Patrimonio y ferias, la cuarentena expande el modelo digital
Hasta el momento, la señal más fuerte de los días de cuarentena ha sidola aceleración del paradigma digital, ya anunciado en esta columna como una tendencia fuerte en el mercado de arte. Lo que venía creciendo como modalidad de comercialización se convirtió en una carrera de postas donde compiten formatos diversos y una imparable oferta de "vivos": Zoom, Instagram, Meet, YouTube Live, Stream y todo lo que esté disponible para sumar contenidos al paisaje de #me quedo en casa.
El uso de medios digitales se multiplicó en los últimos dos meses 65 veces. Prácticamente todas las galerías y ferias invirtieron tiempo y dinero para crear muros online. La última incorporación ha sido Art Basel, que decidió no hacer la feria "física", prevista para septiembre en Suiza, y subir el contenido a las salas online, que podrán visitarse desde el 19 de junio.
Es muy probable que esta revolución impulsada por razones no deseadas no tenga retorno. No habrá vuelta atrás porque amplía el radio de acción, democratiza la oferta, facilita la comercialización y crea lazos con audiencias desconocidas que rápidamente se suman a las filas de posibles compradores. Simplemente, en este modelo nadie presiona para cerrar una venta, los precios están a la vista y se puede volver a ver la obra infinitas veces.
El mejor ejemplo es Otra Feria, creada por el emprendedor arty Diego Trulls. Cerró el domingo su tercera edición online con 100 galerías, 100 artistas y dos características que han sido la clave del éxito: bajo costo y carácter federal.
Galerías de todo el país muestran sus obras en la plataforma creada por Trulls, que agrega contenido con oferta de "vivos" por Instagram para fidelizar al público. Lo más interesante de Otra Feria es su capacidad para difundir obras de artistas contemporáneos, de corta o larga trayectoria, sin límites y sin condiciones, en los muros de galerías con y sin historia.
No hay curadores ni comité de selección. Trulls activa su artillería digital, dedica muchas horas al trabajo y capitaliza la experiencia de años como comunicador y jugador activo en el mercado de arte. El formato beneficia tanto a los compradores de menos recursos, que acceden a obras de precios muy accesibles, como a los poderosos que usualmente no cruzan el umbral de una galería, solo por no quedar al descubierto si ignoran ciertos códigos del circuito.
Otra iniciativa brillante de la cuarentena digital es el curso organizado por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos, impulsado por su presidenta, Teresa de Anchorena, para difundir urbi et orbi el patrimonio arquitectónico argentino. Por YouTube Live, en 20 clases de 90 minutos, un curso gratuito que abarca de las Estancias Jesuíticas de Córdoba al prodigioso racionalismo porteño, con esa secuencia excepcional que se extiende por Avenida del Libertador. No en vano Buenos Aires y La Plata están en la lista de candidatos a ser patrimonio de la humanidad de la Unesco.
Clases dictadas por expertos para conocer el patrimonio que tenemos, porque no se ama lo que no se conoce. La convocatoria resultó un éxito, con más de 16.000 inscriptos, número que refleja el interés masivo por un tema que muchos pensaban era para pocos. Craso error.
El patrimonio es hoy en el mundo un poderoso imán para el turismo y puede ser un formidable negocio. Así lo entendió España. Primero vendió el sol como atractivo, en el genial logo pintado por Joan Miró que es la marca país, y después puso los euros necesarios para hacer de los paradores nacionales una cadena hotelera con las estrellas del patrimonio. El mejor ejemplo es el Hostal de los Reyes en Católicos en Santiago de Compostela. Un lugar con historia, encanto y confort ubicado en el mejor lugar de la ciudad meca de los caminantes compostelanos.
El futuro, cuando sea real la "nueva normalidad", tendrá como uno de los motores de la reactivación el turismo interno.
Conocer y visitar las maravillas que tiene la Argentina exige también poner a punto la infraestructura e imaginar posibles iniciativas que hagan del patrimonio un recurso sustentable.
Y cuando las fronteras se abran nuevamente al turismo internacional se podrá comprobar que la gente viaja para descubrir el encanto de lo propio; comer una empanada de carne cortada a cuchillo bajo un algarrobo añoso en la Hacienda de Molinos suma más a la "experiencia" del viaje que el lobby refrigerado de un cinco estrellas.
El paso que sigue es hacer del patrimonio, recurso no renovable, un recurso sustentable. Un buen ejemplo los dieron los jesuitas en el siglo XVII, cuando construyeron, entre criollos y europeos, esa joya que es la manzana jesuítica de Córdoba, declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2000. La iglesia de la Compañía, la Capilla Doméstica, el Noviciado, el Colegio Máximo, un "sistema" formal para cumplir con la misión sostenido por el "sistema" productivo de las Estancias Jesuíticas de la Candelaria, Santa Catalina, Caroya, Jesús María y San Ignacio. Una cadena sustentable para hacer posible la misión espiritual. Clase 3 del curso de patrimonio.