Para EE.UU., el peso mexicano será más decisivo que lo que haga Ford
Las consecuencias no buscadas de las políticas que promete Donald Trump
Aunque todavía no ha asumido como presidente de Estados Unidos, Donald Trump ya obtuvo la primera victoria en su campaña para impedir que los extranjeros les roben empleos a los estadounidenses. El jueves pasado, Trump reveló que Ford Motor Co. mantendrá la producción de un todoterreno en Kentucky en lugar de trasladarla a México.
No obstante, otro anuncio hecho ese mismo día probablemente tendrá más importancia para el comercio exterior estadounidense, aunque no necesariamente en la dirección que desea Trump. En respuesta a la caída de 11% que acumula el peso mexicano desde la elección del empresario neoyorquino, el Banco de México elevó en medio punto porcentual la tasa de interés interbancaria. Al banco central del país latinoamericano le preocupa que la depreciación de la moneda estimule la inflación y con el aumento de las tasas restringirá el gasto y contendrá las presiones sobre los precios.
La combinación de un peso más débil y tasas de interés más altas reducirá la demanda mexicana de importaciones estadounidenses y, dependiendo de cómo reaccionen las exportaciones, probablemente ampliará el déficit comercial de EE.UU. con México.
Esto, por supuesto, es lo opuesto de lo que pretende Trump. Durante la campaña mencionó el elevado déficit comercial de EE.UU. como prueba de cómo los extranjeros engañaban al país a través de acuerdos mal negociados como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, las políticas fiscales y comerciales que predica Trump están en conflicto. Sus planes para reducir los impuestos y aumentar el gasto en infraestructura inflarán el déficit presupuestario y estimularán una economía que ya está cerca del pleno empleo. Para impedir un brote inflacionario, la Reserva Federal deberá elevar las tasas de interés en forma más acelerada, lo que a su vez puede impulsar el dólar. La combinación de una moneda más fuerte y una mayor demanda interna frenará las exportaciones y absorberá las importaciones, ampliando el déficit comercial.
Esto será cierto incluso en el caso de que un eventual recorte de los impuestos corporativos aumente la inversión del sector empresarial. Cuando la inversión aumenta pero los ahorros caen (debido al aumento del déficit fiscal), y suponiendo que todas las demás variables no cambian, el déficit de cuenta corriente, que abarca tanto los ingresos comerciales como de la inversión, debe expandirse.
Es demasiado pronto para saber a cuánto ascenderá la reducción de impuestos o el alza del gasto que decidan hacer Trump y el Congreso, si es que la hacen. Los mercados, sin embargo, ya hacen sus apuestas. Desde el día de la elección hasta la tarde del miércole, los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. acumulaban, según el WSJ Dollar Index, una apreciación de 4% frente a una canasta de monedas, especialmente contra las de mercados emergentes. El yuan ha caído a un mínimo de ocho años.
El golpe sufrido por el peso mexicano ha sido doble: la amenaza de tasas de interés más altas en EE.UU. y el riesgo de recesión debido al proteccionismo estadounidense. La amenaza de Trump de renegociar o desmantelar el Nafta podría socavar seriamente la economía mexicana, que está estrechamente integrada con las de EE.UU. y Canadá.
El impacto preciso del tipo de cambio no está claro. En todo el mundo, el comercio se ha vuelto menos susceptible a las divisas a medida que las cadenas de suministros se han integrado. Debido a que México produce muchos componentes de productos industriales ensamblados en EE.UU., el principal motor de las exportaciones mexicanas a este país no es el tipo de cambio, sino la producción industrial y las exportaciones de EE.UU., según un informe reciente del banco central mexicano.
Las importaciones mexicanas, por su parte, están influidas por la demanda de componentes por parte de las compañías estadounidenses, pero también son fuertemente impulsadas por la demanda de los consumidores, en particular la de productos agrícolas de EE.UU.
Luis Arcentales, economista de Morgan Stanley, estima que el déficit comercial de México probablemente se reducirá en los próximos meses debido más a la caída de las importaciones que al aumento de las exportaciones, como ocurrió en Brasil y Chile. (México tiene un superávit comercial con EE.UU., pero un déficit con el resto del mundo).
La decisión de Ford de mantener la producción de sus todoterrenos en Kentucky en lugar de México reducirá marginalmente las importaciones de México. Pero eso probablemente será menos importante que si un descenso del consumo mexicano y un dólar fuerte golpearan las exportaciones estadounidenses. Esas serían las consecuencias involuntarias de las políticas de Trump.
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