Nico Occhiato. El éxito de LUZU TV, a qué le tiene miedo y por qué no se imagina conduciendo Nadie Dice Nada en un futuro
El creador de LUZU TV habló con José del Rio en el tercer capítulo de la segunda temporada de “Hacedores que inspiran”
“Mi sueño de chico era jugar al fútbol, pero no me dio”, dispara Nico Occhiato desde la nueva sede de Luzu TV, en pleno corazón de Belgrano. “Soy un futbolista frustrado, pero ni me rompí la rodilla ni nada. No me alcanzó”, se sincera quien hoy se encuentra al frente de un nuevo medio que combina los códigos de la radio, la TV, internet y las redes sociales. Todo luce nuevo en este proyecto, en el que ya trabajan unas 80 personas y que se convirtió en un fenómeno de audiencia en el segmento joven, con más de 1 millón de suscriptores en Youtube y 3,1 millones de usuarios únicos mensuales en esa plataforma. Sus podcasts llegan a 1,2 millones de reproducciones cada 30 días.
La historia de Occhiato es la de un emprendedor que pasó por muchas vidas en sus cortos 31 años. Nació en Villa Luzuriaga, un 25 de diciembre de 1992. Su barrio lo identifica, al igual que su familia y sus abuelos, a los que adora. Hasta los 12 años jugaba en la Sociedad de Fomento, donde gracias al aporte de su abuelo rompió su timidez y entendió la importancia del trabajo en equipo. Cuando se dio por vencido en ese rubro, siguió con empleos administrativos: fue fletero, distribuidor de pan lactal, extra, influencer, hasta convertirse en conductor y líder del fenómeno de streaming que ya se mira en la Argentina, Uruguay, España, Chile y hasta en Estados Unidos.
-¿Cómo fue tu camino hasta acá?
-Nací en Villa Luzuriaga. La idea de Luzu la fui encontrando. No es que dije voy a armar un medio. En el contexto de mi vida se fue dando, y fue creciendo esto. Me crié toda la vida con la sensación de que era un vago, que era irresponsable, que no me daba. Y era verdad. Porque todo lo que era colegio, tareas y demás no lo hacía. Entonces para mi familia era un vago y un irresponsable.
-Sin embargo, tan mal no te fue…
-Siempre mi viejo me inculcó que la parte artística era un hobby, que yo no me podía dedicar a eso porque muy pocos viven de eso. Pero también me inculcaron la cultura del trabajo y del esfuerzo.
-Siempre sus consejos son desde el amor, de alguien que te quiere. Pero también imagino que te carga una mochila…
-Mal. La presión también. Yo soy muy estructurado y mi familia es muy italiana, muy de la cultura del hacer. Siempre trabajé. Tuve un momento en el que era redactor de cartas documento en un bingo. Esa etapa fue horrible. Tenía que escribir la carta documento para notificar a los empleados que iban a perder el presentismo porque llegaron tarde, o porque faltaron sin justificación. En esa época estudiaba derecho. Tenía 20 años y la gente a la que tenía que decirles eso era gente grande. La pasé mal. Pero fue un peso también renunciar, porque de ahí me fui a Combate (N de R: programa de TV de Canal 9 que fue furor en redes sociales) adonde llegué por una convocatoria que escuché de Fierita Catalano. Le dije al abogado que tenía una audiencia, una mediación. Me fui al casting y ahí quedé. Fue un delirio.
-¿Cómo fue ese camino?
-Yo estaba yendo mucho al gimnasio y vi que ofrecían entrenar con Tito Speranza así que me anoté. Había sido extra en algunas oportunidades y participado de castings pero no quedaba. Mandé fotos y me llamaron para ir al otro día a un casting presencial. Pensé que era para mí, pero había una cola larguísima. Luego quedé y fue una locura todo.
Luces encendidas
En 2021 es cuando decide dar su gran salto y crear su productora de contenidos multiplataforma Luzu. El primer programa lo desarrolló en pandemia, con unas 1600 personas mirándolo en Youtube y unos 16 minutos de duración. Hoy tiene una programación completa que arranca a las ocho de la mañana y llega hasta las 23. Su conexión con el público es también a través de teatros y estadios, a los que convoca a sus “oyentes” para un mano a mano en vivo.
-Ni la política ni la grieta cruzan Luzu TV. ¿Eso fue una decisión o es porque no interesa entre los más jovenes?
-No fue una decisión. Nadie se sentó a decir por acá no, por acá sí, ni nunca hablé con ningún programa de qué sí y qué no. Es natural... que cada uno diga lo que tenga ganas de decir. Nunca fue una decisión del canal ni nada. Nosotros pensamos Luzu como si fuese un grupo de amigos, entonces ahí se puede decir lo que sea. En mi caso y en este caso te respondo como conductor: no me siento con una opinión formada, ni sabiendo del tema, para hablar de política. Entonces no me meto y entiendo que hay un montón de gente que está por fuera y tampoco le interesa que le hablen de eso.
-De qué sí hablaron conceptualmente como Luzu…
-De algunas cosas, como por ejemplo si me mando una burrada. Ahí lo que pensamos es díganmelo al aire y enséñenme, porque es la forma también que existe en todo grupo de amigos, donde hay alguien que dice eso no va, o algo ya es antiguo... y siempre está el que viene y dice che, esto no es más así. ¿Entonces queríamos replicar un poco eso, viste? No el matar o condenar a alguien que se equivoca con un comentario desafortunado, sino charlarlo entre todos.
-Como empresario… ¿a qué le tenés miedo?
-Miedo… Soy medio inconsciente de todo. Y es necesario a veces, porque si fuese consciente de lo que te decía, de que hay casi 80 empleados, o a veces en las reuniones que tenemos más de números y me dicen cuánto es el número de sueldos fijos que se pagan por mes... Uf, ni me lo digan. Es mi primera empresa, mi primer emprendimiento. Lo siento así. Miedo me da que se vuelva una empresa, que se vuelva burocrático, que se vuelva algo que no me identifique. Hoy, por ejemplo, se me ocurre algo, voy corriendo al estudio, agarro el micrófono, lo digo y pasa y fluye.
-Hace poco entrevistaste a Marcos Galperin, uno de los emprendedores más grandes de la historia argentina…
-Me voló la cabeza y no solo por lo que charlamos en el escenario de Endeavor, sino por la hora que hablé con él antes. Esa fue otra entrevista distinta a la del escenario.
-¿Tenés algún coach para transitar el crecimiento?
-Tengo un coach empresarial con el que hablo mucho, que lo tomo también como personal. No es terapia, es coaching personal, y coaching empresarial también es terapia. Leo mucho y estudio mucho sobre liderazgo y formas de liderar y de tratar con las personas. Ese es un tema que me apasiona, y el sacar lo mejor de la gente es algo sobre lo que más leo. Me gusta mucho el rol de estar acá y estar mirando. Estar atento, entender si a alguien le pasa algo, si no está bien y darme cuenta de qué es lo que le pasa. Me encanta.
-Es que en definitiva tu trabajo es de tecnología, pero sobre todo de personas…
-Es así. Nosotros trabajamos con estados de ánimo, con personas, con los que salen al aire y con los que no también, porque mi sueño constante es que la gente quiera venir y que la gente tenga ganas de trabajar acá. Cada vez que viene alguien a pedirme laburo pienso que estamos haciendo las cosas bien.
Un lugar en el mundo
Cuando Luzu arrancó, Occhiato puso de sus ahorros. En plena pandemia tuvo que elegir entre las propuestas que tenía para hacer en radio o invertir en su emprendimiento, con los riesgos que eso suponía, y optó por la opción más riesgosa. Pasó de un estudio chico en su origen a ocupar todo un séptimo piso con vista a la Avenida Cabildo, y adonde hay una frase que lo identifica desde un cartel: “Nos queman las ganas de hacer”.
La plataforma de Youtube para su despegue no fue casual. Evaluó primero Twitch, pero llegó a la conclusión de que allí habitaba un segmento más joven, y estaba convencido de la necesidad de generar originalmente contenido para su generación. Estaba convencido del potencial que suponía crear su propio medio, pero con el vértigo propio del proyecto.
-¿Cuál es la misión y visión de Luzu?
-Yo creo que lo más fuerte es... y esto es una discusión que estoy teniendo ahora, actualmente, con el equipo estratégico de Luzu... Mirá, te voy a leer la misión y visión que escribí, que escribimos con mi socia (Gabriela Rivero), cuando recién arrancaba, cuando comenzó Luzu, que es: “Inspirados en el entretenimiento, creamos un espacio que conecta y empodera diferentes culturas, impactando positivamente en nuestra comunidad”.
-Entretenimiento…
-Al principio puede ser, pero creo que venía un poco contaminado de los medios tradicionales, el tema del entretenimiento. Hoy yo creo que somos más influencia que entretenimiento. Influenciamos sobre con qué te podés divertir y podés jugar, y no por eso dejamos de ser serios. Mirá, me dejaste pensando con tu pregunta sobre los miedos, el que tengo es el de llegar acá (N de R: las oficinas de Luzu) y que se callen. O cuando empiece a estar fuera de esto que te digo de darme cuenta cuando alguien no está bien, o le pasa algo, y no tener las herramientas para ayudarlo, y también el miedo es darme cuenta cuando me tenga que mover yo, o dónde necesita la empresa que esté. Porque soy consciente, en un momento la empresa va a necesitar que yo me corra del aire.
-Ese es un duelo…
-Sí, y eso no me desespera. O sea, yo no me siento que voy a hacer “Nadie dice nada” durante 15 años, ni loco. No creo en eso, en la idea de los programas históricos durante 30 años. No sé cuánto tiempo más lo voy a hacer, porque soy consciente que en algún momento la empresa me va a necesitar en otro lugar. A mí cuando ya no pueda dar el 100% me tendré que correr, porque no estar al 100% sería faltar al respeto a lo que yo mismo armé. Y eso no lo siento como un duelo, lo siento como un proceso, como un avanzar.
-¿Cómo formás equipo?
-Creo mucho en las energías. Trato de estar rodeado de gente que me transmita buena energía y disfrute. No me permito no disfrutar un día. Es lo primero que me replanteo. Si un día no disfruté de algo, al menos, o de un momento, me enojo conmigo mismo y trato. No me banco estar en un lugar sin disfrutar.
-Para cerrar… ¿es lo que hacés más importante que el por qué lo hacés?
-No sé. Es todo importante. Bien, hay veces que siento que volviendo al principio de la charla, que todo lo que hago es un poco para remontar a Nico, que manejaba un camión y Nico odiaba lo que hacía, pero que iba escuchando el programa de radio, que me divertía y si el chabón que estaba hablando me sacaba una sonrisa, me cambiaba el día. Ahí la misión estaba cumplida. Por eso lo hago.