Coronavirus. Qué impacto tiene la crisis en el trabajo, los ingresos y el consumo actual y futuro
Los argentinos están, sin dudas, preocupados por la crisis vivida a partir de la llegada al país del coronavirus y por lo que podrá venir luego. Concretamente, tienen temores por el futuro de la economía: apenas un 25% es optimista y cree que la recuperación se dará entre los próximos dos o tres meses. En nuestro país y en Brasil es donde menos confianza hay, dentro de la región, en un rebote económico pospandemia que llegue de manera relativamente rápida. En un plano general, los dos temas que más preocupan son el cuidado de la familia y la economía del país. El 77% y 76%, respectivamente dice estar "muy preocupado" por esas cuestiones.
Las cifras surgen de un estudio realizado en la Argentina y también en otros países por la consultora McKinsey & Company, a cuyas conclusiones accedió la nacion.
"Me toca ver los distintos reportes de los países y los resultados están en general en línea con las expectativas; esta es una crisis sin precedentes. Pero en el caso de la Argentina, que tiene una situación endeble, los números son llamativos. Había expectativa de ver una contracción en los gastos, pero cuando se ven los números, son fuertes", dice Francisco Ortega, Senior Managing Partner de McKinsey para Latinoamérica.
La encuesta local, realizada entre el 7 y el 12 de abril con consultas a más de 1000 personas que viven en las principales ciudades del país, arroja como conclusión que hay un consumidor preocupado por el futuro, con implicancias en el gasto, en el ahorro y en el cambio de hábitos.
¿Las mismas conclusiones podrían aplicarse a todos los segmentos de la sociedad? "Si bien la muestra trata de ser lo más representativa posible, se hace más difícil llegar a los estratos muy, pero muy bajos. Somos conscientes de que ese segmento de la población puede estar subrepresentado, pero no habría un cambio dramático en el resultado", aclara Ortega.
Los efectos del coronavirus y la cuarentena en los bolsillos de los argentinos fueron impactantes: un 66% vio bajar sus ingresos y poco más de la mitad tiene problemas para cumplir con sus obligaciones financieras. Si bien esa realidad estuvo, en los inicios, mayormente vinculada al cuentapropismo, también está presente entre los asalariados. Ante la situación, la Confederación General de Trabajo (CGT) selló con la Unión Industrial Argentina (UIA) un acuerdo para fijar un techo del 25% en los recortes de los salarios que sufren los trabajadores cuando se acuerdan suspensiones en actividades paralizadas. Los mecánicos representados por el sindicato Smata, por ejemplo, avalaron una quita del 25% en varias compañías. Y hay gremios que aceptaron rebajas superiores (antes del acuerdo marco), a cambio de que no haya despidos. Es el caso de los petroleros (con reducciones de entre 30% y 32%), o el de los metalúrgicos (30%).
Según los resultados de la encuesta de McKinsey, el 46% de los trabajadores consultados hace sus tareas desde sus casas por la pandemia.
En tanto, un 23% sale de su casa para ir al lugar de trabajo y el 31% restante dijo que, si bien tiene una ocupación laboral, no está trabajando ahora. El cuadro de situación difiere en la franja de quienes tienen de 18 a 24 años: allí el 54% afirmó que no está haciendo sus tareas, mientras que el 32% teletrabaja y el 13% va a su trabajo.
El estudio también arroja que el total de ocupados full time cayó, hacia mitad de abril, en un 13%. "Los más castigados son los que perciben menores sueldos, dado que están en actividades o industrias que se vieron más afectadas, y son las que, históricamente, generan gran cantidad de empleo, como el caso del sector del esparcimiento, los restaurantes o el turismo. Todas las cadenas de valor de esas industrias consumen mucha mano de obra con sueldos bajos", explica Ortega. El informe muestra que el 43% de la población tiene miedo de perder su trabajo.
Del lado de las empresas, el desafío es cómo sostener el pago de salarios con facturación cero. En los últimos días comenzaron a llegar las ayudas del Estado para que eso sea posible, aunque en algunos casos se hizo difícil acceder, por ahora.
Despegar, la plataforma de venta online de servicios de viajes suspendió a 500 trabajadores (el 35% de su plantilla) hasta septiembre. Otra firma del rubro, Almundo, no descarta próximas suspensiones. La hotelería tampoco registra ingresos. La Asociación de Hoteles de Turismo, que representa a 320 hoteles de 4 y 5 estrellas, con 15.000 trabajadores, tiene 250 establecimientos cerrados temporalmente. La misma situación se vive en los cines (por cada mes que cierran, dejan de percibir el dinero de unas 3,4 millones de entradas) y los restaurantes, entre otros sectores. Las suspensiones y los recortes avanzan a ritmo de machete.
Si se gana menos, sencillamente se gasta menos. Estos números se traducen directamente en la expectativa de gasto para las próximas semanas relevadas por McKinsey. El 68% de los consultados redujo sus gastos o compra con más cuidado, lo que lleva a una disminución de las expectativas en todas las categorías de bienes y servicios. Los consumidores tienen solo previsto subir sus niveles de compras en productos esenciales, como alimentos y elementos para el hogar. Fuera de eso, el único rubro que también tiene sus números en verde es el de entretenimiento en el hogar.
En servicios de streaming, Netflix fue el más beneficiado en la pandemia. En nuestro país, un 5% de los encuestados se sumó a este tipo de plataformas a partir de la cuarentena. En el mundo, la N roja sumó 15,8 millones de abonados, el doble de lo que marcaban las expectativas de la firma. Y el valor de su acción subió, desde mediados de marzo, un 35%.
Un consumidor en pandemia
En el encierro, un 58% de los encuestados dijo que aumentará su consumo de series y películas. En el acceso a la información, prima lo digital. Por ejemplo, al ser consultados respecto de cuál será su comportamiento en las dos semanas siguientes a la de la encuesta, el 56% dijo que seguirá usando más las aplicaciones para chatear y el 39% afirmó que leerá más noticias online. Mientras tanto, un porcentaje inferior, de 31%, sostuvo que mirará más televisión. Y 10% afirmó que incrementará su lectura de diarios de papel.
Los videojuegos online, por su parte, registran un fuerte aumento en su uso. Y un 38% de sus usuarios estima que aumentará la práctica.
Más allá de los casos de contenidos y de entretenimientos digitales, que suman demanda, son muchas las categorías con menor intención de consumo próximo. Es el caso del calzado, la indumentaria, los accesorios, el maquillaje, los productos para el cuidado de la piel, entre otros. Entre el 70% y el 80% de los hogares, en promedio, prevé comprar menos de esos bienes en un futuro cercano.
Y el turismo, claro, merece un capítulo aparte. El sector está en coma. La ocupación hotelera cayó a cero, ya que por ley deben estar todos los establecimientos cerrados, pero lo que preocupa no solo es el ahora. Un dato de la historia reciente indica que después del 11 de septiembre de 2001 las aerolíneas norteamericanas tardaron 22 meses en recuperar la cantidad de viajeros que habían tenido antes. ¿Cuánto podría aguantar la industria turística, y las pymes en particular, ante una recuperación que sea demasiado lenta?
Según el informe de McKinsey, el 68% de los encuestados canceló ya sus planes de viajes. Y, mientras que el 66% prevé reducir los traslados en avión, no muchos menos -el 61%- dijeron que directamente planean reducir todo tipo de viajes. Y no solo para ir al exterior, sino también al interior del país.
Además, el 62% sostuvo que la incertidumbre respecto de la economía los previene de hacer compras o inversiones que, de otra manera, sí harían. Es algo que se observa, por ejemplo, en la compra de autos. Si bien los concesionarios apostaron al canal digital para intentar vender algo y lanzaron líneas de financiamiento especiales, el freno es fuerte. En abril de 2019 se vendieron unos 28.500 autos, mientras que en ese mismo mes de este año las unidades vendidas fueron apenas 7500, según las cifras de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa). La intención de compra de vehículos, según el relevamiento de McKinsey, cayó fuertemente.
El mercado inmobiliario también está en el freezer. Entre la incertidumbre y una brecha cambiaria que creció, los compradores no solo esperan un tiempo de mayor calma para sus bolsillos, sino también un acomodamientos de los precios.
El mundo online
"Como tendencia, vemos un consumidor más preocupado por su salud y por su buena alimentación; enfocado en hacer sus consumos cerca de su casa y en lugares que le inspiran confianza. Además, mucho más digitalizado", analiza Ortega.
El viraje al mundo online va más allá del e-commerce y definirá para algunos un cambio de hábitos. "Hay una transición masiva vinculada con el entretenimiento, los teleservicios, la telemedicina, la enseñanza remota de niños y adultos. Lo que está por venir es un crecimiento significativo de la automatización. La gente quiere trabajar desde la casa y tener poco contacto. Lo natural es que crezca este rubro [lo online] más de lo que venía creciendo", aporta Ortega.
El caso de la telemedicina, para la salud tanto mental como física, es uno de los segmentos que más usuarios nuevos registró. Desde que comenzó la crisis por el Covid-19, un 42% la usó por primera vez para su salud física y un, 44% para su salud mental, contrastando con apenas un 5% que debutó en el uso del streaming, dada la mayor cantidad de personas que ya lo usaba con anterioridad. Ante las restricciones para salir a ejercitar, el rubro gimnasia también hizo mover caderas dentro de casa. Un 43% dijo que aumentó el uso de medios digitales para ejercitar, y un 34% de la muestra debutó en este tipo de canal para hacer esa actividad física.
El aprendizaje remoto también despegó fuerte, sobretodo entre los chicos. Casi la mitad de los que hoy usan este sistema incursionó a partir de mediados de marzo. En el caso de los adultos, aprender online era una práctica un poco más difundida antes del inicio de la pandemia. Aun así, un 29% de los consultados dijo haber hecho su experiencia por primera vez en estos tiempos.
Desde clases de maquillaje a cursos de economía, las opciones estallaron en las redes. Incluso Mercado Libre habilitó una pestaña de "cursos y clases". En un mes, la demanda en ese portal casi se multiplicó por cuatro. En el mundo, universidades como Harvard, Princeton o Columbia tentaron con cursos gratuitos. En algunos casos, incluso con prestigiosos expertos, como el Nobel de economía Robert Shiller, que enseña mercados financieros en Yale.
La pandemia llevó a un crecimiento fuerte de la aplicación de videos TikTok: en el país donde Youtube está entre las plataformas más usadas, un 48% de los relevados en la encuesta aseguró que usó la app por primera vez en la pandemia, mientras que un 38% ya la tenía. La Argentina es espejo de una tendencia mundial. TikTok batió, a marzo de este año, un récord para la descargas de aplicaciones en un solo trimestre, según datos de la empresa de investigación de mercado de aplicaciones de San Francisco, Sensor Tower. La aplicación de origen chino registró más de 315 millones de instalaciones en el período, un 58% más que en el trimestre previo.
"En tres meses sucedió lo que se pensaba que iba a llevar tres años en términos de digitalización. Lo esperable, pasadas las medidas de precaución del coronavirus, es un modelo como el asiático. Allí, los niveles de comercio electrónico han caído con respecto al pico de la crisis, pero están por encima de los niveles anteriores a ella", explica Fernando Hiraoka, socio de McKinsey. Y agrega que se sorprendió al ver los resultados en América Latina. Si bien los grados de digitalización son menores en comparación con los europeos o los asiáticos, hubo incrementos relativos similares. El otro elemento es que se dio en todos los niveles etarios. La penetración online no solo se dio en la franja de quienes tienen de 20 a 30 años, sino que también llegaron nuevos consumidores digitales de 50 años y más.
En medio del parate económico, Mercado Libre logró catapultar su negocio. En su balance trimestral mostró ingresos por US$652 millones, un crecimiento de su facturación de 70,5%.
Hábitos de compras
Las compras cerca del hogar son dominantes. Eso se explica por las restricciones para la circulación, pero la tendencia también se dio en países sin esas limitaciones. Este cambio puede dejar sus huellas. Mientras que un 62% cambió su lugar habitual de compra y se volcó a los negocios cercanos cuando empezó la cuarentena, un cuarto de esos nuevos clientes dijo que seguirá luego comprando en el barrio, mientras que un 74% volverá a su lugar habitual cuando pueda (hipermercados u otro tipo de proveedores).
Para las próximas semanas, los consumidores esperan seguir reduciendo sus compras en las tiendas presenciales y aumentar las que se hacen online, excepto en los alimentos y en lo esencial para el hogar.
El mayor aumento de demanda se dio en los productos de limpieza, con un repunte de 67% respecto de los niveles previos al coronavirus. Las compras seguirán estables, a grandes rasgos y según las proyecciones.
A su vez, los alimentos frescos se impusieron a los congelados y preparados, un hábito, que según lo expresado por gran parte de los consumidores, llegó para quedarse. Entre los productos con menor expectativa de compra ahora y a futuro están las cervezas y las bebidas alcohólicas.
Otro dato que surge de la encuesta es que el 58% de los compradores probó marcas alternativas. Si bien lo que condujo a ese comportamiento fue la escasez o el desabastecimiento, para una pequeña porción influyó el precio. El 80% de los consumidores planea volver a su marca habitual.
Recorrido por la región
Al comparar el estudio y sus resultados con otros países del Caribe, Centro y Sudamérica, hay un factor común: la mayoría de los habitantes se mostró inseguro acerca de qué ocurrirá a futuro con la economía. Así son calificados por McKinsey quienes respondieron que el efecto negativo puede durar entre 6 y 12 meses, con un crecimiento lento desde entonces. Alrededor de la mitad o más de todos los encuestados de la región están en ese grupo.
La otra mitad se divide entre los optimistas (creen que la economía rebrotará en 2 o 3 meses y que volverá a su curso como antes del virus), y los pesimistas, que vaticinan una larga recesión. En la Argentina, un 25% es optimista y un 21%, pesimista. En Perú, el 51% es optimista y 4%, pesimista; en Colombia los índices son 35% y 8%, respectivamente y en Chile, 32% y 12%. Brasil es el caso más parecido al nuestro: el 23% es optimista, el 58% inseguro, y el 19% cree que habrá una larga recesión.
"Las tendencias se ven en todos los países por igual. La Argentina es de los países con expectativas más negativas; viene de una situación complicada en comparación con otros países. Tuvo una contracción del PBI en 2019 del 2,2%. Colombia creció al 3% y al 4% en 2018 y 2019. Perú también venía con números positivos del PBI. El resto de economías han venido en una senda de crecimiento y, entonces, es de esperar que el consumidor sea más optimista", dice Hiraoka.
Sin embargo, datos como la caída del número de quienes están ocupados full time tiene similitudes. La Argentina pasó de tener el 46% de su fuerza laboral a tiempo completo al 40%; en Colombia, la caída fue de 45% a 36%; en Perú, de 51% a 42% y en Chile, de 59% a 45%, siempre según lo respondido a la encuesta, que muestra la fortaleza del impacto inicial de la pandemia y de las medidas dispuestas para evitar contagios.
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