Vuelve un clásico de los 90: la polémica por las promociones y la apertura de importaciones reaviva la disputa entre proveedores y supermercados
El Gobierno busca cambiar la política de ofertas y descuentos para que las estadísticas oficiales releven una desaceleración mayor de la inflación
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La polémica por las promociones del tipo 3x2 y el anuncio oficial de que se iba a facilitar la importación de productos de la canasta básica revivieron un clásico de la economía de la década del 90: la pelea entre la industria de alimentos y los supermercados.
Apenas 24 horas después de que se anunciara la medida para impulsar las importaciones de un puñado de productos de la canasta básica (banana, papas, carne de cerdo, café, atún, cacao, insecticidas, champús y pañales), el ministro de Economía, Luis Caputo, celebró en las redes sociales la promoción que lanzó la cadena de supermercados Jumbo, que priorizaba en sus comunicaciones los descuentos por unidad en lugar de las promociones por las compras en volumen, como el 3x2 en vinos o gaseosas (que en los hechos significa un ahorro del 33% en cada botella), o el descuento del “70% en la segunda unidad” (es decir, un 35% menos por producto).
“Jumbo cambiando la modalidad de sus promociones”, publicó Caputo, junto a tres emoticones de aplausos y una serie de fotos que muestran los cambios en la manera de comunicar las promociones en supermercados Vea y Disco, las otras dos cadenas que controla el grupo Cencosud.
Detrás de esta cruzada contra las promos se esconde el malestar oficial contra la política de precios que vienen aplicando desde hace años los supermercados y la industria. Si hay que marcar un punto de inflexión es el corralito de 2001. En ese momento, los bancos cerraron acuerdos puntuales con distintas cadenas de supermercados para ofrecer descuentos del 20% o 30% con el pago con sus tarjetas de débito.
Con el paso del tiempo, las promos fueron virando de los acuerdos con los bancos a la búsqueda de volúmenes y así se popularizaron los descuentos en las compras de más de una unidad. El problema para el Gobierno es que el Indec registra el precio que efectivamente paga el consumidor -y por lo tanto, toma en cuenta todas las ofertas especiales que se hacen en una categoría-, pero no considera los descuentos en la segunda o tercera unidad, que volvieron con mucha fuerza tras el fogonazo de aumentos de diciembre último. La otra acción que queda fuera del radar del Indec son los descuentos que se aplican para los consumidores que utilizan un determinado medio de pago (por ejemplo, los clientes de un banco o de una billetera virtual, como Cuenta DNI o Mercado Pago).
Ahora, el gran interrogante que se abre en materia de consumo masivo es cómo reaccionará la industria, ante los reclamos de Caputo y el anuncio de apertura de las importaciones. En las últimas 24 horas hubo una mínima señal favorable para el Gobierno. Un bot muy popular en la red social X que releva los precios de la plataforma online de un supermercado dio cuenta hoy de una pequeña baja (0,5%) en la medición que realiza todos los días. Su relevamiento no se realiza con una canasta ponderada -es decir, que pesa lo mismo la carne que un producto suntuario como una cápsula de café-, pero podría significar que los fabricantes están dispuestos a avanzar con una rebaja tradicional de sus listas de precios en vez de priorizar la política de promociones.
Para tener un dato más certero, sin embargo, habrá que esperar unas horas más. El momento de la verdad se conocerá a partir del viernes a la mañana, cuando las grandes cadenas de supermercados empiecen a informar sus descuentos del fin de semana. En ese momento, los consumidores tendrán un panorama más amplio y descubrirán si efectivamente volvieron los descuentos tradicionales -que toma en cuenta el Indec- o siguen las promos del tipo 3x2 que obligan a los clientes hacer cuentas frente a la góndola para conocer cuánto están pagando realmente por un producto.
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