La agenda laboral del próximo presidente
Desde mañana o, eventualmente, el lunes 25 de noviembre, los argentinos tendrán nuevo presidente electo. No importa su pasado, ideología o extracción política. El que resulte favorecido deberá tener entre sus prioridades resolver la crisis estructural del desempleo. Nuestro mercado laboral no tolera un nuevo período presidencial con más de lo mismo. Se impone una nueva agenda laboral, renovada, estratégica y consensuada. A continuación, una propuesta con seis posibles capítulos del futuro plan de trabajo que podría tener en cuenta quien gobierne hasta 2023.
1. Reforma laboral
Tan trillada como esquiva, es la asignatura pendiente de todos los presidentes de por lo menos los últimos 20 años. A esta altura, la discusión poco pasa por el rol/poder de los sindicatos o la disputa salarial, sino más bien por comprender y subirse a la dinámica y formato que el trabajo ya tiene y profundizará a futuro. Se precisa así de un marco legal más ágil que incorpore y regule los nuevos sectores productivos que florecen (por caso, las fintechs) y las renovadas formas de vincularse con el empleo (colaboradores freelance, trabajo por proyectos o remoto), garantizando para el trabajador derechos hoy inexistentes y generando las obligaciones y garantías correspondientes para el empleador. También se deberá discutir cómo promover o incentivar las reales necesidades del mercado: ¿Deberá haber subsidios para quienes estudien aquellas carreras escasas y que el país demanda? ¿Exenciones impositivas temporales para los empleadores que sumen a sus plantillas profesionales con determinados perfiles o características?
2. Planeamiento estratégico de los Recursos Humanos
La Argentina adolece de un pensamiento estratégico de su fuerza laboral. No ha sido política de Estado pensar, estudiar y diseñar un mercado laboral que genere los recursos humanos que el país precisa para el modelo productivo definido. Nuestro país produce aproximadamente 60 ingenieros en petróleo por año. Vaca Muerta demandará 300. Por cada 100 abogados que se reciben, obtienen su título 33 ingenieros. Sobran para la actual demanda laboral psicólogos, economistas y abogados, pero escasean ingenieros en sistemas, informática o electrónicos. La desocupación entre mujeres jóvenes de 14 a 29 años alcanza el 23%, mientras que los unicornios locales (aquellas firmas que alcanzaron los US$1000 millones de valuación) no pueden crecer al ritmo deseado porque no encuentran el talento necesario. Está clarísimo que algo no cierra. Acercar (cerrar suena ya a utopía) esta brecha entre demanda y oferta laboral es impostergable.
3. Recuperar el salario real
Por segundo año consecutivo los salarios volverán a perder contra la inflación: la diferencia fue de casi 15% en 2018 y será otro 13% en 2019 (valores de estimaciones de septiembre de una inflación de 55% y un ajuste promedio de mercado de 42%). El único oasis (por el momento) que sale indemne es el de los bancarios. Para los demás, tanto fuera como dentro de convenio, la trompada es directa al mentón. Un tercer año seguido de licuación del sueldo asoma insostenible. Tremendo desafío para la nueva gestión revertir esta tendencia y devolverle poder de compra genuino al trabajador de a pie.
4. Profundizar la industria de los servicios del conocimiento
El sector de servicios basados en el conocimiento emplea a 439.000 trabajadores formales en la Argentina y exportó este año cerca de US$6200 millones (valores solo debajo del complejo sojero y de la industria automotriz). Este conjunto agrupa a aquellos que son intensivos en capital humano de alto y mediano nivel de calificación, cuya provisión requiere del uso de tecnologías de información y comunicación. Compañías de tecnología y centros de servicios compartidos confirman el potencial y valor que el profesional argentino tiene para el mundo. Y se aclara, no se reduce a una oportunidad económica. El país apoya este tremendo desarrollo en la calidad del graduado universitario local, el nivel de su idioma inglés, la ventaja del huso horario argentino (versus su competencia en Asia o Europa del Este) y las competencias personales (resiliencia, flexibilidad, agilidad). Sostener y profundizar el crecimiento de este sector para que sea un pilar del futuro mercado laboral argentino es una oportunidad única que no debe desaprovecharse.
5. Reconvertir el empleo público
Según el Ministerio de Producción y Trabajo, a nivel nacional, en julio de 2019, el 26% de los trabajadores registrados se desempeñaba en el ámbito público. Cualquier programa que aspire a la total recuperación del mercado laboral debe incorporar indefectiblemente en su agenda la gestión de estos 3.182.000 colaboradores. Conjunto que (más allá de los reales avances ya implementados por el actual gobierno) precisa en todas las provincias de cirugía mayor. Para, por ejemplo: implementar procesos de búsqueda profesional que objetivamente seleccionen e incorporen al Estado solo a aquellas personas con la calificación necesaria y una genuina vocación; establecer políticas de remuneraciones transparentes que aseguren salarios que respeten equidades internas y la competitividad externa con el sector privado; desterrar todo vínculo laboral precario que no garantice la estabilidad y los plenos derechos del empleado; y diseñar y ejecutar evaluaciones de desempeño que generen los premios (meritocracia) y castigos correspondientes.
6. Educación para el futuro
No son pocos los que sostienen que, ante un mundo tan volátil e incierto, es prácticamente imposible asegurar que el estudio formal es hoy el más adecuado y necesario para el trabajo del futuro. Sin embargo, la Argentina aún la corre de atrás en los deberes básicos de nuestra educación, que es la que, al cabo, condiciona directamente las posteriores posibilidades de inserción a un mercado laboral cada vez más competitivo.
Así pues, además de mejorar notablemente las bases (en la provincia de Buenos Aires solo el 50% de los alumnos termina el secundario), la educación del futuro debiera combinar el renovado conocimiento técnico (tecnología, robótica) con la enseñanza y el ejercicio de las capacidades blandas (por caso: trabajo en equipo, pensamiento crítico, adaptación al cambio).
Sin una educación de calidad y pensada hacia el futuro no generaremos jamás los recursos humanos para el mercado laboral del mañana.
El autor es general manager de GhidiniRodil y autor de Mi Trabajo Ahora