No todas las divisas emergentes son iguales
Los gestores de fondos recomiendan invertir en el peso mexicano, pero tener cuidado con el peso chileno, entre otras
Inversionistas y analistas aún piden cautela a la hora de invertir en las monedas de los mercados emergentes, pese a los avances que muchas de ellas han registrado en los últimos meses.
Las divisas emergentes fueron impactadas por una venta generalizada a principios de año, en medio de las tensiones políticas en Turquía y Ucrania, que tuvieron como consecuencia precios muy bajos que atrajeron a algunos inversionistas e impulsaron monedas como la lira turca. No obstante, la clase de activos en general sigue necesitando vigilancia debido a sus marcadas oscilaciones.
"En los mercados emergentes ya no estamos en un mundo donde simplemente seguimos al mercado de forma pasiva", afirma Robert Abad, quien ayuda a supervisar US$53.000 millones en activos de mercados emergentes de Western Asset Management, de Legg Mason.
Un favorito claro es el peso mexicano, que en los últimos tres meses acumula un alza de alrededor de 2,2% contra el dólar.
Durante los últimos doce meses, México aprobó reformas importantes en sus sectores de telecomunicaciones y energía en un intento por impulsar la inversión extranjera. Además, la persistente recuperación económica de Estados Unidos —el mayor socio comercial de México— sienta las bases para un crecimiento más sólido en la segunda economía de América Latina, señalan los analistas.
"Mientras el impulso económico de EE.UU. siga siendo positivo (...) eso es positivo para México", dice Abad, cuya firma posee pesos mexicanos.
No obstante, algunas de las monedas de mejor desempeño desde que amainó la ola de ventas generalizadas de fines de enero son las que poseen los fundamentos más débiles, según analistas. Inversionistas como Abad recomiendan optar sólo por lo que consideran las apuestas más confiables, como el peso mexicano, el won surcoreano y el zloty polaco. La lista de monedas que no recomiendan es más larga y es encabezada a menudo por la lira turca y el rublo ruso.
Eso se debe a que numerosas monedas de mercados emergentes siguen siendo presa de la incertidumbre política, conforme protestas y tensiones geopolíticas han surgido en lugares como Turquía, Ucrania y Tailandia. Mientras tanto, los déficits de cuenta corriente de algunos países se abultan, lo que significa que importan más de lo que exportan. La desaceleración de la economía china no ayuda, ya que se ha traducido en una menor demanda por las materias primas que producen muchos países en desarrollo.
El won y el zloty también están posicionados para beneficiarse de un mayor crecimiento en las economías desarrolladas, según los inversionistas. EE.UU. y la zona euro, que registran señales de una mejora económica gradual, son destinos clave para las exportaciones surcoreanas de manufacturas y tecnología. Eso debería sustentar el superávit de cuenta corriente de la economía asiática, una de sus mayores virtudes. Se prevé que la economía polaca reciba un impulso de cualquier repunte en Europa Occidental, que debería apuntalar la demanda de su moneda y activos relacionados, sostienen inversionistas.
"Seguimos creyendo en la tesis subyacente de que los mercados desarrollados ayudarán a ciertos mercados emergentes", dice Imran Ahmad, un gestor de portafolio del equipo de divisas de J.P. Morgan Asset Management, que administra unos US$1,6 billones (millones de millones). Su equipo prefiere apostar al won coreano contra el yen japonés, y los zlotys y pesos mexicanos son parte de su cartera.
También podrían registrar avances monedas de mercados en desarrollo que arrojan más retornos, como el real, la rupia de Indonesia y la rupia de India.
Las tasas de interés bajas en una economía estadounidense que crece en forma moderada y en la zona euro podrían ayudar a atraer a los inversionistas hacia esas monedas con mayores retornos, dice Win Thin, director global de estrategia de divisas de mercados emergentes en Brown Brothers Harriman.
No obstante, los analistas advierten que los inversionistas deben conservar una distancia segura con monedas como la lira turca, el rublo y el peso chileno, entre otras. En el caso de Chile —el mayor productor mundial de cobre— una menor expansión y la demanda global decreciente de commodities brindan una perspectiva sombría para la moneda.
La lira y el rublo, en tanto, enfrentan una batalla en dos frentes: ambas se debilitaron debido a las tensiones políticas en el último año, pero sus economías también tienen una debilidad subyacente que podría ser aún más preocupante a largo plazo, según inversionistas. En los últimos seis meses, la lira cayó alrededor de 3% frente al dólar, mientras el rublo cedió casi 5%, según FactSet.
En Turquía se han producido reiteradas manifestaciones contra el gobierno desde mediados del año pasado y sus elecciones presidenciales están programadas para agosto. Aunque la moneda ha recuperado algunas pérdidas en los últimos meses, la brecha en la cuenta corriente turca sigue siendo amplia y el Fondo Monetario Internacional prevé que su crecimiento se desacelere a 2,3% este año, desde una estimación de 4,3% en 2013.
A su vez, las tensiones geopolíticas de Rusia con Ucrania siguen presentes, y son un obstáculo para la confianza en ambos mercados. Los inversionistas también deberían tener cuidado con la fuga de capitales y un superávit de cuenta corriente que se reduce, advierten los gestores de fondos. En los primeros cuatro meses del año, los capitales que salieron de Rusia superaron a los que entraron por más de US$67.000 millones, más que en todo 2013.
El rublo "fue aniquilado" durante el último año, dice Alessio de Longis, estratega macro de OppenheimerFunds Global Multi-Asset Group y gestor de portafolio del Oppenheimer Currency Opportunities Fund, que administra unos US$49,2 millones. "No veo motivos para un cambio (en su desempeño)", sostiene.
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