Panorama para la economía global 2022 de la OCDE: visión optimista, pero con riesgos a la baja
La entidad sostiene que a partir del corriente año, y luego de una recesión de -3,4% en 2020, la economía global ha iniciado su recuperación; pero aclara que lo ha hecho con un claro desbalance de las tasas de crecimiento regionales, especialmente entre las economías desarrolladas y las emergentes de bajos ingresos
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La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) se halla integrada por 35 países miembros, los cuales cubren más del 75% del PBI mundial. Su objetivo principal es promover políticas públicas que favorezcan la prosperidad, la igualdad de oportunidades, el bienestar económico de la población y que -a su vez- morigeren el impacto negativo de la corrupción y la evasión fiscal.
Debe destacarse que la entidad goza de un amplio y merecido reconocimiento por la seriedad y el elevado nivel profesional de sus diagnósticos y proyecciones macroeconómicas que, sin duda, aportan a la formulación de las políticas mencionadas en el punto anterior. A este respecto, resulta interesante analizar en forma sintética su último Informe de Perspectivas Económicas, publicado a principios del corriente mes.
La entidad sostiene que a partir del corriente año, y luego de una recesión de -3,4% en 2020, la economía global ha iniciado su recuperación; pero aclara que lo ha hecho con un claro desbalance de las tasas de crecimiento regionales, especialmente entre las economías desarrolladas y las emergentes de bajos ingresos. En efecto, las primeras se están recuperando rápidamente a una tasa promedio anual para 2021 del orden del 5,5%, mientras que las segundas apenas alcanzan un 2,5%. A este respecto, cabe destacar que las economías con bajos ratios de vacunación -debido a sus dificultades para flexibilizar recesivas restricciones pandémicas- son las que muestran menores tasas de crecimiento.
Ahora bien ¿cuáles han sido las políticas que permitieron tan acelerada recuperación de la economía global? La respuesta debe hallarse en la rápida implementación, por parte de la mayoría de los países, de políticas de estímulo tanto monetarias (fuerte inyección de dinero, sumada a tasas de interés en niveles mínimos históricos), como fiscales (aumento keynesiano del gasto público).
Como contrapartida, dichas políticas -sumadas a un fuerte incremento en los costos de energía, disrupciones temporales en las cadenas de suministros de bienes intermedios y desfasajes entre la oferta y la demanda laboral- han ido generando presiones inflacionarias que se ubican muy por encima del 2% anual fijado por la mayoría de los principales bancos centrales como meta. En efecto, para el corriente año la OCDE estima para sus países miembros una inflación anual del orden del 5% y para la economía global una tasa promedio no inferior al 6%. Sin embargo, la entidad estima que a principios de 2022 comenzará un gradual endurecimiento monetario (suba de las tasas de interés y cese de la inyección de dinero); lo cual -junto a una previsible disminución del costo de la energía, una normalización de las actuales disrupciones en las cadenas de suministros y una mejora en los mercados laborales- permitiría una gradual pero sostenida convergencia hacia el objetivo ya mencionado del 2% anual.
A estos elevados niveles de inflación de 2021 se le ha sumado otro factor de incertidumbre, que es el lento y gradual avance de los niveles de vacunación. En efecto, hasta que no se logre la llamada inmunización de rebaño (más del 70% de la población con vacunación completa), los peligros de nuevos brotes -con sus negativas consecuencias económicas- no pueden descartarse.
A partir de este complejo escenario, la OCDE estima un crecimiento global del 5,6% para el corriente año, con una desaceleración en 2022 y 2023 al 4,5% y 3,2% respectivamente.
Sin embargo, y más allá de esta visión, la entidad advierte que sus proyecciones tienen un alto grado de incertidumbre; con claros riesgos a la baja. En efecto, los factores que pueden jugar en contra son: mayor inflación que la pronosticada, un nuevo aumento del costo de la energía, mayor demora que la prevista en lograr el cese de la disrupción de las cadenas de suministros, aparición de nuevos brotes pandémicos, menor eficacia en los planes de vacunación, apresuramiento o lentitud en el endurecimiento monetario y/o exacerbación de los conflictos geopolíticos.
En síntesis, la entidad es relativamente optimista respecto a la evolución de la economía global para el período 2022/2024; esto es: crecimiento con cierta desaceleración, inflación decreciente y baja del desempleo. Sin embargo, simultáneamente, advierte de la existencia de claros riesgos a la baja que podrían modificar significativamente sus actuales proyecciones; con todas las consecuencias negativas que ello implicaría para la estabilidad de los mercados financieros.