que la guerra es inevitable, que la humanidad está condenada, que estamos dominados por fuerzas que no controlamos. No tenemos que aceptar esa visión. Nuestros problemas fueron creados por el hombre y por tanto pueden ser resueltos por el hombre."
Kennedy diagnosticó el problema sucintamente: "Ambos estamos atrapados en un ciclo vicioso y peligroso en el que la desconfianza de un lado genera desconfianza en el otro, y nuevas armas engendran contra-armas". Y su evaluación de la posibilidad de solucionar el problema era igualmente concisa: "Tanto los Estados Unidos y sus aliados como la Unión Soviética y los suyos tienen un profundo interés mutuo en una paz genuina y justa y en detener la carrera armamentista".
El discurso de Kennedy provocó una respuesta altamente positiva de su contraparte soviético, Nikita Khruschev, que llamó al enviado de los Estados Unidos y le dijo que el discurso era el mejor de cualquier presidente estadounidense desde Franklin Roosevelt. En pocas semanas ambos bandos acordaron el Tratado de Prohibición Parcial de Pruebas Nucleares ( http:/disarmament.un.org/treaties/t/test_ban ). Cinco años más tarde, el primer tratado llevó a un segundo acuerdo, aún más importante: el Tratado de No Proliferación Nuclear (http://www.un.org/disarmament/WMD/Nuclear/NPT.shtml).
Kennedy había demostrado una verdad poderosa: "La historia nos enseña que las enemistades entre naciones, tal como sucede con los individuos, no duran para siempre". "Por establecidos que puedan parecer nuestros gustos y disgustos, la marea del tiempo y los eventos a menudo producen cambios sorprendentes en las relaciones entre naciones y vecinos."
Espiral de desconfianza
Esa lección tiene poderosa aplicación hoy. Estados Unidos nuevamente está atrapado en una espiral de desconfianza e incertidumbre con otros países (y lo mismo vale para incontables conflictos alrededor del mundo en los que Estados Unidos no está involucrado). El conflicto de ese país con Irán es un caso poderoso de este tipo; entre otros se incluyen sus conflictos con Cuba y Corea del Norte y también el conflicto israelí-palestino, en el que está profundamente comprometido como soporte de Israel.
En todos estos casos mucha gente considera que el odio y el conflicto son inevitables, debido a un choque fundamental de valores de intereses. Pero esto raramente es así. Aunque Estados Unidos e Irán están sumidos en una espiral de desconfianza, por ejemplo, podría haber bases para restablecer relaciones bilaterales mucho más saludables.
Sin duda, ambas partes ahora están peligrosamente divididas. Su conflicto se ha contagiado a Siria, donde Estados Unidos ahora planea armar la rebelión contra el presidente Bashar al-Assad, en gran parte porque su régimen está alineado con Irán. La guerra civil de Siria es por tanto de modo creciente una lucha por sustitución entre Irán y Estados Unidos (y otros países antiiraníes), con los sirios muriendo masivamente, como víctimas del conflicto de otros.
Ahora que el pueblo iraní ha elegido un nuevo presidente, Hassan Rowhani, ha aparecido la oportunidad para una nueva apertura hacia la paz. Sí, hay cuestiones importantes que debatir, en particular las ambiciones nucleares de Irán; pero varios países en la vecindad de Irán ya poseen armas nucleares, amenazando a toda la región.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, debiera dar los siguientes pasos, tanto con Irán como con otros países (incluyendo Corea del Norte y Cuba). Una década de guerras secretas y no tan secretas, ataques con aviones sin piloto y operaciones encubiertas de Estados Unidos ya es suficiente. Ahora necesitamos urgentemente liderazgo de Estados Unidos que tenga una visión de paz en vez de guerra como solución.
Hace cincuenta años, Kennedy demostró que se podía lograr la paz aun en las circunstancias más difíciles. Su coraje, visión, elocuencia y capacidad política ofrecen un modelo y una inspiración para Estados Unidos y otros países hoy. Entonces, como ahora, el camino a la paz deber ser siempre preferible al callejón sin salida de la guerra.
© Project Syndicate 2013