Obama bate récords con la publicidad
Cuando faltan unos pocos días para las elecciones presidenciales del 4 de noviembre, Barack Obama lidera holgadamente todas las encuestas y medio mundo espera ansiosamente que triunfe y asuma como nuevo presidente de Estados Unidos.
Una propuesta de cambio más creíble que la de su rival y un carisma que evoca el de John F. Kennedy empinan a Obama, mientras la gravedad de la crisis y el gol en contra de la designación de la insólita Sarah Palin, su compañera de fórmula, hunden a John McCain.
Pero, como es sabido, las elecciones no se ganan hasta que se acaba el escrutinio. Y esta vez la incógnita es alimentada también, a medida que pasan los días, por la cuestión racial. Los analistas advierten que muchos votantes, a solas frente a las urnas, podrían pasarse al otro bando y votar por McCain al replantearse la posibilidad de que, por primera vez en la historia, un político de color sea presidente.
Es probable que en estas circunstancias excepcionales muchos norteamericanos recuerden una referencia que si bien es de ficción expuso también por primera vez lúcidamente el conflicto que un matrimonio mixto genera en el seno de dos familias. Dirigida por Stanley Kramer, ¿Sabes quién viene a cenar esta noche? fue estrenada en 1967. El ?candidato de color? de la película, interpretado por Sidney Poitier, va a cenar a la casa de sus futuros suegros, encarnados por Spencer Tracy y Katherine Hepburn, para pedir la mano de su novia, de tez blanca.
El efecto Bradley
Obstáculos que los analistas y politicólogos plantean, en el caso de Obama, más específicamente, invocando un probable ?efecto Bradley?, llamado así por Tom Bradley, candidato de color a la gobernación de California que en las elecciones de 1982 fue proclamado favorito y virtual ganador, pese a lo cual fue derrotado el día de la votación debido, se dijo, al sesgo racial. Quizá pensando en este riesgo, y en otros como la batalla legal con que últimamente culminan las elecciones en estados muy reñidos, y que arrojan sospechas sobre la validez de los cómputos, Obama pidió a sus partidarios que no se confíen y sigan apoyándolo hasta el final.
Según la revista especializada Advertising Age , la ofensiva publicitaria del candidato demócrata es de una intensidad inédita y llegó a su punto más alto con la difusión de más de 20.000 spots durante los debates y una inversión que rondaría los 80 millones de dólares, muy superior a la de McCain.
Un examen final
Observé con detenimiento en especial los aspectos comunicacionales de los tres debates que sostuvieron ambos candidatos, y creo que el tercero y último fue el mejor. Obama y McCain no tuvieron más remedio que ser muy concretos en asuntos clave, como el plan anticrisis, la manera de encarar el desafío energético y la financiación tanto de la educación como de los servicios médicos.
Los debates, desde que el medio los impulsa a la teatralidad y la percepción resulta más decisiva que la realidad, dejan mucho que desear. Pero, como se suele decir ahora, es lo que hay, sólo que mejor que el resto de campañas derrochonas y agresivas.
Cuando no se reducen al todo o nada de una sola edición, los candidatos se ajustan a claras reglas de juego y los moderadores son profesionales independientes, con experiencia y sin presiones políticas externas, lo que suele ocurrir en los Estados Unidos, los debates constituyen un imprescindible servicio a los votantes, confundidos las más de las veces en un contexto de nerviosismo informativo y sin pausas que permitan un mínimo respiro para interpretar y reflexionar.
Los recientes debates norteamericanos deberían servir de ejemplo a los políticos argentinos, que se niegan sistemáticamente a rendir un examen final, sin duda riesgoso para ellos porque los obligaría a definirse más claramente ante el electorado.