Para el Banco Santander, los controles de precios no son “eficaces” y piden prudencia fiscal y monetaria
El presidente del Banco Central brasileño, Roberto Campos, participó de la International Banking Conference organizada por el Banco Santander; también hablaron dos de sus economistas jefes, Juan Cerruti y Rodrigo Park
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MADRID.- Como un rockstar, lo sentaron junto a la dueña de casa en el panel que abría el encuentro financiero anual. Por el interés que generaba su presencia en el auditorio, fue además el primero en ser consultado. “No hablamos de política”, afirmó serio sobre los resultados de las elecciones de Brasil, aunque reconoció que el país está muy dividido. “Nuestra principal función es luchar contra la inflación”, sentenció Roberto Campos, presidente del banco central brasileño, reconocido hoy por ser el primero de los banqueros en el mundo en subir agresivamente las tasas de interés y en acumular tres meses de deflación.
Mientras el gobierno argentino insiste en que la solución a la inflación implica de algún modo a la Secretaría de Comercio y sus congelamientos de precios, en la International Banking Conference organizada por el Banco Santander el consenso global era la necesidad de una política monetaria “prudente” por parte de los bancos centrales. “Los acuerdos de precios no son eficaces en el largo plazo”, dijo Rodrigo Park, economista jefe del Banco Santander en la Argentina, ante una consulta de LA NACION. El especialista de la entidad financiera señaló que, en caso de aplicarse un congelamiento, deben ser parte de un plan.
Anteriormente, Park había señalado como ancla clave a la prudencia fiscal. “El Estado gasta más de lo que recauda y eso golpea la demanda de dinero. Hay un aumento de la inflación porque el déficit se financia con emisión”, agregó el experto. No fue una opinión aislada, sino casi calcada a la de sus colegas de Brasil, Chile y México que expusieron en el XIX Encuentro Santander América Latina en la ciudad financiera.
La mirada en Brasil
Pero más temprano, y más allá de la coyuntura argentina, Campos había sido el faro de atención por el contexto global: este será el año recordado por la vuelta de la inflación al mundo tras 40 años. Incómodo por las presuntas políticas, el economista formado en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) afirmó que “trabajará con el nuevo gobierno (el de Lula) de la mejor manera posible”. Luego, ante una consulta por los precios, dijo: “Me encanta que me pregunten de inflación. Me siento más cómodo”.
“Nuestra interpretación era un poco distinta, porque hemos vivido una alta inflación en el pasado”, dijo el hombre cercano a Paulo Guedes, ministro de Economía de Brasil, que a su vez mencionó la dislocación en la demanda de bienes y de energía que tenían en el radar. “Nos dimos cuenta de que la inflación iba a ser persistente y que teníamos que actuar”, aclaró. Luego señaló los dos errores de calibración que suelen tener de los banqueros centrales a la hora de aplicar política: el primero, hacer demasiado; el segundo, hacer muy poco. El primero profundiza la recesión; y el segundo no termina de frenar a la inflación.
“Había que colocar al país en una recesión”, estimó al explicar las rápidas subas de tasas de interés y recordó el problema de sequía que hizo que el impacto de los precios de la energía fueran anteriores en Brasil a la suba global provocada por el conflicto en Europa del Este. Luego criticó que muchos gobiernos estuvieran “muy cómodos” imprimiendo dinero a tasas bajas. “Hay que pagar por ello”, afirmó y cuestionó cómo afectan a la credibilidad los impuestos sobre el capital para pagar aquella factura.
“Subieron los precios de la energía y no sabíamos qué hacer. Me preocupé por lo que vi. La reacción entonces fue automática”, dijo y cuestionó a los países que quisieron limitar exportaciones, pusieron impuestos a los beneficios o pisaron precios distanciándolos de lo que pasa en el mercado, lo que impacta en la productividad. Celebró que exista un banco central independiente y criticó el impacto de la polarización política, ya que genera que no se puedan implementar políticas que generen una mayor productividad. Básicamente, lo que se traduce en la imposibilidad de que los gobiernos encaren reformas.
La agenda, presentada por la presidenta ejecutiva del Grupo Santander, Ana Botín, mostró a la crisis como oportunidad. Básicamente, se reclamaron nuevas reglas para impulsar la transformación financiera y energética. Son los dos cambios acelerados por la invasión de Rusia a Ucrania y la pandemia. Además, la vicepresidenta primera de España y ministra de Economía, María Calviño, alertó por el impacto que tendrán las subas de tasas en todo el mundo en la economía. “Será un reto para las familias”, dijo refiriéndose al mercado inmobiliario español, afectado por la burbuja en 2008. “No hay un problema macroeconómico o financiero. Es muy diferente que en el pasado”, aclaró para evitar comparaciones.
El impacto de los shocks de oferta
Ya cerca del mediodía español, el economista en jefe global del Banco Santander, Juan Cerruti, dio frente a los periodistas latinoamericanos su visión sobre la actualidad del mundo. Recordó que en los últimos 36 meses hubo dos shocks de oferta -el último, la crisis del petróleo, había sido hace 50 años- y explicó que hay cuatro razones que impulsan los precios: los cuellos de botella tras la pandemia, las alzas de precios de energía y alimentos, las políticas monetarias y fiscales expansivas, y los cambios que se registran tras la pandemia en el mercado laboral. “Hoy ocho de cada 10 bancos centrales suben las tasas de interés. Es algo que no pasa desde los 80″, dijo Cerruti y aclaró que en América latina además “hay inercia”.
Park retomó el panorama argentino. Recordó la elevada “volatilidad” que caracteriza a la economía argentina con una “incertidumbre” muy superior al resto de los países, incluso de la región. Dijo que, desde 1960 se acumulan 14 recesiones y 24 caídas del PBI, y que desde 2011 el PBI per cápita cae un 14%. La desconfianza es tan grande que fuera del sistema los argentinos tienen US$400.000 millones. Un PBI.
Para cerrar, pidió cumplir el acuerdo con el FMI para balizar las expectativas del mercado, y prudencia fiscal y monetaria para “evitar que la inflación se dispare”. Pese al contexto actual desfavorable, afirmó que la Argentina tiene muchísimo potencial. Aclaró, claro, que para eso falta confianza y se necesita largo plazo.
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