Omar Abbosh: "La tecnología trae beneficios, pero tiene efectos adversos"
El Chief Strategy Officer de Accenture habló sobre el cambio en la educación, el trabajo y el estilo de vida
Tierra, trabajo, capital, tecnología e inteligencia artificial". La enumeración de los factores de producción podría sumar un nuevo componente pronto, de acuerdo con Omar Abbosh, Chief Strategy Officer (CSO) de Accenture. El experto participó del Foro Económico Mundial en Buenos Aires y dejó reflexiones acerca de cómo la tecnología cambiará la educación, el trabajo y el estilo de vida de las personas.
En un estudio elaborado por Accenture sobre cómo los países aprovecharán la llegada de estas tecnologías, la Argentina se encuentra en el último puesto de las 26 economías relevadas. Además, la inteligencia artificial llega en dosis bajas al país: hacia 2035, crecerá del 3% de penetración al 3,6%, el impulso más bajo de los cinco países de la región analizados. Aunque el cambio parece lejano, Abbosh llamó a los líderes empresariales y gubernamentales a estar atentos a lo que se viene y a ocuparse.
-¿Existe alguna característica de la región sobre la que podría apalancarse para no perder en esta transformación?
-Los latinoamericanos están culturalmente conectados con el resto del mundo. En la aplicación de la inteligencia artificial es posible dar un salto: no hace falta pasar por una serie de ciclos industriales y no hay ningún motivo que frene la implementación temprana. El continente, además, podría beneficiarse del software abierto y ya democratizado y así no deberá construir toda esa capacidad desde cero. Por último, son reconocidos por su inteligencia emocional y su creatividad, que son las capacidades que serán valiosas en un futuro donde las máquinas se dedicarán al trabajo inteligente.
-¿Qué tan peligrosa es la inteligencia artificial para una región desigual como América latina?
-La desigualdad es una combinación de la tecnología y un "capitalismo de accionistas" [una economía en la que las empresas existen solo para hacer ricos a sus dueños]. Estos dos factores, si no se manejan cuidadosamente, pueden resultar en propuestas muy buenas para los consumidores en detrimento de los trabajadores. En la Argentina, donde gran parte de la población estuvo involucrada en trabajos que deberán cambiar con el tiempo, quizás un mejor resultado dependa de una diversificación de la economía.
-Para cerrar esta brecha entre el destino de los consumidores y el de los trabajadores, ¿qué tan importante es el desarrollo de las habilidades?
-Recapacitarse es una parte crucial del enfoque que deberían tener empresas y gobiernos. Toda la tecnología de la historia, desde la rueda hasta hoy, ha tenido el potencial de reemplazar trabajadores. La diferencia con la inteligencia artificial es que se trata de una frase vaga para describir muchas tecnologías que incluyen, entre ellas, chatbots ["programas" conversacionales] y machine learning [aprendizaje de máquinas] y que disrumpirá en todos los ámbitos, pero decir que por sí misma va a crear desigualdad es simplificar todo demasiado, porque es una combinación de factores.
-A la hora de tratar estos temas, ¿debería hacerse con un poco de miedo?
-Absolutamente, no. Paul Virilio, un filósofo francés, defiende la idea de que toda nueva tecnología trae nuevos riesgos. Cuando inventamos el barco, inventamos el naufragio. Cuando inventamos el avión, también inventamos los accidentes aéreos. ¿Preferirías no tener estos medios de transporte? La mayoría diría que no. La tecnología trae mayormente beneficios, pero claro que tiene potenciales efectos adversos. Tenemos que monitorearlos y hacernos cargo.
-En ese sentido, ¿nota que los gobiernos latinoamericanos no están reaccionando lo suficiente?
-Tanto en los gobiernos como en los negocios no hay líderes con demasiada conciencia digital. Esto se ve claramente en hechos como la falta de ciberseguridad, por ejemplo. ¿Están dormidos? Probablemente no, pero creo que los gobiernos deberían acercarse más a la tecnología para poder entender mejor la agenda que se viene.
-Se ven avances de los Amazon, los Google y los Facebook, pero poco que sale desde América latina. ¿Puede la inteligencia artificial ser un jugador que, además, aumente las diferencias entre regiones?
-El riesgo es el mismo para las empresas, los países, las regiones y las personas: si no tienen habilidades para las nuevas tecnologías, es probable que se queden atrás. Si un país no invierte en educación e infraestructura digital, entonces decrecerá su competitividad. Eso creará una tendencia hacia el proteccionismo, porque cuando las personas ven que se están quedando atrás, ponen barreras, y menor comercio significa más pobreza. Entonces hay una correlación directa entre las inversiones y el crecimiento. Con respecto a las grandes empresas, si bien tienen una actividad comercial, son los contribuyentes más grandes para la democratización del software y tienen un rol activo en mejorar la vida de todos, no creo que sean propagadoras de desigualdad.
El Parlamento Europeo pidió recientemente regulaciones para los robots. ¿Cree que, en esta etapa, las leyes son peligrosas?
-La tecnología se mueve más rápido que las regulaciones. Sin embargo, hasta los mercados más abiertos y competitivos necesitan leyes antimonopólicas. Hay muchos ejemplos en los que las regulación resultó en el retraso en la implementación de una nueva tecnología, por lo que se necesitan reflexiones sabias.
Mini bio
Cargo
Chief Strategy Officer (CSO) de Accenture
Estudios
Es licenciado en ingeniería electrónica (Universidad de Cambridge) y tiene una maestría en administración de empresas de Insead