Nuevo reclamo de una multinacional contra el Gobierno por una prohibición y expectativa por la postura de Javier Milei
En la Argentina, los vapeadores están prohibidos desde 2011, pero la estimación de tabacaleras como BAT es que hay más de 1 millón de usuarios en el mercado informal; “Tiene una muy buena oportunidad para mejorar”, dijo sobre el nuevo gobierno un ejecutivo de la empresa
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LONDRES.- A once años de su cita inicial, más de 500 personas se congregaron en Royal College of Physicians para discutir el futuro de la industria tabacalera y sus usuarios. Con la venia del Ministerio de Salud del Reino Unido, decenas de científicos y expertos discutieron sobre estrategias para erradicar el consumo de cigarrillos y destinaron duras críticas a los países prohibicionistas de los llamados “productos de reducción de daño”.
En una sala colmada de periodistas, científicos y referentes de multinacionales, entre debates se destacó la regulación de dispositivos que utilizan países como el Reino Unido o Suecia con objetivos hacia el consumo cero de humo. A contramano, la Argentina centralizó críticas por su prohibición sobre dispositivos de tabaco calentado y vapeadores.
“Hay un montón de cosas que se están haciendo mal desde el Estado”, apuntó, en diálogo con LA NACION, Jorge Arguindegui, jefe de Asuntos Legales y Externos de la compañía británica British American Tobacco (BAT), la ex Nobleza Piccardo en la Argentina. Según estimaciones de la firma (que en el país es dueña de marcas como Lucky Strike y Camel), más de un millón de personas en la Argentina usan vapeadores. Se trata de usuarios que acceden a productos a través del mercado informal que, entre otras problemáticas, no tienen trazabilidad de origen ni están sujetos a ningún tipo de estándar sanitario. La expectativa ahora está puesta en saber si Javier Milei seguirá con la misma postura o irá hacia la regulación.
En el Reino Unido, donde la regulación de vapeadores se implementó en 2014, el Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) puso en marcha una campaña con el foco en la reducción de daño con la producción de alternativas al cigarrillo y a eventualmente dejar de fumar. Así, los cigarrillos electrónicos desempeñan un papel clave en los esfuerzos del gobierno por reducir las tasas de tabaquismo en Inglaterra al 5% o menos para 2030.
“Mientras el uso de los cigarrillos electrónicos aumenta, el consumo del cigarrillo [convencional] baja”, definió John N. Newton, director del departamento de Análisis de la Salud Pública (Office for Health Improvement and Disparities) de la NHS. El experto gubernamental mostró estadísticas en las que destacó que la tendencia también condujo a una reducción en el número total de fallecidos por enfermedades vinculadas con el tabaco.
Newton señaló que el objetivo primordial del gobierno británico es alejar del cigarrillo convencional a la población y aseguró que se está logrando. Sin embargo, el funcionario destacó que hay que mantener “los ojos abiertos”, ya que no se trata de productos inocuos. “Sabemos que vapear es menos peligroso que fumar y sabemos también que ayuda a la gente a dejar de fumar, pero tenemos que trabajar para que los no fumadores y los jóvenes se mantengan alejados de ello”, sentenció.
Entre otros convocados en Londres, como referentes de la asociación de investigación Cancer Research UK; el grupo Action on Smoking and Health (ASH), que busca dar a conocer los riesgos asociados con el tabaquismo y hacer campaña por mayores restricciones en el uso y en la venta de cigarrillos y tabaco; Tikki Pang, el exdirector de Investigación, Políticas y Cooperación de la Organización Mundial de la Salud (OMS); y otros expertos de casas de estudios, como University College London (UCL), Oxford University y Yale School of Public Health, todos comulgaron bajo premisas similares:
- “Las investigaciones hasta ahora muestran que los cigarrillos electrónicos legales son mucho menos dañinos que fumar”
- “Para las personas que fuman, los cigarrillos electrónicos regulados por ley son una opción para ayudarles a dejar de fumar”
- “Los cigarrillos electrónicos no están exentos de riesgos. Aún no conocemos sus efectos a largo plazo, por lo que los niños y las personas que nunca han fumado no deberían usarlos”
Estrategias de transición
Nueva Zelanda, Estados Unidos, Japón, y ahora incluso Uruguay y Chile, pusieron en marcha regulaciones con normativas de variada intensidad. Mientras algunos países fijan estándares más laxos, estas naciones tienden a modernizar sus legislaciones para garantizar calidad en productos de reducción de daños para cigarrillos. “Tenés un producto que es más seguro comprado con un cigarrillo, pero si tu mercado no lo permite, ¿cómo podés evaluar que ese producto tenga un beneficio a largo plazo? Lo único que podés tener son productos ilegales, sin ingredientes de calidad ni adecuados”, enfatizó Carolina García-Cantón, doctora en Toxicología Genética y Global Scientific Engagement Manager de BAT.
¿Los vapeadores –comúnmente conocidos como cigarrillos electrónicos– son seguros? Según el NHS, “la evidencia muestra que vapear es sustancialmente menos dañino que fumar”.
“Vapear expone a los usuarios a muchas menos toxinas y en niveles más bajos que fumar cigarrillos”, define, y subraya: “Cambiar al vapeo reduce significativamente la exposición a toxinas que pueden causar cáncer, enfermedades pulmonares y enfermedades del corazón y de la circulación, como ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Estas enfermedades no son causadas por la nicotina, que es relativamente inofensiva para la salud”. En base a esta información, este tipo de productos se volvió clave en la estrategia de reducción de fumadores.
En el mundo hay 1100 millones de fumadores. Arguindegui señaló para la Argentina una coyuntura particular. “Es uno de los pocos países del mundo donde el consumo de tabaco aumenta en lugar de caer. En 2021, creció un 6%; en 2022, creció un 4%”, destacó el experto, quien señaló que la tendencia viene motorizada principalmente por el bajo costo de los cigarrillos. “Mientras que en Estados Unidos o Europa un atado sale unos 10 dólares; en Brasil o Uruguay, unos 3 o 4 dólares; en la Argentina se consigue de manera legal cigarrillos por 50 centavos de dólar, es decir, vale menos un atado de cigarrillos que un paquete de chicles”, ejemplificó.
“El humo del cigarrillo contiene más de 7000 sustancias de las cuales muchas son tóxicas, como por el ejemplo el benceno (presente en la nafta de los autos), el amoniaco (detergentes), la naftalina (matapolillas) y el cadmio (baterías), entre otras. Entre esas sustancias hay más de 60 que producen cáncer”, define el Ministerio de Salud. La cartera sanitaria británica, en tanto, advierte: “Las personas que pasan completamente de fumar a vapear tienen una exposición significativamente reducida a las toxinas asociadas con riesgos de cáncer, enfermedades pulmonares, cardíacas y accidentes cerebrovasculares”.
Al ser consultado sobre qué motivaría a las autoridades sanitarias en la Argentina a mantener prohibiciones pese a la estrategia opuesta de otros países, Arguindegui resumió: “En particular, los vapeadores están prohibidos desde 2011 y la evidencia con la que cuenta el Gobierno para mantener esa prohibición es de ese año. Obviamente, a lo largo de estos años apareció documentación que valida el menor daño que producen y por eso es imperiosa la necesidad de reevaluar lo que se prohibió”.
En la misma línea, García-Cantón destacó: “Los reguladores no son expertos en el área o no tienen el conocimiento de cómo funciona el producto. Por eso es importante el diálogo, que esté basado en el conocimiento científico”.
Última prohibición
La Resolución 265/2023 del Ministerio de Salud publicada en Boletín Oficial a fines de marzo pasado tuvo como objetivo restringir el uso de PTC (productos de tabaco calentado) de apariencia similar a los cigarrillos electrónicos o vapeadores, pero que en lugar de combustionar un líquido que contiene tabaco, calienta un cigarrillo especial elaborado con hojas de tabaco prensadas y nicotina a una temperatura que no llega a producir la combustión. “Es que, si bien se promueven como productos de riesgo reducido, hasta el momento ningún estudio independiente demostró que sean inocuos para la salud”, afirmó entonces la cartera sanitaria a través de un comunicado.
El ministerio que dirige Carla Vizzotti agregó que “por el contrario, algunas investigaciones comprobaron que contienen muchas de las sustancias tóxicas que poseen los cigarrillos comunes, en algunos casos en mayor grado de concentración”.
Los fabricantes de estos productos como BAT niegan estas acusaciones y, por el contrario, afirman que hay un 95% de reducción de las toxinas que el cuerpo absorbe con estos dispositivos frente a los cigarrillos. En esa línea se manifiestan gobiernos como el británico o el sueco. “La nicotina por sí sola no causa cáncer, enfermedades pulmonares, cardíacas ni accidentes cerebrovasculares y se utilizó de forma segura durante muchos años en medicamentos para ayudar a las personas a dejar de fumar”, informa el NHS.
En este contexto, el representante de BAT cuestionó: “Para quienes no pueden o no quieren dejar de fumar, esto es una alternativa. Hoy, la alternativa [del regulador] para quienes no pueden dejar de fumar es ‘morite’. La idea es que tengan algo menos nocivo para hacerlo; hay mucha gente que a través del vapeo logra de dejar de fumar. Sin dudas, lo peor a la hora de fumar es la combustión del tabaco y las nuevas categorías evitan eso”.
En términos de regulación, la expectativa está puesta en qué camino tomará el gobierno del presidente electo Javier Milei. “Estamos esperando a que se terminen de definir las autoridades sanitarias del nuevo gobierno y obviamente tenemos un paquete de información para llevar. Queremos que vean qué se hace en otros países del mundo para que la Argentina esté a la vanguardia en reducción de daño”, dijo Arguindegui.
Y cerró: “Creemos que es prioridad instalar opciones para que la gente deje de fumar. ¿Vapear te hace mal? Vapear cualquier cosa no regulada te hace mal. No creo que el gobierno de Suecia, que es la vanguardia de esto en el mundo, o el de Inglaterra, que desde el Ministerio de Salud lo impulsa, se impliquen en algo que esté mal. Obviamente, hay que regularlo, hay que limitarlo. Creo que la desinformación también hace mal y el próximo gobierno tiene una muy buena oportunidad para mejorar”.
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