Parte de la receta para atraer dólares ya se había aplicado sin resultados en diciembre de 2013
El antecedente y la falta de incentivos más concretos para que los exportadores liquiden divisas es lo que mantiene desconfiado al mercado
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Parte de la receta que comenzó a usar el Gobierno para alentar la liquidación de dólares sojeros ya había sido utilizada en diciembre de 2013 por la administración de Cristina Kirchner. En aquel entonces, al no tener los efectos esperados, precipitó lo que vino después: el recordado salto cambiario de la tercera semana de enero de 2014 que aceleraría meses después la inflación y la dejaría en adelante con un piso más elevado.
El antecedente revela el recelo con que fueron recibidos por el mercado los anuncios del flamante ministro de Economía, Sergio Massa, en el tema cambiario.
Si bien partió de un diagnóstico realista (”a la economía le faltan dólares y le sobran por mucho los pesos”, se podría resumir), las medidas que anunció para tratar de atraer dólares, a juicio del mercado, se quedaron “cortas”, por lo que difícilmente solucionen la crisis cambiaria.
La similitud surge por la renovada oferta de una letra para quienes liquiden divisas, en este caso, para alentar la llegada de fondos destinados a prefinanciar exportaciones.
El jueves 12 de diciembre de 2013 el gobierno había lanzado una Letra Interna ajustable por la variación del tipo de cambio oficial a 180 días de plazo, que prometía una tasa extra de 3,65%, para alentar a que los exportadores cerealeros se apuraran a liquidar sus dólares y permitieran una recuperación parcial de las reservas. Era un título que buscaba captar entonces anticipos por unos US$2000 millones para que el ente monetario pudiera llegar con aire a marzo-abril, cuando empieza la liquidación de la cosecha siguiente.
“Esos desembolsos no sucedieron y en enero de 2014 la devaluación resultó inevitable”, apuntó en un informe la consultora Delphos Investment, al repasar aquel antecedente.
Como recuerdan, aquellos cálculos oficiales pecaron de optimistas, por lo que entre los días miércoles 22 y viernes 24 de enero de 2014 el BCRA dejó subir el tipo de cambio mayorista de $6,91 a $8,02 por dólar; es decir, habilitó una devaluación del peso de 16,1% en apenas dos días, cuando venía de validar depreciaciones del 14% en todo 2012 y del 29% en todo 2013 para poder dejar de intervenir en el mercado perdiendo así reservas.
La entidad, entonces a cargo de Juan Carlos Fábrega, venía de perder por esa vía unos US$6000 millones en los cuatro meses previos, y así buscó evitar que su tenencia neta de reservas (que era muy superior a la actual) se evapore, algo que comenzó a lograr desde febrero, cuando recompró unos US$1660 millones, cifra apenas menor a los US$1750 millones que había terminando vendiendo en enero.
Esta vez la Letra sólo estará disponible para las empresas que capten del exterior financiamiento para sus próximos embarques y se allanen a depositar esos fondos en una cuenta en dólares en un banco local, lo que habilitará a la entidad financiera a licitar ese papel en dólares a 180 días -aunque con chance de precancelación anticipada- que el BCRA ofrecerá con un spread (diferencial de tasa) a determinarse en la licitación sobre la tasa SOFR (actualmente en 2,6%).
Pero se abrió además la posibilidad al resto de los exportadores que anticipen liquidaciones más de 30 días respecto del plazo obligatorio que fija el régimen cambiario, a que puedan colocar los pesos que obtengan en las cuentas dollar-linked, que hasta la semana pasada sólo estaban habilitadas para productores sojeros.
“Se intenta aumentar los ingresos de divisas por prefinanciaciones a la espera de que los productores vendan los granos. Pero no se modificaron aún los escasos incentivos de la operatoria del ‘dólar soja’, por lo cual los productores probablemente sigan muy reticentes a comercializar los granos”, observó Leonardo Chialva, economista director de Delphos Investmen.
Por lo pronto, hasta ahora los anuncios no cambiaron la preocupante e insostenible dinámica que exhibe el mercado oficial de cambios. El BCRA debió desprenderse de unos US$700 millones en los primeros cinco días de agosto, ampliando incluso la mala performance registrada en las primeras cinco ruedas de julio, y así las ventas acumuladas en menos de 40 días alcanzan los US$2000 millones, dejando a las reservas netas en zona crítica, e incluso a las brutas en el menor nivel desde la firma del acuerdo con el FMI, en marzo pasado.
“Indudablemente se quedaron cortos en la parte del dólar oficial: el BCRA sigue perdiendo reservas y le quedan sólo US$2000 millones en reservas netas, aunque como las líquidas son negativas en casi US$5900 millones, cabe suponer que la entidad ya se está endeudando con parte de sus activos como garantía, ya sea con el oro o con los encajes de los bancos. No es casualidad que los depositantes privados hayan sacado US$1000 millones en el último mes”, advierte el economista y consultor Fernando Marull (FyM).
En igual sintonía, su colega Nery Persichini (GMA Capital) opina que “las primeras medidas de Massa fueron por el camino de la racionalidad, pero se quedaron cortas”. Agregó: “A la falta de detalles de muchas de las intenciones en lo fiscal, se le sumó la ausencia de medidas concretas con relación al tipo de cambio, un tema sobre el cual el mercado estaba expectante. Así, nada parece haber cambiado en relación a una cuestión medular que pasa por conseguir dólares genuinos que están en el país, pero que, por pobres incentivos, no son vendidos”.
Mientras tanto, la expectativa está puesta en el arranque que tendrá la plaza cambiaria desde hoy y lo que pueda aportar el diálogo previsto con la Mesa de Enlace. Mientras tanto, el Gobierno espera concretar la reventa de barcos regasificadores que ya habían sido adquiridos y que finalmente no serían necesarios esta temporada, para que el esmeril que la demanda de divisas para pagar esas importaciones produjo en las reservas no sólo se detenga sino que, en parte, sea revertido.
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