Dólar e inflación: qué pasará en el país si llega la nueva cepa y hay más contagios
El mundo viró del optimismo por la efectividad de las vacunas al susto por la nueva cepa del coronavirus en Gran Bretaña. Así, los economistas volvieron a hablar de contagios, curvas y aislamientos, casi como al inicio de la cuarentena de este año. El efecto de un posible recrudecimiento del Covid-19, en la versión que sea, solo dejará más secuelas en una economía que ya está en estado crítico.
El dólar, que fue el gran protagonista de este año en materia de información económica, será una preocupación ineludible nuevamente. "Sin un rebrote de coronavirus, la Argentina puede evitar una devaluación; pero con, va a ser mucho más difícil", advierte Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina.
Suponiendo que se complica la situación epidemiológica y que hay que activar nuevamente planes de contención para mitigar los efectos en la economía a través de la emisión de pesos, esa nueva liquidez ejercería presión sobre la brecha porque el excedente se podría ir a dólares, proyecta Rajnerman. En ese caso, y como ya se repitió varias veces este año, un agrandamiento de la brecha devolvería comportamientos especulativos y mayores expectativas de devaluación.
En la Argentina, una devaluación abre a su vez un nuevo círculo vicioso: por el impacto sobre los componentes dolarizados, se genera más inflación, lo que a su vez tiene secuelas negativas sobre el poder adquisitivo del salario.
La posible complicación en el frente cambiario sería peor esta vez: "Hoy no hay mucha oferta de dólares y la brecha está estabilizada, pero en niveles altos: se ven efectos en importaciones y exportaciones tanto por la diferencia entre la cotización del oficial y el paralelo como por la retracción del comercio exterior", resume Julia Segoviano, de la consultora LCG.
En el frente financiero, el economista jefe de Ecolatina suma otro análisis: en 2020, dice, y con la crisis en todos los países, todos tuvieron que gastar y emitir deuda, por lo que existió un escenario de mucha liquidez a nivel global. El año próximo, y si la situación epidemiológica se controla en países en donde las vacunas se administren de forma correcta, proyecta, esa liquidez no estaría de vuelta.
La complicación, entonces, podría ser un encarecimiento del dinero a nivel global y mayor riesgo país, suponiendo que el escenario local se complica mientras que el internacional mejora.
Los salarios que no repuntan
En 2020, los salarios perdieron contra la inflación. Peligraron puestos de trabajo y la actividad se paralizó casi por completo, por lo que no hubo paritarias demasiado pujantes. "Los salarios ya están en una situación compleja, con una caída en el orden del 5% en el caso del salario real formal, y proyectamos una recuperación en torno al 4% para el año que viene, nada demasiado impactante, pero siempre y cuando no haya nuevas restricciones", advierte Ricardo Delgado, socio de Analytica Consultora.
Sin un rebrote, dice Rajnerman, 2021 sería el primer año en el que los salarios le ganarían a la inflación desde 2017. "Pero con Covid de nuevo eso no pasaría: muchos gremios este año aceptaron rebajas salariales nominales por el parate de actividad, pero el año que viene eso podría cambiar, siempre y cuando no peligre por nuevas restricciones", explica.
La actividad, complicada
Los economistas consultados por LA NACION coinciden en que el espacio para otro confinamiento estricto como en abril del año pasado, a nivel actividad, es poco. En cambio, abogan por una circulación con protocolos. "De todos modos, si hay una mayor restricción del movimiento, esto puede tener impacto sobre el resultado fiscal, porque gran parte de la corrección del déficit está asociado a una normalización de la actividad y menores gastos extraordinarios vinculados a acciones de mitigación del impacto de la pandemia", explica Martín Vauthier, director de la consultora Eco Go.
Las dos caras de la inflación
El gran problema sigue siendo que la Argentina no tiene acceso al crédito, señala Rajnerman. Un posible escenario de recrudecimiento de contagios tendría un déficit mayor y una recaudación que cae, por lo que el Estado podría volver a financiarse con emisión y, por ende, ejercer presión sobre la brecha y eventualmente sobre el nivel general de precios.
Suponiendo un nuevo cierre y una necesidad de asistencia del Estado -por ejemplo, que tenga que volver el Ingreso Familiar de Emergencia o la ayuda estatal para pagar salarios- se financiaría todo con emisión, dice Segoviano. "Estaríamos entrando en un riesgo de que la demanda no acompañe un incremento de la oferta de dinero y, por ende, un período de mucha nominalidad y acelere de la inflación", resume.
Sin embargo, podría haber un atenuante: "Hoy no hay espacio económico para más congelamientos, pero tampoco hay espacio social para subir precios: es probable que algunos programas que comenzaron a descongelarse se recongelen", apunta Rajnerman.
Del otro lado, Fernando Marengo, socio de Arriazu Macroanalistas, advierte que difícilmente importe si hay nueva cepa o no si no se controla el manejo fiscal y la confianza a nivel político y económico. Este año, dice, el Gobierno comenzó un camino para reducir el déficit fiscal a través de la eliminación de los programas de asistencia y la nueva fórmula jubilatoria, "pero no queda claro cómo va a seguir". Para el economista, un ajuste fiscal y revertir la desconfianza es lo que permitirá que el impacto de un posible recrudecimiento de contagios no sea tan severo.
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