Patricio Carmody: "los países apuntan a reducir su dependencia de China"
Para Patricio Carmody, miembro consultor del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), de Cippec y profesor de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Austral, en el comercio global va a haber más producción on shore y menos interdependencia, especialmente con China. El especialista en relaciones internacionales también cree que es un momento oportuno para que la Argentina se replantee, con la misma seriedad con que está enfrentando el Covid 19, el modelo de desarrollo para el país, una discusión que se evitó en el gobierno kirchnerista y también en el de Macri. Con menos margen de maniobra económica desde el ámbito privado y público, enfatiza, es indispensable direccionar los recursos de manera eficiente y no despilfarrarlos. Además, el comercio es importante no sólo por el ingreso de divisas que genera sino también por la transformación del aparato productivo que acarrea.
P– ¿Qué cambios se vienen en el comercio global?
R–Veo dos grandes transformaciones en términos generales. Una es que el mundo globalizado, construido sobre un sistema de interdependencias, está siendo cuestionado y hasta el propio presidente francés, Macron, afirma que ha ido demasiado lejos. Al haberse parado los tráficos, los vuelos y todo tipo de transporte, se pusieron más en evidencia los riesgos de la sobre dependencia en las cadenas globales de producción y suministro. En los Estados los Unidos, por ejemplo, el 72 por ciento de los productos farmacéuticos que se consumen se fabrican fuera del país -en Europa, India o China-, y en el caso de los antibióticos, el 97 por ciento.
Esto lleva a la renacionalización de la producción de determinados ítems, que es la otra transformación. Países que estaban acostumbrados a hacer ciertos productos off shore, ahora se mueven para traerlos de vuelta a su costa (on shore) o más cerca, de manera de no depender de terceros y, en particular, de China.
P– ¿Y los obstáculos inmediatos?
R–En el corto plazo, se plantea, entre otros, el desafío de la seguridad alimentaria, que va a traer costos que antes no se consideraban.
P–¿Cómo se reducirá en la práctica esa interdependencia que menciona?
R–Por lo pronto, los Estados Unidos va a disminuir su interdependencia con China. De hecho, muchas compañías norteamericanas están considerando instalar empresas manufactureras en la frontera del lado mexicano, donde ya se registra un movimiento importante de compra de tierras. A este comportamiento yo no lo llamaría aislacionismo sino más bien medidas de autosuficiencia en materias estratégicas; es querer asegurar la salud y los bienes básicos de la propia sociedad. Igualmente, antes de que explotara el coronavirus, los Estados Unidos había firmado un nuevo tratado de acuerdo comercial con China que quiere que se cumpla.
Si tomamos a Europa como segundo eje, allí hay posiciones con matices. Macron, por su parte, opina que el offshore es insostenible y que hay que recuperar la soberanía industrial mientras que la presidenta de la Comisión Europea aboga por invertir en cadenas de valor estratégicas, disminuyendo la dependencia de China y trayendo la producción hacia Europa del Este o lugares más cercanos y baratos.
Una tercera opinión europea subraya que autonomía estratégica no equivale a autosuficiencia y que por ende es necesario devolver parte de la producción al continente europeo pero también diversificar las fuentes. En todo caso, se percibe que cada uno de estos países realizará un análisis sector por sector para determinar qué elementos son estratégicos y no deben depender de China.
Además, habrá una reducción notable en cuanto al intercambio de tecnologías de avanzada con China. Un ejemplo de lo que no puede volver a ocurrir es lo que pasó con el famoso laboratorio de Wuhan, que fue hecho con know how francés, aprobado por el gobierno galo e inaugurado con la presencia del primer ministro francés, Cazeneuve.
P–¿De qué manera le impacta a Argentina la pandemia?
R–Brasil es el número uno como destino de nuestras exportaciones y China, el número dos (van a China el 90 por ciento de los productos de soja, 75 por ciento de la carne bovina y 22 por ciento de la carne porcina). Al cerrarse China, parecía que la demanda iba a disminuir y que bajarían los precios. Sin embargo, los precios cayeron al principio, pero se recuperaron bastante bien en los tres productos importantes que exporta Argentina: el maíz, el trigo y la soja. Los alimentos son necesarios y la gente los va a seguir consumiendo. Para la carne se espera un rebote en la segunda mitad del año.
P– ¿Algún beneficio para el país en este escenario?
R–La ventaja de la Argentina es que vende alimentos y esto no se ha parado. Es necesario aprovecharla y vender más a India, a los países de Asia (como Vietnam, Indonesia, Tailandia y Malasia) y las oportunidades que se presenten en Medio Oriente. Por lo menos este año y en un nivel mundial, la demanda va a enfocarse en los productos esenciales. Ahí tenemos entonces una ventaja relativa. •
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