“Nunca ocultó sus ambiciones”: La radiografía de Sergio Massa en una revista estadounidense
La politóloga María Esperanza Casullo describe el rol “político” del exintendente de Tigre; destaca que los logros más importantes de su gestión fueron evitar “los que no ocurrieron”, como una disparada de la inflación o el default
“El ministro previno el colapso. ¿Pero eso es suficiente para cantar victoria?”, se pregunta la politóloga María Esperanza Casullo, al analizar los primeros cien días de gestión de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía. Y en su análisis, plantea que “los eventos más notables” de ese período fueron “los que no ocurrieron”.
La intelectual argentina, profesora en la Universidad Nacional de Río Negro, describió, en un artículo en Americas Quarterly, las principales medidas y logros del tercer titular del Palacio de Hacienda en lo que va de la gestión de Alberto Fernández y concluyó que su desembarco permitió estabilizar una situación tensa en materia financiera y cambiaria.
“La alta inflación no se convirtió en hiperinflación, Las reservas extrajeras no se agotaron por completo. La crisis política no escaló. El país no defaulteó el acuerdo con el FMI firmado en marzo de 2022. El núcleo duro de kirchneristas no abandonaron el Gobierno en rebeldía. Ninguna de estas cuestiones eran certezas al final de julio, cuando Massa reemplazó a Silvina Batakis”, relata el artículo.
![Alberto Fernández; Sergio Massa y Cristina Ferández de Kirchner](https://resizer.glanacion.com/resizer/v2/alberto-fernandez-sergio-massa-y-cristina-DFSYPCSB25ECLP24FHWBFX5FVE.jpg?auth=170c71476a1e514c168f52973cdafa7f4833354e6a125395ce8bb2157e7ae4c1&width=420&height=280&quality=70&smart=true)
Según Casullo, Massa es un “peronista veterano y moderado”, para quien esa lista de resultados “podría no ser un gran logro”. Sin embargo, plantea que el exintendente de Tigre “merece algo de crédito, simplemente por durar tanto tiempo”. A su vez, agrega que Massa hizo “más que eso” porque “le dio a la coalición gobernante del Frente de Todos” lo que necesitaba para “llegar a 2023 todavía en pie”. “No es mucho, pero al mismo tiempo, un montón”, dice.
La autora ubica a Massa y su designación como ministro como el resultado y las consecuencias de un “tira y afloje” entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner sobre la dirección de la política económica y describe su carácter ‘político’.
En ese sentido, describe que el presidente y la vice se dieron cuenta de que “la incertidumbre creada por su conflicto disminuía sus perspectivas políticas y amenazaba la supervivencia de su gobierno”. Por eso, la “solución” fue llevar al tercer elemento de su coalición en una “posición de mayor responsabilidad”, y darle “poder sobre la política económica”, con injerencia sobre la energía, la producción industrial, la relación con el FMI y el crédito externo.
En ese punto, destaca que el alcance y los temas sobre los que tiene injerencia Massa son los más amplios para un ministro desde los años de Roberto Lavagna en la gestión de Néstor Kirchner, pero afirma que el exintendente de Tigre “no usó ese poder para hacer cambios radicales”.
Así, relata que Massa no fue por un “shock redistributivo, como algunos imaginaban”, con incrementos de salario y controles de precios, ni por un “ajuste de shock, como otros temían”, que habría incluido levantar los controles de capitales, privatizaciones y despidos masivos en el sector público.
“En cambio, concentró su mensaje en los recursos naturales de la Argentina y destaca la oportunidad del país de convertirse en una fuente de ‘energía, proteínas y minerales’”, como afirmó Massa en sus primeros discursos como ministro. También lo describe como un funcionario que “intentó construir un proyecto de autoridad y capacidad de decisión”, que aplicó “generosas regulaciones pro-industria” y que “ganó admiradores en los Estados Unidos”.
Pero, al mismo tiempo, describe que Massa tiene en su haber medidas intervencionistas, como el acuerdo de precios para congelar 1400 precios. “En otras palabras, los primeros meses de Massa fueron de hacer equilibrio entre izquierda y derecha, entre intervencionismo y laissez-faire”.
“Massa no es un economista y no habla como un economista. Es, sobre todo, un político”, describe la autora, y advierte que ese perfil le resultó de forma favorable, porque “los principales problemas del gobierno del Frente de Todos son políticos”.
“El Gobierno está dividido en dos facciones, y ninguna es lo suficientemente fuerte para tomar decisiones de forma unilateral, pero son ambas lo suficientemente fuertes para bloquear a la otra. Y el resultado fue parálisis e indecisión. Y lo que trae Massa es poder para tomar decisiones”, afirma.
Hacia adelante, analiza las cuentas pendientes de Massa y se refiere a sus ambiciones presidenciales. “Massa nunca ocultó sus ambiciones (compitió para presidente en 2015 y terminó tercero en la primera vuelta). Es difícil de imaginar que aceptaría el desafío de enderezar la economía argentina si no estuviera al menos pensando en la presidencia”, dice Casullo, quien destaca que Massa “como debe hacerlo cualquier buen político, es bueno al esquivar las preguntas incómodas”.
En ese sentido, indica que las ambiciones y el futuro político de Massa, en su camino a competir por la presidencia, dependen de Cristina Kirchner (“todavía retiene el poder de bloquear o facilitar cualquier designación”) y de la inflación.
Y allí la autora asigna una cuenta pendiente al exintendente de Tigre. “Massa puede ser considerado exitoso por prevenir que la suba de los precios llegara a niveles de hiperinflación, pero no la bajó. La inflación de octubre fue 6,3% en octubre, después de llegar a un nivel similar en septiembre. Sus chances presidenciales dependen de ese número, más que de cualquier otra cosa”, concluye.
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