Pacientes en el centro: cómo la innovación alarga y mejora la calidad de vida
Los nuevos desarrollos en los que se están trabajando referentes de la salud para mejorar la vida de las personas con enfermedades crónicas
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La pandemia de coronavirus es solo una de las tantas que azota al mundo. Para los expertos, también las hay de diabetes (con 430 millones de personas diagnosticadas en el mundo), de VIH (que arrancó en 1981 y actualmente acumula 37,9 millones) y obesidad (que afecta a unas 700 millones). En todos los casos, son enfermedades que están en el foco de la innovación, en la búsqueda constante por alargar la vida de los pacientes y mejorar su calidad de vida.
“Cuando hablamos de patologías masivas, como la diabetes o la obesidad, es necesario pensar el desarrollo en tres etapas. Primero, en la concientización. Tenemos que llegar a la gente, la combinación público-privada es esencial, posicionarnos en el lugar de la persona y saber cuáles son los elementos a los que tenemos que prestarle atención, las primeras señales. Después, asegurarnos de hacer una detección temprana si aparecen estos indicios. Finalmente, la parte del tratamiento”, indicó Carlos Otheguy, vicepresidente y gerente general Novo Nordisk Argentina, durante el evento Salud, organizado por LA NACION.
Sobre este último punto, el ejecutivo remarcó que uno de los factores claves para el éxito de un tratamiento es conseguir la adherencia. Es decir, seguir al pie de la letra las medicaciones recetadas, todos los días, todas las horas, algo especialmente tedioso para los pacientes crónicos. Para resolver ese escollo, la industria farmacéutica está desarrollando tratamientos semanales. “Alguien que se tiene que inyectar los 365 días del año, en los próximos años lo cambiará por 54 veces. Eso es calidad de vida, logra la adherencia del tratamiento y mejora los resultados”, agregó Otheguy.
Por su parte, Rosana Felice, directora médica y de investigación y desarrollo de GSK para la Argentina y Cono Sur, señaló cómo la innovación en medicina contribuyó a la humanidad para que ciertas enfermedades no impliquen la mortalidad o incluso para que los pacientes se curen. Por ejemplo, si bien el HIV estalló en 1981, hasta 1996 no tuvo tratamiento y, cuando finalmente llegó, los pacientes tenían que tomar cócteles con más de 20 píldoras al día. “Un grupo de investigadores argentinos desarrolló un tratamiento que combina solamente dos drogas, se toma un comprimido al día y permite tener la infección controlada. Ver esa evolución no solo es emocionante, sino que se siente que hacemos una contribución”, relató.
En ese sentido, si hay algo que la médica rescató de la pandemia de Covid-19, es el aprendizaje que dejó para la humanidad respecto a la colaboración. Quedó demostrado que cuando las compañías entran en una etapa de no competitividad, se puede reducir el tiempo de desarrollo de una vacuna o de un tratamiento.
“Los primeros casos de coronavirus se detectaron el 30 de diciembre de 2019 y el 12 de enero de 2020 estaba parcialmente publicada la genética del virus. A los 53 días se tenía un genoma completo publicado en una revista y eso permitió que las compañías pudieran desarrollar tratamientos, vacunas. En diciembre, una mujer de 90 años, Margaret Keenan, recibió la primera inyección de la vacuna. Esto es un aprendizaje para la humanidad, no había existido nunca. Es algo que nos quedará para siempre”, argumentó, en diálogo con el secretario general de Redacción de LA NACION, José Del Rio.
Para que la innovación en medicina siga avanzando y continúe contribuyendo al mundo, para Juan Ignacio Diddi, gerente general de Bristol Myers Squibb Argentina, el paciente tiene que estar en el centro de la escena.
“Tenemos que entender su realidad para tomar más y mejores decisiones. El gran desafío que tiene la innovación es que aquellas moléculas se vuelvan una realidad en la vida de los pacientes, a través del trabajo colaborativo con la academia, el Estado, los institutos. Tenemos que seguir en ese camino, entendiendo cuáles son las necesidades puntuales de los pacientes”, sostuvo.
En los últimos dos años, la compañía invirtió en el país más de US$60 millones en investigaciones clínicas. En los próximos cinco años, desde Bristol Myers Squibb Argentina tienen proyectado invertir otros US$160 millones. “Somos un polo de investigación por la calidad de científicos que tenemos. Lo vemos reflejado en las 22 moléculas que tenemos en desarrollo y, al final del camino, se ve reflejado en el cambio de paradigma en tratamientos como el de cáncer”, completó.