Para tener una economía activa necesitamos un país sano
Parece insólito, pero para salvar al país nos tenemos que quedar en casa. Para los que tienen un empleo formal pareció una gran noticia; para muchos pequeños y medianos comercios, el último tiro de gracia en medio de una crisis; para los monotributistas, autónomos y trabajadores informales, una doble pesadilla, y para los excluidos de la cuarentena, el reconocimiento del pueblo que nunca esperaron.
Y así, finalmente, un día el país aplaudió a los médicos y auxiliares de la salud desde los balcones, las economías regionales ratificaron su compromiso con la producción de alimentos, los comercios de barrio recibieron a los vecinos con más vocación de servicio que nunca, la policía hizo cumplir la orden presidencial y nuestras Fuerzas Armadas se pusieron al frente para ayudar a combatir esta pandemia, fabricando insumos a contrarreloj y preparando instalaciones sanitarias, esperando el pico máximo de infectados.
Y por primera vez viajamos en el transporte público con respeto, sin empujar, sin estar uno encima del otro peleando por un lugar. Y un día los vecinos se unieron para cuidar entre todos la higiene y tenderles una mano a los que no pueden salir; y especialmente llegó el gran día en que todos nos preocupamos por cuidar a nuestros mayores.
Esta pandemia seguramente dejará fenómenos sociales y económicos que varias generaciones nunca imaginaron. Para muchos esta cuarentena representará un gran desafío de supervivencia con sus parejas y la familia; para los que los atrapó la soledad; un momento de reflexión, y para algunos que tenían un perro como mascota olvidada, ahora es el único y mejor compañero de salidas.
Mientras tanto, el país se paraliza y la actividad económica se irá desmoronando progresivamente. Desde la CAME sabemos que muchos rubros están muy afectados y no bajaremos los brazos para apoyarlos. Hay que pagar sueldos, moratorias, impuestos, alquileres, deudas bancarias y una enorme lista de obligaciones, y sin recaudación no hay ingresos para enfrentarlas. Pero para activar la economía necesitamos un país sano.
Toda la sociedad en su conjunto es responsable de lo que suceda. El momento no admite conductas irresponsables, especulaciones ni rebeldía ante la orden de quedarse en los hogares.
No hay que generar pánico, pero sí conciencia. La única forma de salir lo más rápido posible es estar juntos, a la distancia, pero más unidos que nunca.
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