Art business: un año con luces y sombras
El mercado del arte se recuperó del impacto que significó la pandemia aunque a nivel local la crisis se siente
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Cierra un año raro, con ventas espectaculares y muchos interrogantes. ¿Qué pasará con el mercado local ante la crisis desatada? ¿Desplazará París a Nueva York como el epicentro global de las ventas? ¿Seguirán las mujeres artistas al tope del ranking? ¿Comprará Louis Vuittton el imperio de Gagosian? ¿Se quedarán los chinos con todo?
En 2023 el mercado se recuperó de la pausa obligada del Covid, volvieron las ferias a ser imanes y vidrieras de lo nuevo, y volvieron los collectors a comprar. Pero la gran noticia, sin dudas, ha sido el regreso de las grandes colecciones a las tarimas de las subastas. Está ahí la cantera de los récords. Una colección le suma valor a la obra de arte. Es la marca en el orillo.
Pasó con las joyas de Wallis Simpson, duquesa de Windsor y con los cuadros de los Patiño, los bolivianos del estaño. Entre ellos el Mata Mua, de Gauguin, comprado por el barón Thyssen, que hoy está en el museo madrileño. Fue la colección del abogado y juez Gustavo Bruzzone la que empinó los precios del arte argentino de los ‘90 a comienzos de la temporada 2023. Una galleta merengada de Di Girolamo se subastó en 20.000 dólares y San Francisco Solano, de Marcelo Pombo, en 130.000 verdes, todo con la habilidad reconocida del martillero Nahuel Ortiz Vidal, para Roldán. No hubo datos del comprador en la noche de gloria, pero dicen los que saben que fue Ariel Aisiks, el más potente coleccionista argentino de los últimos años. Vive en Nueva York.
En la arena internacional fue la colección de Newhouse, dueño de la editorial Condé Nast, la frutilla del postre. Remate “white glove”, quiere decir todo vendido, cucarda para el franco argento André Meyer y US$35 millones para un autorretrato de Bacon. El inglés que reinventó la figuración.
La otra colección estelar fue la de Emily Fisher Landau, extraordinaria coleccionista y filántropa, que atesoraba un Picasso de 1932, el mejor año del malagueño, subastado en US$139 millones. La mujer del reloj, es un retrato de su amada Marie Therése Walter.
Simon de Pury, el martillero más mundano de la actualidad, muy activo en las redes, dice: “All you need is Pablo”. Tiene razón. Picasso marca la diferencia. Es el artista más caro de la historia. En 2023, a medio siglo de su muerte exhibió en su museo del Marais cuadros divinos en compañía de Braque, Matisse y Kuitca.
París le disputa el centro de los negocios a Nueva York, que había conquistado la cima en el siglo XX con Leo Castelli y los expresionistas abstractos. Ahora el poder es de los magnates franceses. Bernard Arnault, el hombre más rico del mundo, dueño del grupo LVMH y del museo sexy del Bois de Boulogne, proyecto de Frank Gehry, mostró allí la mejor retrospectiva de Rothko, el artista sagrado, y fue la muestra del año. Por supuesto sus precios se fueron a las nubes. Rothko no quiso colgar sus cuadros en el Four Seasons de Nueva York, pero sí en la capilla de Houston por pedido de la exquisita coleccionista y millonaria Dominique de Menil.
El otro magnate francés, Francois Pinault, es el mayor accionista de Christies y tiene dos museos en Venecia y la Bourse de Paris, acondicionada por Tadao Ando. Pinaut marca el pulso del arte contemporáneo. Falta saber si los chinos de quedarán con todo. Por ahora se quedan con los Modiglianis. El gigante asiático tiene solo 5% de ricos, lo que supera los 60 millones de almas. Hong Kong es una plaza en alza y tiene, como Paris y Miami, una edición anual de Art Basel. Le siguen de cerca pisando los talones, los artistas, compradores y coleccionistas coreanos. Perrotin ya tiene sucursal el Seúl. Mientras tanto en Buenos Aires, Arte BA pelea por su lugar bajo el sol y Eduardo Costantini prepara nuevo museo en Puertos, desarrollo modelo Nordelta, que tendrá arte autóctono, folk, nativo. Toda una tendencia que veremos expandida en la próxima Biennale de Venecia, celebración de 60 ediciones y la primera con un latinoamericano como director, el querido amigo Adriano Pedrosa. Un exquisito. Las cartas están echadas.
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