Número sorpresa: cómo llegó el Indec a una inflación de 4,9% en noviembre
La baja de precios en los alimentos se debió a la deflación que registraron las verduras y carnes, y no por Precios Justos; qué productos de la góndola se tienen en cuenta a la hora de relevar y qué sucede cuando hay escasez
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Sergio Massa, el ministro de Economía, se mostró sorprendido cuando se enteró que la inflación se había desacelerado a un 4,9% en noviembre. El dato lo conoció apenas dos horas antes de que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) diera a conocer el informe, una dinámica que utilizan para evitar que la información se filtre antes de tiempo. Si el dato de julio encendió las alertas (fue del 7,4%, el más alto desde abril de 2002), en esta ocasión la noticia fue bien recibida.
Dentro del Palacio de Hacienda señalaron más de media docena de factores que explican por qué el índice de precios al consumidor (IPC) registró el valor más bajo desde febrero. El fin del financiamiento por emisión, la política de tasas reales positivas, aumento en las reservas del Banco Central (BCRA), los desembolsos de organismos multilateral de crédito, la caída del déficit fiscal y el nuevo Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) fueron algunos de los motivos que enumeraron. Pero, sobre todo, hicieron hincapié en la introducción de Precios Justos, que fijó el precio de 2000 productos que representan el 68% del consumo de los argentinos.
En verdad, Precios Justos entró en vigencia a mediados del mes pasado y hubo demoras en la implementación, por lo que su impacto fue moderado. Más bien, los expertos esperan que su impacto real se produzca en los próximos meses, siempre y cuando en los comercios se respeten los valores que fueron acordadas con las empresas y no haya faltantes.
Si el rubro de alimentos y bebidas no alcohólicas aumentó en noviembre un 3,5% mensual, 1,4 puntos porcentuales menos que el nivel general, fue porque la carne y la verdura no mostraron grandes variaciones. Son dos de las categorías que no forman parte de Precios Justos, ya que el programa aplica productos envasados. No obstante, son los más consumidos por los hogares y eso el Indec lo tiene en cuenta.
La inflación en alimentos es ponderada entre un 23,44% (Gran Buenos Aires) y 35,30% (noreste argentino), el rubro que más importancia tiene a la hora de medir los precios. Y, dentro de la categoría, la inflación en carnes impacta entre 6,98% (GBA) y 13,27% (noreste); mientras que verduras, tubérculos y legumbres influye entre 2,23% (GBA) y 3,59% (noreste).
Son productos que se caracterizan por tener mucha volatilidad, dependiendo de las estaciones. Por ejemplo, en noviembre el precio de la lechuga se disparó un 37,5%; el limón, 27,8%; y la banana, un 26,1%. Pero el tomate redondo mostró una baja del 14,3%; la cebolla, del 14,1%; y la papa, del 7,8%. En menor medida, por mayor oferta, restricciones y para adaptarse al poder adquisitivo de la gente, el valor de la carne picada cayó 3,2%; la nalga, 1,2%; y la paleta, 0,5%.
“Los precios relevados que se encuentran dentro de programas de acuerdo entre el Estado y el sector empresarial para noviembre representan un 2,08% del total de precios relevados en el GBA. La presencia de estos precios en la muestra no depende de decisiones de relevamiento. En general, los productos que forman parte de un acuerdo de precios se actualizan con cierta periodicidad y se modifican los productos y presentaciones incluidas”, señaló el informe oficial del Indec, hacia el final de sus páginas.
Qué miden en las góndolas
Luego de la mala reputación que el Indec llegó a tener en el pasado, con la manipulación de las estadísticas implementada por el entonces secretario de Comercio Guillermo Moreno, hoy se prioriza el hermetismo. Aseguran que desde el Ejecutivo no saben cómo está conformada la canasta de medición.
Algunos acuerdos de congelamiento de precios inciden en la inflación, especialmente cuando se suman muchos productos y algunos de ellos son primeras marcas. Pero no todos. Por eso el Gobierno esta vez apuntó hacer una iniciativa grande, y que no estén solo marcas “Pindonga” y “Cuchuflito”, como alguna vez recriminó la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
No obstante, LA NACION pudo reconstruir algunas de las metodologías que se utilizan a la hora de relevar los precios. Por caso, el foco no está puesto en los supermercados. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo), los argentinos compran la verdura en las verdulerías, y la carne en las carnicerías, por lo que los comercios tradicionales suelen tener una ponderación del 70%. Allí los precios son menores, aunque también presentan más volatilidad que en los canales de mayor superficie.
Tampoco se sabe qué aceite o leche se toma en cuenta al observar la inflación, y es porque varía en cada comercio. La metodología del Indec indica que deben controlar los valores del producto más vendido de cada zona. Mientras que en Villa Devoto los consumidores prefieren un producto en específico, en Resistencia puede ser otro.
Lo que está ocurriendo cada vez con más frecuencia, desde la pandemia de Covid-19, es que en las góndolas empiecen a escasear los productos que se definieron para la canasta. En algunos casos, la falta puede ser semanal y, en tal caso, el encuestador debe marca como ‘sin producto’. Pero si el problema persiste en el tiempo, en un lapso de dos a tres meses se ajusta y se sustituye el producto. Por el cambio de marcas, a veces se da un salto en los precios, cuando no necesariamente fue efecto de la inflación.
Inflación, ¿en descenso?
El dato de inflación de noviembre fue menor al que esperaban los economistas, y eso generó revuelo y polémica. Rápidamente, desde el organismo estadístico ayer se encargaron de comunicar oficialmente que la discrepancia en la medición se debe a que existen diferencias en la metodología, en comparación con otros índices o consultoras privadas.
“Por esa razón, es recomendable tomar en cuenta series más largas para observar cómo se compensan esas variaciones. Por ejemplo: cuando se analiza la inflación acumulada no se observan diferencias significativas entre el Indec y las consultoras”, dijo ayer el ente estadístico. En lo que va del año, los precios subieron 85,3%. Los economistas esperaban entre 83% y 88%.
Frente a los valores de julio, el dato mensual más alto en veinte años, fuentes oficiales creen que la volatilidad es más acotada. En aquel entonces, por los cambios de ministros en el Palacio de Hacienda, la disparada del dólar y las expectativas en el aumento de las tarifas energéticas, la incertidumbre ganó terreno y “se perdió la referencia de los precios”.
Ahora, el objetivo de Massa es que para abril la inflación tenga un tres por delante. Una meta ambiciosa ante la dinámica actual, pero que se propone llegar mediante acuerdos de “senderos de precios”. Alimenticias y supermercados, fabricantes de celulares, combustibles, insumos difundidos, calzado y laboratorios, son algunos de ellos. Los economistas creen que no lo logrará, porque se vienen meses con muchos aumentos y remarcaciones.
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