No hay final feliz, ni para Tsipras ni para la UE
BRUSELAS—Es imposible saber dónde va a terminar todo, pero cuesta ver que terminará bien, para Grecia o el resto de la Unión Europea.
El colapso de las negociaciones sobre un paquete de rescate entre Grecia y sus acreedores durante el fin de semana, después de un llamado a un referéndum del primer ministro, Alexis Tsipras, será financieramente costoso para Europa, especialmente porque es probable que cause nuevos daños a la ya feble economía griega.
Más allá de eso, parece que la imagen y la influencia de la UE, interna y externamente, sufrirán un perjuicio adicional.
Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, lo reconoció el lunes, al confesar que se sintió traicionado y entristecido por la convocatoria del referéndum. "En una noche, Europa sufrió un duro golpe y la buena voluntad fue echada por la borda".
Timothy Garton Ash, catedrático de estudios europeos de la Universidad de Oxford, dice que si Grecia sale del euro, sería un "golpe enorme para la UE, en particular ante los ojos del mundo exterior: China, India, Rusia y EE.UU., sin mencionar los vecinos más cercanos". Para ellos, el fracaso para gestionar la crisis sería interpretado como una señal de que "la UE no puede resolver sus problemas".
Para la zona euro, significaría una prueba de que la unión monetaria es reversible, que un país podría unirse y salir. Esto tendría grandes efectos en cadena cuando el bloque se encuentre bajo presión en el futuro.
También plantea interrogantes sobre qué tan lejos se desplazará Grecia del núcleo de Europa occidental, y si otras potencias, en particular Rusia, pueden tratar de hacer valer su influencia. También podría desacelerar los esfuerzos de ampliar la UE a los países vecinos de Grecia, en los Balcanes.
Incluso si Grecia se queda dentro del euro, las negociaciones han corroído las relaciones entre el país heleno y otros miembros del bloque, lo que se demorará mucho en reparar.
Se han planteado preguntas —incluyendo de Tsipras y sus ministros— sobre si formar parte de la zona euro es compatible con la democracia. Y no sólo la democracia griega, porque si el primer ministro heleno se sale con la suya y consigue la condonación de la deuda, también aumentará la carga financiera de las otras democracias en la zona euro.
Peter Ludlow, un historiador de Bruselas y comentarista sobre asuntos de la UE, refleja la opinión generalizada entre los funcionarios en Bruselas de que Tsipras está "llevando a Grecia hacia una posición en la que se verá como un Estado fallido".
Sin embargo, incluso si Atenas abandona el euro, dice que probablemente se mantendrá dentro de los 28 países de la UE, particularmente debido a las transferencias financieras que seguirían recibiendo.
También argumenta que, en algún momento, una salida griega alentaría a los 18 miembros restantes a unir sus economías de forma más estrecha en un esfuerzo por mejorar su funcionamiento.
La postura de que una salida de Grecia puede ser manejada cómodamente por la zona euro se basa en la opinión de que es un caso atípico, un país que nunca debió haber sido invitado en primer lugar. La salida de Grecia fortalecería el bloque. Esto es lo que funcionarios de la región han llamado la teoría del lastre, que compara el bloque a un globo aerostático que se elevaría una vez que Grecia sea tirada por la borda.
Esta expectativa refleja en parte la frustración latente con el gobierno griego que ha explotado en las últimas semanas, y que demuestra que en medio de todo el cálculo tecnocrático en torno a las negociaciones de rescate, las relaciones humanas juegan un papel central en las decisiones más importantes.
En una crítica de Tsipras y su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, Juncker atribuyó la ruptura "al egoísmo, juegos tácticos y juegos populistas".
De todos modos, si el gobierno griego ha sido condenado en toda Europa por la forma en que manejó las negociaciones, los directivos de la zona euro también son ampliamente vistos como un grupo que trágicamente erró el manejo de la crisis.
Calificando al gobierno izquierdista de Syriza y de Tsipras como "tremendamente irresponsable" durante las negociaciones, Garton Ash dijo que la receta propuesta por Alemania era profundamente defectuosa y posiblemente inalcanzable por parte de Grecia "incluso con la mejor voluntad política del mundo".
La estrategia de Tsipras se ha convertido, sin embargo, en una causa célebre para muchos, en particular para economistas angloestadounidenses. Éstos han condenado los recortes fiscales impuestos a Grecia como condición para recibir la asistencia. Un grupo más amplio cree que el exceso de deuda de Grecia debería haber sido renegociado en 2010, poco después de que estallara la crisis, y necesita ser reducido ahora.
Sin embargo, si Grecia es separada de la zona euro, algo que muchos de estos economistas desean, tendría que enfrentar una drástica devaluación que provocaría serios trastornos de la economía a corto plazo.
Los beneficios a largo plazo dependerán de la calidad de las políticas económicas puestas en marcha después de la devaluación.
Por ahora, muchos funcionarios europeos esperan que Tsipras sea derrotado en el referéndum y que pronto tendrán nuevos interlocutores en Atenas que permitan otro impulso para llegar a un acuerdo de rescate. Si la opción del primer ministro gana, creen que el peor de los casos podría estar a la vuelta de la esquina.
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