O lo hacemos entre todos o fracasamos
El año pasado, en una columna similar, destacaba que "al compás del cambio tecnológico, los empleos se destruyen y se renuevan a una velocidad nunca vista anteriormente (?) Este escenario parecería ser apocalíptico, pero no todo está perdido". Hoy, esta reflexión sigue teniendo validez, aunque todavía las acciones para lograr que no todo esté perdido no avanzaron de manera significativa.
Si miramos las capacidades y habilidades que necesitamos crear, tienen que ver con combinación de conocimientos de razonamiento complejo, creatividad, inteligencia socioemocional y percepción sensorial.
La gestión y el liderazgo, asociados a la supervisión y toma de decisiones; la empatía y soporte, proveyendo asesoramiento experto con entendimiento previo de los problemas complejos; la utilización de la ciencia y la ingeniería para contar con un análisis técnico; la de redefinición de procesos y análisis basada en datos, y la experiencia relacional y multidisciplinaria que permita soluciones sistémicas y holísticas. Todas ellas basadas en el trabajo conjunto del ser humano y de la máquina para conseguir lo mejor de ambos. Ya es una realidad que muchos actores del mundo del trabajo están realizando más tareas interactivas, creativas y colaborativas en lugar de tareas repetitivas que pueden ser realizadas por máquinas.
El conocimiento se volvió una commodity y lo que importa no es cuánto sabe una persona, sino lo que es capaz de hacer con lo que sabe y qué habilidad tiene para conseguir lo que no sabe, para luego hacer algo útil con ello. Es imperioso solucionar la crisis de habilidades para enfrentar el presente y el futuro y para eso proponemos tres pasos iniciales:
1) Acelerar el aprendizaje basado en la experiencia. Aprender a través de la aplicación práctica de conocimiento en lugar de solo absorberlo escuchando o leyendo de manera unidireccional. Aprender haciendo. La tecnología es un aliado natural para esto, proveyendo ambientes seguros y controlados de experimentación similares a la realidad.
2) Cambiar el foco de las instituciones a las personas. Todos reconocemos el valor de contar con una amplia variedad de habilidades en toda la fuerza laboral, pero debemos poner más énfasis en ampliar la variedad de habilidades que tiene cada trabajador individualmente.
3) Empoderar a las personas vulnerables que necesitan aprender. Los sistemas de educación permanente y capacitación corporativa deben ser accesibles para todos a fin de cerrar verdaderamente la brecha de habilidades.
Resulta claro que ningún actor puede hacer esto de manera transformacional y sustentable a lo largo del tiempo en forma aislada e individual. Esto requiere un esfuerzo conjunto de empresas, gobiernos, sindicatos y sectores educativos. Seguramente existan más invitados que precisarán formar parte de este entramado colaborativo. Y, para que esto ocurra, "lo hacemos entre todos o estamos condenados al fracaso".
El autor es director global geográfico de Recursos Humanos de Accenture