No los busquen más ¡aquí están los dólares!
David es biólogo, participa de un equipo en la Patagonia que descubre un nuevo ingrediente, se lo vende a una cervecera mundial e ingresa dinero para el Estado y para el propio instituto. En un futuro, permitirá generar un polo de investigación, multiplicando la cantidad de centros y empleos asociados.
Ana es ingeniera industrial, trabaja en una empresa siderúrgica en Buenos Aires y desarrolla una nueva manera para producir tubos de acero que resisten climas y presiones extremas, permitiendo explorar, descubrir y trasladar petróleo y gas desde zonas muy adversas. Esto permitirá ampliar la capacidad productiva, generando nuevos puestos de trabajo.
León es productor y director de cine y sus éxitos permiten generar un polo audiovisual que exporta a todo el mundo desde Córdoba. Safira es desarrolladora de software y genera, desde Rosario, el conocimiento que conducirá los autos de una marca alemana en todo el mundo. Silvia dirige un laboratorio en Mendoza y sus investigaciones dan como resultado patentes que les permiten a diferentes industrias aumentar su productividad. En el futuro todos los casos generarán empleo de calidad y crecimiento.
¿Qué une a todas estas historias? Que el conocimiento es un disruptor que genera un valor diferencial con impacto en el desarrollo, crecimiento y empleo, tanto inclusivo como de alta calificación.
Les quiero proponer un trato, pero ya les anticipo que tengo información privilegiada: sé cómo les fue a otros países y qué impacto tendría para la Argentina. Pero este trato tiene un requisito fundamental del cual no podemos escapar: depende exclusivamente de nosotros.
Spoiler alert: el trato que les planteo genera dólares genuinos para la Argentina sin depender de tomar deuda ni de una potencial lluvia de inversiones extranjeras.
Este trato que propongo ya genera en la Argentina 400.000 empleos y exporta US$6300 millones por año, apuntando a superar muy pronto los US$10.000 millones, convirtiéndose en el primer complejo exportador de la Argentina.
Además, este trato incluye al campo, a la industria, a los servicios, al sector público, a la educación, a los sindicatos y a la sociedad como un todo.
Este trato es la posibilidad de resignificar nuestro modelo país. ¿Qué lugar quiere ocupar la Argentina en el mundo? ¿Cuál es su propuesta de valor diferencial por la que otros países nos comprarán servicios y productos?
Hagamos este trato con nuestro presente y nuestro futuro. Este trato se llama economía del conocimiento y es la aplicación del talento, del saber y de la creatividad para generar valor y mejorar procesos. Es la manera de diferenciarnos en el mundo y generar empleo. Depende de nosotros.
El autor es líder de Accenture Digital para Sudamérica Hispana