Vuelta cuidada: El retorno del fútbol y el trabajo
¡Volvió el fútbol! En un contexto polémico dado el crecimiento de los casos positivos de Covid-19, esta semana volvieron a entrenar los clubes de primera división y, en forma escalonada, lo irán haciendo las demás categorías. Para la mayoría de los argentinos, el fútbol es equivalente a pasión, identidad y espectáculo. Sin duda es un negocio que mueve millones.Lo que muchas veces escapa al foco habitual es que los futbolistas profesionales son trabajadores, como también lo son las miles de personas empleadas en las actividades que conforman esta industria.
Desde esta perspectiva, el proceso de preparación para el retorno del fútbol en tiempos de pandemia no difiere demasiado de lo que está ocurriendo en otras organizaciones, y es allí donde encontramos un punto común donde cruzar universos con la doctora Cintia Rosenblit, directora médica del Cemla, especialista en medicina del trabajo y miembro de la comisión que elaboró protocolo sanitario presentado por la AFA y aprobado por las autoridades.
"El fútbol vuelve, pero de otra manera, Si bien tenemos la ventaja de que el deporte se desarrolla al aire libre, hay que cambiar muchos hábitos y costumbres para extremar las precauciones. Los entrenamientos, en principio, van a ser en grupos de seis. La dinámica misma del entrenamiento va a cambiar, para evitar el contacto y para prevenir lesiones luego de cinco meses de inacción. Muchas otras cosas ya no se van a poder hacer, como beber del mismo bidón de agua o celebrar los goles con abrazos. En una primera etapa, los jugadores van a llegar ya cambiados y se van a ir directamente después del entrenamiento, sin compartir vestuarios ni comidas", dice Rosenblit.
Volvemos, pero de otra manera, en el deporte y también en las oficinas, las fábricas y, un día más o menos cercano, en las escuelas, universidades, restaurantes. La vuelta al trabajo después de tanto tiempo de aislamiento implica un desafío de organización con nuevas reglas, hábitos y responsabilidades. Son muchas cosas para recordar, para tener en cuenta; distancias, uso de elementos de protección, higiene. Sumemos la esencia afectuosa que nos caracteriza como argentinos: no estrecharnos las manos, no dar abrazos ni besos, no compartir la ronda de mate y la pizza después del entrenamiento o el horario de oficina. ¿Cómo hacemos para que los nuevos hábitos sean respetados por todos, se instalen y perduren en el tiempo? ¿Es posible que este retorno sea el amanecer de un cambio de cultura? ¿Cómo nos transformamos en seres responsables y cuidadosos sin perder nuestra identidad?
Concietización: Desde hace meses, tanto en el fútbol como en otros ámbitos, se están llevando a cabo capacitaciones y entrenamientos virtuales que apuntan a generar conciencia de la responsabilidad individual en el éxito de las medidas preventivas: "Yo me cuido para cuidarnos", "Nos cuidamos entre todos". La tarea de los líderes es involucrar a sus colaboradores en una misión compartida, motivarlos en un proyecto común.
Prioridades: Con tantas normas nuevas, es muy fácil cansarse, olvidarse o relajarse. A fin de que las nuevas conductas se automaticen y se sostengan en el tiempo, es más útil ir despacio y concentrarse en unos pocos objetivos relevantes, centrados en la responsabilidad personal, que sí o sí tenemos que hacer: mantener la distancia, usar el tapabocas, cumplir el protocolo en situaciones críticas como la higiene de superficies comunes, el uso del microondas o de la jarra eléctrica,
Flexibilidad: Es difícil ir de golpe de un extremo al otro, de lo acostumbrado a lo nuevo. La cantidad y la rigidez de reglas es una invitación a la rebeldía y a la transgresión. Siempre que se pueda, sin arriesgar la salud propia ni de otros, conviene buscar alternativas flexibles. Por ejemplo: el uso del tapabocas en espacios cerrados es un sí o sí, pero es difícil de sostener durante 8 horas. Sería bueno implementar pausas cortas y regulares a lo largo del día para que las personas puedan salir a respirar sin máscara, idealmente al aire libre, como las que se instalaron desde hace años con los fumadores.
La costumbre del happy hour o las celebraciones no tiene por qué desaparecer, pero tiene que adaptarse: en el lugar del trabajo, no ya el maní o las facturas en una fuente común, ni la torta o la pizza o la botella, pero sí porciones individuales, latas, botellitas o vasos personalizados con el nombre de cada asistente. En el fútbol, ya no "chocar los cinco" ni el abrazo grupal, pero hay palabras, gestos a distancia o tonos de voz que no reemplazan el contacto. Festejamos, nos divertimos, pero de otra manera.
También es posible contemplar situaciones personales que mantengan la motivación y la productividad. Por ejemplo, en muchas organizaciones se acuerda que las personas puedan mantener ciertos días u horarios de teletrabajo que faciliten la armonía familiar o respeten sus temores. La flexibilidad también es crucial a la hora de adaptarse a las nuevas formas de trabajar que vayan habilitando las autoridades o, en el peor de los casos, para regresar a etapas de mayor restricción si el contexto así lo demandan.
No tiene por qué ser todo o nada. Hay matices, gradualidades, ajuste, progresiones, pequeños pasos, y algunas pocas coreografías de excepción. Es mejor buscar un equilibrio justo que nos permita arraigar lo que sí se puede.
Lo importante, siempre, es que esta flexibilidad esté pautada, que no sea un viva la pepa. Los acuerdos sobre que sí y que no, y también las consecuencias de la transgresión, deben ser claros y quedar registrados por escrito.
Contra la reunionitis
Organización: En el retorno al fútbol, al menos en esta primera etapa, se estableció que sólo pueden participar del entrenamiento seis personas por cancha a la vez, manteniendo la distancia y limitando la presencia del cuerpo técnico y otros colaboradores al mínimo indispensable. Estos grupos son fijos, siempre los mismas personas, para facilitar el monitoreo y el aislamiento en casos de contagio. Esta forma de trabajar también se va a dar en los lugares de trabajo: pequeños grupos presenciales en turnos rotativos que aseguren la aplicación de los protocolos de bioseguridad.
La nueva cultura quizás nos deje como regalo la cura de la "reunionitis": menos encuentros presenciales, a los que sólo estén convocadas las personas realmente imprescindibles, hará más efectiva, breve y al punto cada reunión y liberará nuestras agendas ya de por sí cargadas.
Conciencia, Cuidado, prioridades, flexibilidad, organización: detrás de estas palabras se asoma la "nueva normalidad", y con ella un camino de aprendizaje para construir, entre todos, en el fútbol y en los lugares de trabajo, una cultura quizás más humana y solidaria.
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