Orlando J. Ferreres: “Guzmán hace el ajuste silencioso, pero se nota; es el más ortodoxo del Gobierno”
Estudió Economía en la UBA y cursó el Advanced Management Program de Harvard Business School. Es doctor en Economía por la UCA. Trabajó en Gillette de Argentina, en Grafa, en el grupo Bunge & Born y en Compañía Química, donde fue gerente general. En 1989 ocupó la Secretaría de Coordinación y Programación Económica. En 1991 fundó Orlando J. Ferreres & Asociados, la compañía de asesoramiento económico de la cual actualmente es presidente.
Luego de una experiencia de 25 años en Bunge & Born y de pasar por la función pública como viceministro de Economía, Orlando J. Ferreres fundó en 1991 su propia consultora, que aún hoy preside.
–Usted habla constantemente con empresas e inversores, ¿qué le dicen sobre la Argentina?
–En general, las empresas ven un panorama muy confuso, muy preocupante, donde no habrá muchas inversiones. Eso es lo que más les preocupa, que no haya un proyecto de ampliar la capacidad productiva para ocupar gente, porque de ahí sale todo el problema que hay en la Argentina. Nadie está hablando del 52% de pobreza que hay, pero está. Es un tema que no se menciona, que todo el mundo lo sabe, y que la Universidad Católica Argentina (UCA) no lo dice todo el tiempo, como hacía durante el gobierno de Mauricio Macri. Ahora está peor el nivel de pobreza y no se menciona casi nada.
–No se habla tanto de la pobreza y tampoco se ven muchos disturbios en las calles o destrucción de comercios, como sucedió a fines de 2001. ¿Hay una contención social del Estado más amplia hoy?
–Los planes sociales hasta ahora funcionaron. No sé qué pasará de acá en adelante, porque habrá menos. Con el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la asistencia al trabajo (ATP) para las empresas, hubo un gasto del 3% del PBI para atender la pandemia, que es mucho. El gasto público llegó al 47% del PBI de nuevo, por más que en dólares bajó un poco porque aumentó el tipo de cambio. También bajó el volumen del producto un 10% en moneda extrajera.
–¿Desde cuándo no se daba este nivel de gasto público?
–Desde 2015. Pero con Macri no bajó mucho, no fue una maravilla.
–¿Coincide con la proyección oficial de que habrá un rebote de 5,5% del producto este año? ¿Cree que podría ser el comienzo de un crecimiento sostenible?
–El crecimiento será de más de 5,5%, puede ser de 6,5%, pero no sabemos si será sostenible. Parece que no, porque faltaría la dosis de inversión bruta interna fija, que es la que medimos nosotros todos los meses y es la que permite crecer. Sin esa inversión, no se crece. Por ejemplo, China invierte desde hace 30 años más del 30% de su PBI; llegó inclusive al 50% del producto. Eso fue lo que lo hizo pasar a ser el número uno prácticamente en materia económica. Nosotros, en cambio, invertimos el 8% del producto. Una cifra ridícula. Ahora estamos invirtiendo el 14% y 15% del PBI, pero por la amortización de capital: cuando uno va en la ruta y encuentra un pozo, ese es el desgaste de capital, hay que reponerlo y queda igual que antes. Para eso se hace la inversión, para reponer el capital gastado, no para ampliarlo.
–¿Qué debería hacer el Gobierno para lograr atraer inversiones? Puede ocurrir que haga las reformas que el mercado le pide, pero después no se invierte.
–Tiene que haber una credibilidad, además de las medidas económicas. Hace falta el aspecto estratégico. Cuando asumió Carlos Menem –que venía con la idea de que habría salariazo, de que iba a reconquistar las Malvinas, todo con un discurso voluntarista–, fue a Bunge a buscar el ministro de Economía, para que cambie su imagen [asumió Miguel Ángel Roig, que era el vicepresidente ejecutivo de Bunge]. Y eso sí que produjo un cambio importante en el gobierno de Menem. Alberto Fernández no creo que busque a alguien en ninguna empresa para que se ocupe del Ministerio de Economía, por más que hoy eso no se aceptaría. Fue difícil ser ministro de Economía de Menem, porque venía con una imagen de patillas largas y de saco y zapatos blancos, que parecía un peligro. A pesar de eso, nosotros aceptamos e hicimos un plan estratégico de 150 medidas divididas en distintas variables. Eso es lo que hace que haya credibilidad para hacer inversiones. Y aun así le costó a Menem, por la imagen anterior con la que venía.
–¿Qué le pareció el discurso del Presidente en el Congreso? ¿Estaba dirigido a las empresas o solo a los votantes?
–No ayudó a la inversión. Eso es en lo que falla él: por más que adopte alguna medida que el Fondo Monetario Internacional (FMI) le puede sugerir en materia de gasto público, es evidente que cuando vamos a hablar de la estrategia, no coincide para nada con una del tipo empresarial. Y se la pasa criticando mucho a las empresa, les dice: “Cuidado que si ustedes hacen algo que no me gusta, les voy a poner derechos de exportación”, o cosas por el estilo. Hay muchas otra expresiones que realmente no ayudan a generar un clima de inversiones.
–El Presidente dijo también que no tiene apuro en cerrar un acuerdo con el FMI.
–Vamos a ver si eso podrá ser, porque también se le debe dinero y habría que pagarle. A su vez, se le debe al Club de París, que es un grupo de países que requiere un acuerdo previo con el Fondo para arreglar con ellos, al cual se le debe US$2300 millones. La cosa se pondrá medio difícil, porque ya arregló con distintos acreedores privados de deudas bajo legislación extranjera y local, por lo que ya hizo mucho esfuerzo para no entrar en default con el Fondo.
–Pareciera que el aumento del precio internacional de la soja le dio al Gobierno una flexibilidad para posponer las negociaciones, ya que tendría dólares para pagar los vencimientos de este año.
–Sí, pero no es mucho lo que obtendrá. Lo puede perder en poco tiempo.
–El Ministerio de Economía estima un superávit comercial de US$15.000 millones este año.
–Nosotros estimamos US$16.000 millones, lo mismo.
–¿Esto ayuda al objetivo de que la moneda no se devalúe más del 25%, como dijo el ministro Martín Guzmán?
–Eso también puede ser un desastre, porque la inflación, como está generada por el sector público y financiada por el Banco Central, será mayor del 25%. Eso presionará a los precios para la suba. A nosotros, la inflación de febrero nos da 3,3%. En enero había dado 4%. Es complicado cumplir con un 29% para el año. Nosotros estimamos una inflación de 50% anual.
–¿Incluye esa proyección un aumento de tarifas?
–Sí. Ahora dieron un incremento de tarifas de luz para las pymes y otras empresas grandes; eso irá a los costos, no puede ir a otro lado. Pero pareciera que el aumento no será de más de un dígito, porque sino piensan que pierden las elecciones, como cree la vicepresidenta Cristina Kirchner. Pero también pueden perder las elecciones si la economía anda mal y la inflación se escapa. Puede ser un riesgo. O puede pasar lo que ocurrió en 1975, cuando sucedió el Rodrigazo. Antes estaba el ministro de la inflación cero, José Ber Gelbard, quien dijo que no aumentaba nada, y después hubo que hacer una explosión muy grande en materia de inflación.
–¿Cree realmente que puede darse un escenario así?
–No, porque no será cero el aumento, dicen que sería 29%. Guzmán es lo más ortodoxo que hay dentro del Gobierno, está bastante bien. Por más que no era muy conocido, es una persona joven y va manejando la situación lo mejor que se puede. Por ejemplo, al dólar paralelo, que estaba en $195, logró bajarlo a $143. Y eso lo viene haciendo en los últimos tres meses.
–¿Se puede decir que Martín Guzmán está haciendo un ajuste silencioso, teniendo en cuenta la suspensión del IFE y del ATP, la reforma jubilatoria y el aumento de tarifas?
–Yo creo que sí. Hace el ajuste silencioso, pero se nota, porque todo el mundo lo ve como el candidato más ortodoxo del Gobierno. Los otros dicen barbaridades muchas veces; el mismo Presidente no suele ser muy feliz en sus expresiones.
–¿Cuánto ahorra el Banco Central con su última medida de obligar a las empresas a reestructurar su deuda en dólares?
–Ahorra, porque se pueden pagar solamente el 40% de lo que se debe y el 60% restante hay que reestructurarlo. Yo que estoy en el directorio de Aeropuertos Argentina 2000, hubo que reestructurar toda la deuda con los bancos locales e internacionales para cumplir con esa normativa. Ahorró bastante dólares que se iban el Central. La entidad dijo que eran US$2500 millones ahora los que se ahorraría este año con la extensión de esa norma; eso debe ser el 70% de las reservas efectivas, que es un montón.
–¿Qué razones encuentra para ser optimista en el corto plazo?
–Por lo menos este año vamos a crecer más de lo que dice el Gobierno. Después de ahí veremos qué pasa con los ministros, si siguen los mismos. Está muy poblado de ministerios el Estado, hay que ver si se reduce el número. Y hay un doble comando de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner, que no se sabe quién es el que manda. Las empresas hacen esta pregunta todos los días y muchos se responden que quien manda es Cristina y que Alberto parece más cristinista que Cristina.
–¿Esto se refleja en la tasa de riesgo país, que está arriba de los 1500 puntos?
–La tasa a la que tomaron préstamos a 3 o 5 años Chile, Uruguay, Paraguay y Perú es de 3 o 3,5% anual. En cambio, la Argentina está pagando 15% de tasa de interés en dólares. Lo que pasa es que la política de Guzmán de bajar el dólar paralelo fue a través de la venta de bonos que tenía el Estado, y eso no ayudó al riesgo país.
–¿Era necesario hacerlo?
–Era la única forma que tenía para bajar el tipo de cambio paralelo que estaba cerca de los 200 pesos por dólar. Es la fórmula que encontró, que le dio cierto éxito.
–El argentino en general vota con el bolsillo, ¿cómo cree que llegará la economía a agosto y octubre?
–Andará mal, habrá mucha pobreza y eso no ayudará. La gente también votará con las vacunas, si es que funcionan. Pero el rebote económico se notará mucho en el segundo trimestre, un período en el que en 2020 hubo una caída del 20% del producto. Contra eso, habrá 17 o 18% de aumento y eso será en abril, mayo y junio. Esos datos se van a publicar en agosto, justo para las PASO. Desde ese punto de vista no les convendría postergar las elecciones.
–¿Se espera que este año los salarios le ganen a la inflación, como pidió la vicepresidenta?
–Creo que le van a ganar, pero por los reajustes. Por ahora se cierran paritarias al 29% o 32%, pero en la mayoría de los casos habrá reajustes en junio o en septiembre.