Ola de suicidios en France Télécom
Se quitaron la vida 49 empleados tras la privatización y reestructuración de la firma
En los dos últimos años, 35 empleados de France Télécom se han quitado la vida. En lo que va de 2010 se sumaron otros 14, llevando el conteo a una cifra total de 49 suicidios y ocho intentos.
Entre los primeros se encuentran los casos de dos empleadas que se quitaron la vida en su lugar de trabajo. Una de ellas se arrojó por la ventana de su oficina; la otra ingirió barbitúricos en el horario de almuerzo.
Se atribuye como causa de estas decisiones extremas las políticas de reestructuración que se aplicaron cuando France Télécom pasó de su situación de empresa estatal a manos privadas. Desde 2002 hubo 40.000 despidos y la dotación actual es de 100.000 empleados.
También se produjeron cambios de tareas en gran parte de las funciones, lo que viene generando un tenso clima de incertidumbre. La mayoría de los que se suicidaron tenían más de 50 años de edad y más de 20 años de antigüedad.
Hubo intervenciones para detener esta ola de casos fatales, tanto del presidente de la empresa como del ministro de Trabajo francés, Xavier Darcos; la ministra de Economía, Christine Lagarde; la Justicia y los sindicatos. Se incrementaron un 10% los médicos laborales, se incorporó un centenar de profesionales de Recursos Humanos, reforzaron los planes de capacitación y hasta crearon un número de teléfono abierto a la comunicación con psicólogos externos.
Los pronósticos de mejoría de la situación se vieron frustrados ante los nuevos casos registrados en 2010. Esta noticia renovó una preocupación que trasciende los límites de Francia.
No puede afirmarse, en rigor de verdad, que exista una interpretación definitiva sobre el porqué de esta situación. Quienes pudieran responder a estas cuestiones ya no están en este mundo, lo que da lugar a una suma de conjeturas y un enorme desconcierto sobre las medidas por tomar en el futuro y que, tal vez, debieron ser puestas en práctica en el pasado.
Las estadísticas indican, sin duda, una anormalidad. La coincidencia entre la ola de suicidios sugiere cierta relación con los cambios, en especial cuando advertimos el perfil de estas personas.
Si se construye una vida alrededor de una empresa (la casa, la rutina, las expectativas propias y de la familia, etcétera) se producirá un profundo desequilibrio cuando la base que da sustento a aquel esquema empieza a moverse.
Si agregamos la oscuridad y la incertidumbre por el futuro, no es demasiado difícil entender el impacto negativo que cada uno de los empleados recibe.
Es verdad también que no se han suicidado todos, pero aquellos que se encontraban más expuestos, con las defensas tan bajas como cuando nos invade una gripe, tomaron un camino extremo, el único que pudieron ver.
Pero esto es sólo la punta del iceberg. Lo que plantea dramáticamente el caso de France Telecom es el estrechísimo vínculo entre la vida y el trabajo, donde ambos términos pueden encontrarse tan imbricados que es difícil diferenciar dónde empieza uno y dónde el otro.
Por este motivo, cuando se toman decisiones sobre el personal, la responsabilidad es existencial: tiene que ver con la vida de la gente.
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