Nuestra relación pasada y presente con el Fondo Monetario Internacional
¿Qué estamos negociando con el Fondo Monetario Internacional? ¿Solo que nos presten plata para poder pagarles a ellos, o también que al gobierno presidido por Alberto Ángel Fernández la institución le preste un monto similar al que le otorgó al presidido por Mauricio Macri? No hay que ser un experto en negociaciones para advertir que se trata de situaciones bien diferentes.
Al respecto hablé con el argentino Rogelio Edgardo Simonato (1933-2020), santafesino de nacimiento pero que desarrolló toda su carrera, como alumno y como profesor, en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). También estudió en la Universidad de Pensilvania. Especialista en comercio internacional, se doctoró en la UNLP con una tesis titulada Relaciones de intercambio, beneficios del comercio y bienestar económico. En dicha universidad colaboró de manera significativa en la enorme tarea encarada por Horacio Núñez Miñana y Héctor Luis Diéguez. En particular, fue muy importante el impulso que le dio a los cursos de posgrado. Junto con Mario Luis Szychowski y Adolfo Carmen Sturzenegger, integraba las "3 S" preferidas de Oreste Popescu.
-¿Cómo te recuerdan tus alumnos?
-Como un profesor que exigía leer mucho, demandaba una alta participación en las clases y emprendía las tareas con entusiasmo, convicción e integridad. A propósito: mientras estudié en Pensilvania, me reemplazaste en el dictado de economía internacional.
-Experiencia inolvidable. Varios de mis alumnos se destacaron en su vida profesional y, por supuesto, me atribuyo sus éxitos. Viajaba de Buenos Aires a La Plata "acompañado" por Hugo Guerrero Martinheitz, quien en su programa radial leía libros sobre temas que no me interesaban, pero era imposible dejar de escucharlo. Entremos en materia.
-El FMI fue creado en 1944, pero la Argentina recién se incorporó como miembro en 1956, siguiendo una de las recomendaciones efectuadas en el "Informe Prebisch".
-¿En cuántas oportunidades recurrimos al Fondo para que nos prestara fondos?
-En casi 30. La primera vez ocurrió durante la presidencia de Arturo Frondizi; la última (por ahora) durante la de Macri. Los números fueron muy diferentes, lo cual no debe sorprender, dada la inflación mundial y, sobre todo, el crecimiento de los mercados financieros internacionales. El préstamo otorgado a Frondizi fue de US$75 millones, mientras que el gobierno de Macri recibió aproximadamente US$50.000 millones.
-¿Alguna vez cancelamos la totalidad de la deuda contraída con el FMI?
-En un par de oportunidades. En 1978, cuando le debíamos 454 millones de degs (la moneda del Fondo, creada a fines de los 60); y a fines de 2005, cuando inmediatamente después de la decisión adoptada por Brasil, le abonamos 7000 millones de degs. Cancelamos las deudas, pero seguimos siendo miembros; claro que, ahora, como acreedores, por el equivalente de la cuota que aportamos.
-¿Qué sacrificios tuvimos que realizar en 1978 y en 2005 para saldar la deuda?
-Ninguno, y esto merece ser destacado. En ambas ocasiones el Banco Central había acumulado reservas por mejoras externas, no por ajuste fiscal. En la Argentina 2020 nadie puede pensar que una nueva mejora externa, ajena al accionar gubernamental, puede generar suficientes recursos como para pagarle al Fondo lo que se comprometió en 2018; de ahí la necesidad de negociar con el organismo.
-¿No se podría negociar una quita de la deuda?
-No, porque el Fondo cobra una tasa de interés "libre de riesgo" de, por ejemplo, 4% anual, en el entendimiento de que en algún momento pagarás la totalidad de lo adeudado.
-Se dice que el Gobierno desea reemplazar el actual acuerdo, del tipo stand by, por otro de facilidades extendidas. ¿Cuál es la diferencia?
-Volvamos al origen del FMI. El "cuco" que generó la dramática década de 1930 inspiró la filosofía inicial del Fondo. El problema principal no era que los países miembros tenían sus economías estructuralmente desquiciadas, sino que su funcionamiento normal se veía comprometido por algún problema de pagos externos y que, en ausencia de transitoria asistencia financiera, intentaban corregir el desequilibrio devaluando, invitando a los otros países a imitarlos, todo lo cual generaba una contracción económica global.
-¿Y entonces?
-La respuesta fueron los programas stand by, a un año, involucrando pocos fondos para, como digo, asistir ante un problema localizado, en una economía estructuralmente sana. La crítica "estructuralista" al FMI, planteada en muchos países de América Latina a mediados del siglo XX, tenía que ver, precisamente, con la pretensión de ayudar, con una única receta, a países que estaban en situaciones muy diferentes.
-¿Qué son las facilidades extendidas?
-Un subproducto de la década de 1970, donde el diagnóstico dejó de focalizar el problema exclusivamente en la balanza de pagos, para ayudar a que los países que solicitaban fondos pudieran modificar las porciones de la política económica que generan los desequilibrios externos. Son préstamos a plazos más largos, que involucran muchos más recursos, pero que obligan a los países a encarar reformas laborales, de apertura económica, impositivas, etcétera.
-No me imagino al actual gobierno argentino encarando este tipo de reformas.
-En 2019 Guillermo Antonio Roberto Calvo sorprendió a muchos cuando afirmó que la Argentina podría estar mejor, a partir de fines de 2019, si la elección la ganaba Cristina Fernández de Kirchner. Cuando le preguntaron por qué, palabra más, palabra menos, respondió: porque no tendrá más remedio que realizar un ajuste, y tendrá como opositor a Macri, que la acompañará mucho más que en el caso contrario. Veremos qué sucede en 2020.
-¿Cuál es la clave de la actual negociación con el FMI?
-La que planteaste al comienzo de esta conversación. Una cosa es si lo único que la Argentina busca es patear para adelante lo que se comprometió a pagar; o si intenta que el actual gobierno reciba plata fresca por un monto parecido al que recibió el gobierno anterior. Lo primero, que pertenece más al plano de la contabilidad que al de las finanzas o la economía, no parece imposible de lograr, más allá de las idas y vueltas de la negociación. Lo segundo luce prácticamente imposible.
-¿Estás diciendo que los argentinos podríamos salirnos con la nuestra?
-Mientras no pidamos plata fresca, sí. Pero haría muy mal el Gobierno en dormirse en los laureles, porque enfrenta un desafío mayor que el que les plantearon los bonistas o que el planteado por el FMI. Me refiero a los propios argentinos, quienes en función de la historia que llevamos en la sangre, somos particularmente exigentes, sensibles e incrédulos y, por ende, le exigimos a nuestro gobierno mucho más que lo que le exigen los ciudadanos de otros países.
-Recordado Rogelio, muchas gracias.