Yacyretá por dentro. Cómo es la central que produce el 14% de toda la energía del país
No hay nada en la central hidroeléctrica Yacyretá que sea de tamaño módico, discreto. Los repuestos que esperan ser colocados son tubos donde podría caber familia entera; las turbinas, gigantes sumergidos que demandan el mantenimiento de más de 300 operarios y la plataforma que constituye la presa y el embalse, 67 kilómetros de hormigón sobre el río Paraná, justo en el límite entre la provincia de Corrientes y Paraguay.
La sala de máquinas, donde ayer los directores de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) adjudicaron obras por US$300 millones, es un pabellón de casi 900 metros de largo en el que se alinean las tapas rojas de las 20 turbinas tipo Kaplan que generan el 14% de toda la energía del sistema interconectado nacional. Debajo de cada una de esas circunferencias, una máquina se hunde casi 20 metros hacia abajo. En el punto más profundo se ubican las hélices por las que circula el agua del río Paraná: 800.000 litros por segundo.
Los generadores -la pieza del mecanismo que convierte la fuerza de la naturaleza en energía eléctrica- son desmesuradas. Para su construcción se utilizó más acero que el necesario para fabricar 70.000 autos.
La obra de la represa binacional Yacyretá -que empezó a proyectarse en 1973, comenzó a construirse en el 1983 y se inauguró en 1998- demandó la inundación de miles de hectáreas y la reubicación de los pobladores que vivían en esa áreas . Hoy necesita de una gran planta de mantenimiento: son 140 argentinos y 170 paraguayos que todos los días trabajan para que las turbinas no detengan su marcha. En total, contando otras áreas, la central tiene 420 trabajadores.
La central es el único lugar de la EBY (que tiene también subestaciones y oficinas a ambos lados de la frontera) en que argentinos y paraguayos trabajan juntos. Los argentinos viven mayoritariamente en la localidad correntina de Ituzaingó y los paraguayos, en Ayolas, ciudades que estarán unidas por un paso internacional a partir del 23 de agosto próximo, fecha fijada para que los presidentes Mauricio Macri y Mario Abdo Benítez viajen a inaugurarlo.
¿Se llevan bien trabajando juntos? "Sí, muy bien, somos muy parecidos acá", dice Oscar Balbuena, ingeniero industrial, trabajador de la central desde hace 25 años y jefe de una cuadrilla de mantenimiento eléctrico. "Excepto cuando hay fútbol".
El pabellón de la sala de máquinas es tan largo que llevaría más de 20 minutos atravesarlo a pie. Por eso hay bicicletas apostadas contra las paredes, que los trabajadores de mantenimiento usan cada vez que necesitan ir de un lugar al otro. Los encargados de operaciones, en cambio, se desplazan en un carrito de golf.
No es necesario en todos los casos, pero a veces los trabajos de mantenimiento implican zambullirse dentro de las turbinas. "Para inspeccionar nos metemos en un carrito, acostados panza arriba con una linterna en la frente. Si sos claustrofóbico, te morís ahí. Parece que estás en un cajón", dice Balbuena.
El vertedero principal de Yacyretá está ubicado a 84,5 metros sobre el nivel del mar, y si bien este salto es fundamental para la generación, implica un corte del flujo natural del agua que obstaculiza el paso de los peces que se desplazan río arriba para desovar. Para eso existe algo que tiene otros nombres posibles, pero muchos llaman "ascensores de peces". Suena exótico, pero es exactamente así.
En las dos puntas de la represa se genera una corriente artificial para atraer a los peces, que entran en una especie de trampa. Luego, se cierra una reja móvil y los peces son subidos dentro de esa reja hasta el punto más alto de la represa y liberados del otro lado para que continúen su camino. El proceso se hace cada una hora, excepto en época de migraciones en las que aumenta la cantidad de peces y se hace cada 30 minutos.
Según estimaciones del sector, cada turbina genera al menos US$150.000 dólares por día en energía y ese es uno de los motivos que determina que las tareas de mantenimiento se realicen en contra el ciclo de la demanda. "El pecado es sacar la máquina de funcionamiento", resume Balbuena. En verano, por ejemplo, cuando el uso de energía se dispara, se apunta a hacer solamente mantenimiento correctivo, es decir, para resolver un problema.
Actualmente hay dos turbinas en reparación: la cuatro y la ocho. Sacar de funcionamiento estas máquinas está justificado en este momento, en que una de las tres líneas de alta tensión que distribuyen la energía de Yacyretá en la Argentina está fuera de servicio producto del apagón que sufrió el país el 16 de junio pasado. "El problema ese nos destruyó el bushing de salida de la línea tres y los componentes dañados son japoneses, de Mitsubishi -precisa Balbuena-. Los están fabricando, pero estimo que van a tardar tres meses más".
Hay una sala de control principal -donde está el jefe de turno y operadores a cargo del despacho de energía, control de cargas- que monitorea permanentemente la central y una sala de control extra por cada cinco turbinas. Si surge algún inconveniente, se genera una orden de trabajo mediante la red interna de trabajo. "Nosotros agarramos la bici -dice Balbuena- y vamos hasta el lugar a toda velocidad".
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