Países emergentes, los más expuestosal impacto del derrumbe bursátil global
¿Puede la venta generalizada en las bolsas globales augurar problemas para la economía mundial? Para el mundo de los países ricos, la respuesta es no. Puede que el mercado alcista que ya lleva seis años en Estados Unido esté flaqueando, pero su expansión económica no.
La situación es más preocupante para los mercados emergentes. No sólo enfrentan una caída de las ventas a China —especialmente de materias primas— sino también una competencia más intensa de las exportaciones chinas tras la devaluación del yuan. El resultado es una presión a la baja sobre las divisas, una presión alcista sobre las tasas de interés y perspectivas de crecimiento más débiles.
Los países ricos podrían beneficiarse debido a que un petróleo más barato —que el viernes se hundió brevemente por debajo de US$40 el barril en EE.UU.— impulsa el poder adquisitivo de los consumidores.
Los mercados de acciones prosperan sobre dos principios: dinero barato y crecimiento económico. Durante todo el año, los inversionistas se han estado preparando para el fin del primero conforme la Reserva Federal de EE.UU. parecía hasta hace poco lista a elevar las tasas de interés, luego de mantenerlas en casi cero desde 2008.
Hay poca evidencia de que el crecimiento esté a punto de desplomarse en EE.UU. u otras economías avanzadas. En realidad, la actividad manufacturera se aceleró un poco en el último mes en la zona euro y Japón mientras que se expandió a un ritmo ligeramente más lento en EE.UU., según sondeos a gerentes de compras publicados el viernes por la firma de información financiera Markit.
La economía estadounidense empezó el año a un ritmo débil, con el Producto Interno Bruto —la medida más amplia de todos los bienes y servicios producidos— creciendo a una tasa anualizada de apenas 0,6% en el primer trimestre y de 2,3% en el segundo.
No obstante, datos recientes de ventas minoristas y de viviendas han sido relativamente optimistas. Economistas sondeados por The Wall Street Journal prevén que el jueves el gobierno revise al alza la cifra del PIB a 3,3%. El empleo sigue creciendo rápidamente.
Las expansiones económicas usualmente terminan porque los bancos centrales elevan considerablemente las tasas de interés para contener las presiones inflacionarias o debido a algún tipo de crisis, como una en el sector financiero. Ninguna está a la vista. Aunque el desempleo en EE.UU. está cayendo al nivel de 5% que usualmente se asocia al "empleo pleno", este factor aún no ha ejercido presiones alcistas sobre los salarios, lo que sugiere que la economía aún opera por debajo de su capacidad normal.
En Europa, el panorama cíclico es incluso más optimista. El Banco Central Europeo está comprando bonos como parte de una política de "flexibilización cuantitativa" lanzada hace unos meses. La caída del euro ha aumentado la competitividad de las exportaciones y el legado de recesiones consecutivas significa que el desempleo está muy por encima de los niveles normales, lo que deja bastante margen disponible para crecer.
La desaceleración de China, a primera vista, es un revés significativo para el mundo. China representa 15% de la producción global y en los últimos años ha contribuido con hasta la mitad del crecimiento mundial. Sin embargo, eso exagera su impacto en otros países. China exporta más de lo que importa, así que una desaceleración de su expansión tiene un impacto limitado sobre sus socios comerciales. Las exportaciones a China equivalen a menos de 1% del PIB para EE.UU., el Reino Unido, Francia, Italia y España. La cifra llega a 2,6% para Alemania y 2,7% para Japón, señala Peter Berezin de BCA Research, un servicio de análisis financiero.
La excepción son los países que venden materias primas. Los precios de los commodities han caído a medida que la economía de China se ha desacelerado. El crudo también ha sido golpeado por un mayor suministro de Arabia Saudita y, pronto, de Irán. Esto es potencialmente beneficioso para los consumidores de países que importan crudo, como EE.UU. y los europeos, pero es un gran revés para los exportadores de recursos naturales, como los países de América Latina y Rusia.
Ese problema ha sido agravado por la decisión de China este mes de devaluar el yuan. Aunque el banco central chino lo describió como una medida para alinear su moneda con los fundamentos del mercado, también abaratará las exportaciones chinas y ampliará su cuota de mercado a costa de países como Corea del Sur y Vietnam. Berezin predice que la medida tendrá un resultado negativo para el mundo.
Aunque al panorama a corto plazo para EE.UU. y la mayoría de los países desarrollados es aún relativamente benigno, también es frágil. Una de las razones es que el crecimiento subyacente a largo plazo está siendo socavado por una población que envejece, un crecimiento lento de la fuerza laboral y una enigmática desaceleración del crecimiento de la productividad, o lo que cada trabajador produce.
El Fondo Monetario Internacional estima que entre 2015 y 2020, la tasa de crecimiento a largo plazo en los países ricos promediará apenas 1,6%, frente a 2,2% anual desde 2001 hasta 2007. El crecimiento de los países emergentes caerá a 5,2% anual entre 2015 y 2010, frente a 6,7% en el período previo.
Cuando el crecimiento a largo plazo es más bajo, se necesita menos que un shock para empujar a un país a la recesión. La economía de Japón se contrajo en el segundo trimestre, y Citigroup indicó que el consumo del sector privado allí es más bajo que hace cuatro años, en parte debido a una población que envejece.
Una segunda razón por la que el panorama de los países ricos es frágil es que la inflación está testarudamente estancada por debajo del 2% que la Fed, el BCE y el Banco de Japón tienen como meta. La reciente caída de los precios del crudo y la devaluación en China, que llevará a la baja los precios de todo lo que vende ese país, ejercerá presiones aún más descendentes sobre la inflación. Cuando el índice de precios al consumidor es bajo, también lo son las tasas de interés, lo que les da a los bancos centrales menos munición para impulsar el crecimiento. Esa falta de herramientas preocupa a las autoridades y debería preocupar a los inversionistas que siempre han supuesto que los bancos centrales ayudarán a poner fin a los mercados bajistas.
Hasta hace un par de semanas, la Fed parecía lo suficientemente optimista con el crecimiento estable del mercado laboral en EE.UU. como para subir las tasas de interés en septiembre. Las minutas de su reunión de julio, dadas a conocer la semana pasada, dejaron ver que no hubo consenso el mes pasado para dicha medida, y las cambiantes condiciones de los mercados desde entonces podrían persuadir a los funcionarios de la Fed a esperar.
Un alza de un cuarto de punto porcentual no va a descarrilar la economía estadounidense. Sin embargo, en un mundo de inflación baja y un crecimiento subyacente tibio, incluso un aumento moderado de las tasas de interés podría producir vientos en contra.
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