Otra vez, la "revolución conservadora"
Durante muchos años se decía de la Argentina que una buena cosecha "salvaba al país" y que una mala "lo hundía". Es una opinión que luce extremadamente conservadora y sectorial, pero fue así muchísimo tiempo.
En estos años, más allá del cambio de producto (entra a jugar la soja) parece haberse revalidado el viejo adagio y numéricamente se puede comprobar: en 2009, año de recesión, el país perdió un tercio de su cosecha; en 2012, año de probable estancamiento, se producen sólo de soja 10 millones de toneladas menos que en 2011.
Pero aún más, el gobierno de la Alianza, con la mitad de lo que es hoy una cosecha en la Argentina y con precios a un tercio de los actuales, no pudo evitar un colapso cambiario por una salida de capitales de "apenas" US$ 19.000 millones. A diferencia de entonces, entre fines de 2007 y octubre de 2011 se fueron del país US$ 80.000 millones. O sea cuatro años seguidos del monto récord de De la Rúa y no hubo colapso. Ocurrió que, simultáneamente, ingresaron alrededor de US$ 100.000 millones de agrodólares, que evitaron el colapso.
El despilfarro a lo largo de este período fue de tal magnitud que aún frente a tamaña "revolución sojera" no se pudo evitar entrar en control de cambios (se estaban yendo a razón de US$ 3000 millones al mes) ni la "toma" de los fondos de pensión y del Banco Central (a este último hubo que reformarle la Carta Orgánica, porque la anterior no alcanzaba). Se evitó una vez más el colapso, pero no se pudo evitar ni el daño inflacionario ni el energético (aquí se expropió YPF) y sus secuelas en el crecimiento, la inversión y el empleo.
A partir de este diagnóstico, en las últimas semanas los dos precios "estrella" de la economía saltaron: el dólar no oficial trepó de poco más de cinco pesos a poco más de seis pesos, y el precio internacional de la soja, de poco más de US$ 500 a poco más de 600 dólares la tonelada. Lo primero causa tensión cambiaria en lo inmediato y lo segundo provoca expectativas de distensión a futuro. Cuando hay control de cambios, la brecha cambiaria es un dato natural que llega para quedarse. Por su parte, un muy buen precio de la soja mejora las perspectivas sobre la fluidez del mercado cambiario de 2013 (si también viene bien la cosecha).
Pero más allá del aporte "elongador" de la soja, hay distintos "dilemas internos": la propia tensión cambiaria, el frenazo de la actividad, el estancamiento del empleo, el agujero fiscal creciente, la "maquinita" funcionando a pleno, la inflación que no cede y la falta de competitividad que molesta cada vez más. El año que viene a los dilemas internos se les inyectará probablemente una dosis extra de "agro- dólares", que puede ayudar claramente a distender el mercado cambiario, pero no es tan claro cómo actuará sobre el resto de los dilemas. Puede aparecer un nuevo puente externo de agrodólares. La pregunta es: ¿sería un puente para qué?
En los próximos trimestres, la economía dependerá crecientemente de cuánto rinda la cosecha que viene y a qué precios se venda. Lamentablemente, no hay nuevo modelo, no hay cambio de paradigma, no hay nueva matriz de producción. Infelizmente, y a pesar de años de "crecimiento a tasas chinas", hay que volver a prenderle una vela a la lluvia local, a la falta de humedad americana y a que el modelo que no gusta, el brasileño, se reponga de su desaceleración sin modificar su tipo de cambio. Si no, sería un problema.
El nuevo paradigma dice que si llueve suficiente acá y no llueve "allá", está la chance de que se exporte bastante más soja que este año (y un poco más de maíz). El resto es matemática pura. Serán 10 millones o más de toneladas de soja. A los precios vigentes hoy en el mercado de futuros serían alrededor de US$ 5000/6000 millones de divisas adicionales, un aporte directo e indirecto sobre el PBI del orden de 1/1,5 puntos porcentuales y $ 10.000 millones más de recaudación fiscal por retenciones.
Se trataría de una ayuda que sin confianza y programa no elimina las restricciones. Aliviaría a la actividad del letargo, pero no revertiría la flojedad del ciclo económico. Hará falta además resolverle a la exportación industrial el atraso cambiario, evitar la erosión del poder adquisitivo, revertir el estancamiento del empleo, frenar la caída de la inversión, encausar los problemas financieros de las provincias, cortar la cuasiparálisis del sector inmobiliario, manejar la provisión de energía que están detrás del actual estancamiento. Los $ 10.000 millones adicionales de mayores retenciones a la exportación no le moverían demasiado el amperímetro a la situación fiscal: este año las necesidades totales en pesos no bajarán de $ 70.000 millones, excluyentemente financiadas con emisión de moneda del BCRA. En conclusión, con más agrodólares habría más margen cambiario pero no reactivación segura. Y hasta podría ser contraproducente para la inflación y el atraso cambiario.
En los próximos meses habrá que mirar con un ojo las respuestas de política económica del Gobierno y con otro la evolución de los acontecimientos internacionales y regionales. Por supuesto que "un tercer" ojo habrá que ponerlo en la política, viendo que 2012 es un año de tensiones y que 2013 será un año de elección. Pero una nueva "revolución conservadora" desde "Chicago" trajo algo de calma.
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