Nueva ola migratoria agobia a centros de detención de EE.UU.
LOS ÁNGELES—Una nueva oleada de familias centroamericanas y niños no acompañados que cruzan ilegalmente la frontera sudoeste de Estados Unidos está abrumando las instalaciones de detención del gobierno y los refugios creados por organizaciones sin fines de lucro.
En un esfuerzo por frenar esta marea, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. ha publicado en los últimos meses cuatro videos en los que inmigrantes detenidos cuentan el traumático viaje de 2.500 kilómetros que se arrepienten de haber emprendido.
En el año fiscal que terminó el 30 de septiembre, agentes fronterizos de EE.UU. detuvieron a 137.366 migrantes mujeres con niños o menores que viajaban solos, un salto de 90% respecto de 2015 y aproximadamente la misma cantidad que en 2014. Ese año, el flujo humano desde El Salvador, Honduras y Guatemala fue considerado una crisis humanitaria por el gobierno de Barack Obama.
Cuando llegan a EE.UU., los migrantes suelen entregarse a los agentes y solicitan asilo, citando la violencia de las pandillas en sus países de origen.
Muchas mujeres y niños permanecen en centros de detención familiar cerca de la frontera esperando su audiencia de deportación. A otros se les permite ir a quedarse con sus parientes en el interior de EE.UU. mientras sus casos son considerados en el tribunal; generalmente se les coloca tobilleras electrónicas para que las autoridades puedan rastrearlos.
Después de un período de calma, la frontera ha vuelto a experimentar un fuerte aumento del número de recién llegados. El 22 de octubre de 2016 había 41.037 inmigrantes en detención en comparación con los 32.567 que había al 23 de abril, según el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Típicamente, el número oscila entre 31.000 y 34.000.
El miércoles, el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson, dijo que autorizó al ICE a adquirir espacio de detención adicional. También dijo que en octubre, 46.195 personas habían sido aprehendidas en la frontera sudoeste, frente a 39.501 en septiembre.
El presidente electo Donald Trump, que se ha comprometido a combatir la inmigración ilegal, no se ha referido específicamente al flujo de migrantes centroamericanos ni en sus discursos ni en su plan inmigratorio de 10 puntos.
En las últimas semanas, han llegado entre 200 y 300 migrantes por día a la Iglesia Católica del Sagrado Corazón en McAllen, Texas.
“Es posible que las cifras sean aún mayores que en 2014”, dice la hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de las Caridades Católicas del Valle del Río Grande, que dirige el refugio, donde los migrantes pasan un día antes de abordar los autobuses que los llevan hasta sus familias.
“Estamos tratando de ver cómo manejar esto”, cuenta Pimentel, quien fue públicamente reconocida por el papa Francisco por su trabajo en la frontera. Los migrantes reciben alimentos, ropa y otros tipos de asistencia.
La campaña de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza ha sido transmitida a través de las redes sociales en Centroamérica. En el último video, lanzado el 18 de octubre, una madre describe llorando el momento en que su hija de cuatro años fue alcanzada por una bala disparada por bandidos que emboscaron su tren. La niña, cuyo riñón fue traspasado por el impacto, sobrevivió.
“Vimos que la nueva tendencia de cifras subía y decidimos que nuestro esfuerzo necesitaba ser más realista”, señala Jaime Ruiz, portavoz de la agencia a cargo de supervisar la campaña. Los inmigrantes se ofrecieron voluntariamente para dar sus testimonios, afirma.
No está claro si este esfuerzo funcionará. Desde el año pasado, EE.UU. ha estado llevando a cabo una campaña de información en radio, diarios y medios de transporte público, explicando cómo se aplica la ley inmigratoria y los peligros de confiar a los niños a contrabandistas de seres humanos.
Los controles ejercidos por México en su propia frontera sur, que los centroamericanos deben atravesar para llegar a EE.UU., tampoco parecen disuadir a los migrantes, que a menudo pagan a contrabandistas miles de dólares para guiarlos.
En un comunicado, Johnson dijo: “La seguridad fronteriza por sí sola no puede superar los poderosos factores de empuje de la pobreza y la violencia que existen en Centroamérica”.
Después de la crisis de 2014, el gobierno de Obama persuadió al Congreso para que aprobara US$750 millones en ayuda a Centroamérica, aumentó el espacio de detención de inmigrantes y asignó casos de deportación a jueces de inmigración para un procesamiento acelerado.
En el año fiscal 2016, el total de detenciones en la frontera sudoeste ascendió a 408.870 personas, 23% más que en el año anterior, pero menos que en los años fiscales 2014 y 2013. Los migrantes mexicanos, que aparecen en números mucho menores que en años anteriores, ya no constituyen la mayoría de las personas detenidas mientras tratan de entrar ilegalmente a EE.UU.
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