Crisis. El PBI se derrumbó 19,1% en el segundo trimestre, la mayor caída en la historia
Como consecuencia de la cuarentena más rígida para contener a la pandemia del coronavirus, y desde un nivel muy bajo luego de años acumulados de recesión e inestabilidad, la economía argentina mostró en el segundo trimestre del año el mayor derrumbe en toda su historia.
La dirección de Cuentas Nacionales del Indec informó esta tarde que el retroceso fue de 19,1% interanual en ese período, por encima del registrado tras la crisis de 2001, que se verificó estadísticamente un año después, en el segundo trimestre de 2002, con una baja que llegó al pico de 16,3%. La retracción fue también superior al peor momento de la crisis financiera internacional de 2009, que marcó descensos de hasta 11,3% (segundo trimestre), o a los tiempos de cimbronazos cambiarios en el macrismo, que tuvo caídas de hasta 6,2% (cuarto trimestre de 2018). Con relación al primer trimestre, la caída fue de 16,2%.
El PBI del segundo trimestre fue de $606.993 millones. Todos los indicadores de la oferta y demanda globales que lo componen, y todos los sectores reflejaron números en rojo. La mayor caída fue para la inversión, que se hundió 38,4% interanual (levemente por debajo de la que hubo en 2002). Las importaciones cayeron 30,1%; las exportaciones, un 11,7%; el consumo privado cayó 22,3% -por encima de la baja general y la mayor en la historia- y el consumo público, 10,1%. No hubo sector que se salvara, pero la mayor retracción se observó en Hoteles y restaurantes -rubro íntimamente ligado al aislamiento obligatorio- que registró una baja de 73,4%. La construcción tuvo un descenso de 52,1%; la industria, de 20,8% y el comercio mayorista y minorista, y reparaciones, de 16,9%.
El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), un anticipo del PBI, ya había adelantado estos números. Para abril, el mes en el que el Gobierno impulsó la cuarentena para todas las actividades -excepto algunas esenciales- en todo el país, la economía se había desplomado un inusitado 26,4%. No hay dato en la historia que igualara tal guarismo.
En mayo y junio, las caídas fueron importantes (20,6% y 12,3%, respectivamente), pero se desaceleraron. Incluso, hubo un rebote mensual por la apertura gradual de las actividades. Sin embargo, en julio esa recuperación fue menor en la industria y la construcción por la vuelta del aislamiento más estricto por 15 días. Incluso, ese mes algunos datos privados sobre la actividad económica volvieron a mostrar que la economía había entrado en terreno negativo.
Pese a la reestructuración exitosa de la deuda en dólares, el Gobierno enfrenta desde las últimas semanas dos problemas hacia adelante: tras la crisis de oferta por la cuarentena, se agudizó una fuerte caída de ingresos que ya venía afectando la demanda tras las estanflaciones de 2018 y 2019. Por otro lado, la falta de confianza en el peso, con una enorme emisión monetaria, impulsó la desconfianza y el vuelco de los ahorristas al dólar. Esto generó brechas entre diferentes cotizaciones, lo que impacta en las expectativas de los productores. La semana pasada, para dejar de perder reservas, el Banco Central limitó más el cepo.
Hoy, el ministro de Economía, Martín Guzmán, va al Congreso con la intención de presentar el Presupuesto 2021 e intentar restablecer la confianza del mercado. Según los supuestos oficiales, si no hay pandemia, el PBI mostraría el año que viene un rebote de 5,5% (tras caer 12% este año); la inflación rondaría el 29% (más menos cuatro puntos), unos 20 puntos menos que lo que estima el mercado y el dólar oficial sería de $102,4 (con una suba menor al que mostrarían otros precios de la economía). El bache fiscal, en tanto, sería menor al de este año, pero todavía elevado, de 4,5% del PBI (1,7 billones de pesos), que serían financiados en un 60% a través de la emisión monetaria del BCRA. El presupuesto plantea una mejora del consumo privado (5,5%), del público (2%) y de la inversión (18,1%). Las exportaciones mejorarían un 10,2% interanual; las importaciones avanzarían 16,3%.
"El dato muestra la relevancia del sacudón que sufrió el mundo y que afectó a la economía. Una caída sin precedentes en la historia. Una baja de esa magnitud sólo la vimos en 1897 si se observan los registros. Pero quizás lo más grave es detenerse en el antes y el después de este dato. Todos los países muestran caída de actividad en el segundo trimestre del 2020, pero en la Argentina se suma a que de los últimos 30 meses, por ejemplo, 25 ha caído la actividad en términos interanuales. Es decir, veníamos de una economía en recesión a la que se monta el problema de la pandemia. La economía ya estaba en recesión, con este dato ya vamos cuatro trimestres consecutivos de caída interanual del PBI", afirmó a LA NACION el socio y director de la consultora privada LCG, Guido Lorenzo.
"Lo mismo, cuando se mira hacia delante, el tercer trimestre también caeremos cerca del 20% interanual y por el escaso ritmo de recuperación desde un nivel bajísimo de actividad también será muy negativo el registro del último trimestre. Por ello cuando veamos la actividad a fin de año estaremos en niveles de PBI per cápita cercanos al del año 1973", dijo el economista.
"El presupuesto supone que el país va a crecer en los próximos tres años, recién cuando termine el mandato Alberto Fernández llegará a los niveles pre pandemia, que nuevamente, corresponden a una economía que estaba en recesión. En el mensaje del presupuesto se advierte que el ritmo de recuperación está marcado por la disponibilidad de divisas, y si uno mira que ese es el limitante, muy poco margen hay para ser optimistas", cerró.
"Es el peor trimestre de la serie del Indec. Todo en rojo y todo muy negativo", acotó Lorenzo Sigaut Gravina, director de la consultora Ecolatina. "Además hubo una profunda caída desestacionalizada también. Todo estuvo dentro de los previsto como consecuencia de la pandemia, pero también de la férrea cuarentena que adoptó la Argentina", explicó.
"En abril y mayo se paralizó mucho la actividad. En junio ya hubo algo de recuperación, que se consolidó en julio. En agosto hay algo de estancamiento y habrá que ver qué pasa en septiembre con la cuestión cambiaria complicada. Se verá si continua la expansión o si se ve una parálisis. En resumen, hubo una caída brusca, una recuperación por la liberación de la cuarentena, que tiende a amesetarse en niveles inferiores a los prepandemia", agregó.
"Ya desde hace algún tiempo, las consultoras veníamos diciendo que lo peor del año iba a ser el segundo trimestre, porque fue el período donde los efectos de la cuarentena se sintieron con más fuerza. El Indec viene ahora a confirmar que la actividad retrocedió a niveles de 2006, tal como se anticipaba", estimó a este medio Matías Carugati, director ejecutivo de Seido.
"Lo importante es lo que viene. La recuperación va a ser más lenta de lo esperado y con mucha heterogeneidad sectorial. El daño provocado por la cuarentena va a probar ser más profundo y permanente que lo que el Gobierno anticipa, y muchas empresas van a quedar bastante debilitadas después del shock del Covid-19", anticipó el economista.
"Para peor, el Gobierno no tiene demasiado margen para sostener el impulso fiscal, ya que la financiación monetaria del déficit pone presión al mercado de cambios y fuerza al Gobierno a elegir entre seguir regulando y restringiendo el acceso a las divisas al precio oficial, o corregir los desequilibrios con un ajuste discreto del tipo de cambio", dijo y cerró: "Es decir, el dilema es entre ir ahogando de a poco cualquier posible recuperación por falta de divisas o darle un golpe más duro aún a la actividad por la depreciación para luego intentar una salida del pozo con los fundamentos macro algo más balanceados".
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