Osadía y errores ajenos: Massa y una victoria que podría ser pírrica
El ministro de Economía fue el gran ganador de las elecciones del domingo, pero el campo minado que deja lo tendrá que desarmar como presidente, si triunfa en el ballotagge, y eso no va a ser fácil
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Massa ha sido el gran ganador de las elecciones del domingo, aunque el triunfo no se explica por sus virtudes en el manejo de la economía, sino por sus habilidades políticas para llegar hasta aquí y por los desmanejos de la oposición. Con este resultado se rompe la constante de que el índice de confianza en el gobierno que publica la Universidad di Tella sirva como predictor del resultado de las elecciones, pero se mantiene la constante de que con el peronismo unido y la oposición dividida, la victoria va para el lado del PJ.
¿Como se explica el triunfo de Massa? Por un lado, hizo una campaña osada jugando al límite con los recursos fiscales y con las reservas. Una jugada que, aunque irresponsable, porque deja una herencia pesada (que paradójicamente seguramente la pague él mismo), sumó para ganar. A ella se agregaron la campaña del miedo y las propuestas descabelladas de Milei, tanto económicas como políticas, que resultaron anticlimáticas.
Ahora tenemos reservas internacionales diezmadas, en torno de US$8000 millones negativas, un déficit primario que superará los 2,5 puntos del PBI; un sistema impositivo con mínimos no imponibles para ganancias obscenos, inflación galopante, una brecha ridícula, atraso cambiario y una economía estancada (mismo PBI que en 2011), con más de 40% de pobreza y un número mayor en el conurbano (47%) y aún mayor entre los menores de 14 años (56,2%).
Parte de la explicación del éxito de Massa es el fracaso de Juntos por el Cambio, que leyó mal el clima de época de cabo a rabo. Pero a eso se le sumó el ascenso de Milei, que con un canto de sirenas logró cautivar a una gran parte del electorado, pero sin mucho más que un discurso sobre la casta y un atajo llamado dolarización. No pudo crecer desde las PASO.
La propuesta de dolarización paradójicamente tuvo un efecto boomerang porque requiere un dólar súper alto y generó temores de una hiperinflación. Muchos de esos votos seguramente fueron a Massa, donde tal vez primó el susto y la idea de que más vale malo conocido que bueno por conocer.
Pero el ministro candidato, suponiendo que gane el 19 de noviembre, seguramente habrá obtenido una victoria pírrica, porque el campo minado que deja lo tendrá que desarmar como presidente, y no va a ser fácil.
En algún momento habrá que empezar a sincerar los precios relativos. No se pueden pisar los precios de la nafta, de las prepagas y las tarifas para siempre. Y por supuesto, el más importante es el tipo de cambio oficial, que en algún momento habrá que moverlo. Ya empezó con este desdoblamiento de facto anunciado ayer. La devaluación en realidad ya viene ocurriendo ya que cada vez más precios importados están al contado con liquidación y con la nueva modalidad de exportaciones más y más productos exportables se venderán internamente a un precio de algo más de 500 pesos, equivalente a la paridad de exportación.
La devaluación pendiente
Seguramente, luego del ballotage tendrá que haber una devaluación más normal del oficial sin tantos firuletes, pero está vez deberán disfrazarla con un plan para que no vaya a precios todo tan rápido como ocurrió en agosto y septiembre, en lo que los economistas llamamos “devaluación sin plan”. Seguramente tendrá un nuevo plan del FMI y buscará remozar su equipo económico con caras que aporten algo más de credibilidad. Hoy no tiene volumen económico para un plan de estabilización que le permita sincerar las variables y no morir en el intento. La devaluación con plan bien recibida podrá ayudar a reducir la brecha cambiaria. En la credibilidad que pueda despertar su primer equipo se juega el primer chico. Si fracasa el primer partido, será víctima de la herencia recibida.
Para darle alguna credibilidad a su primer intento, habrá que atacar el frente fiscal, lo que requerirá dar vuelta el “plan platita” y muchos de los regalos que se han dado durante la campaña, algunos apañados por La Libertad Avanza. La pregunta es cuánto ajuste estará dispuesto a hacer Massa. El lado bueno es que el peronismo es quien más gobernabilidad tiene para navegar por un recorte de gastos. Quizás tenga una suba de impuestos in péctore para compensar el desaguisado de Ganancias e IVA, que además desfinanció a las provincias. Hay más preguntas…¿cómo será el acuerdo de convivencia con el kirchnerismo duro? ¿Les dará posiciones claves y ellos tolerarán el ajuste? ¿O será un ajuste con sacarina y por ende no se eliminará la emisión monetaria? Esa es una posibilidad ya que el peronismo seguramente tiene mayor tolerancia a la inflación que otras fuerzas y entonces Massa quizás decida no ir por un plan de estabilización de manual.
También habrá que ver qué pasa con el programa con el FMI, donde por el momento el ministro Massa ha hecho todos los esfuerzos para evitar entrar en atrasos, pero no cumplió una sola de las metas que le impusieron. El Fondo hasta ahora ha sido “caritativo” con programas súper light. Eso ha llevado a una gran inflación, a atraso cambiario, a una brecha exorbitante y a un riesgo país súper alto. Las travesuras de Massa harán que le cueste vender humo nuevamente, pero al final del día se trata de política y si hay voluntad de ir para adelante, las diferencias personales quedarán atrás.
En este contexto, vemos un escenario en donde Massa no puede hacer un “siga-siga” porque las variables macro están en terapia intensiva. Pero no estamos seguros hasta dónde puede avanzar con lo que los economistas llamamos “un plan de estabilización que genere una baja ostensible de la dinámica de precios”. Quizá se conforme con mantener su popularidad y simplemente bajar la inflación un poco. En donde somos decididamente más pesimistas es en la capacidad y voluntad de hacer reformas estructurales que modernicen la economía. Apertura del comercio exterior, temas laborales, impositivos, reforma del Estado, transparencia, no son temas que aparezcan en la agenda del actual ministro ni son prioridad para los empresarios, políticos o sindicalistas que están detrás de Massa. Esto hace que aun en el escenario optimista donde se alcance cierta estabilización no habrá mejora generalizada que haga subir la productividad. Sí puede haber sectores especiales con regímenes a medida que ayuden a tirar del carro. Pero para el desarrollo se necesita más que eso.
* Los autores son economistas
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