Trabajar en el exterior: cuáles son los mitos más difíciles de los argentinos a la hora de emigrar
Entre los argentinos hay ciertos mitos con respecto a las migraciones, sobre todo a la hora de hablar de búsquedas de trabajo en el exterior. En muchos casos, se tienen muy idealizadas las oportunidades laborales afuera, pero no hay datos certeros de que esas opciones sean las mejores. Los miedos, no tener una profesión o no hablar el idioma pueden ser barreras que muchos encuentran cuando piensan en emigrar.
"Un argentino puede trabajar en cualquier parte del mundo. En los lugares menos pensados hay siempre uno", dice Federico Ale. El es argentino y hace seis años vive en Europa. Apenas terminó sus estudios de profesor de educación física viajó a Londres y arrancó trabajando en un restaurante de comida rápida.
Desde chico tuvo el sueño de ir a vivir afuera, y siempre buscó esa meta. Para él, y para muchos otros argentinos que lograron radicarse en el exterior, lo indispensable es tener un objetivo y hacer todo lo posible para alcanzarlo. Hace poco creó su blog llamado "El mundo según Fede" donde vuelca consejos para aquellos que quieren viajar o ir a trabajar fuera del país.
Ahora bien, con tantos casos exitosos de argentinos viviendo en el exterior, hay fantasmas que dan vueltas a la hora de querer emprender un viaje. Estos son cinco mitos falsos que la gran mayoría de los argentinos tiene:
1. Solo se puede migrar si tenes ciudadanía europea
"Es la madre de todos los mitos. Pensar que por tener una ciudadanía europea se resuelve el problema migratorio es erróneo", asegura Andrés Burecovics, fundador de B&P Consulting, y agrega que muchas veces sucede todo lo contrario: los casos exitosos no cuentan con esta documentación.
A su vez comenta que muchas personas eligen destinos por tener la ciudadanía de ese lugar y tienen "mayores fricciones". "Muchas veces, por distintas circunstancias, Europa no es el lugar indicado para emigrar", dice.
"Los que tienen la ciudadanía europea eligen emigrar para escapar de las regulaciones de Argentina y van a países con sistemas tributarios mucho más rígidos y se meten en más problemas", explica.
Mientras tanto asegura que "tener el pasaporte no significa llegar al aeropuerto y que lo esperen con banderas de ofertas laborales". "La situación en Europa es muy complicada, la gente tiene muy idealizado el primer mundo. Hay excepciones, pero no son la regla. La realidad es que irse con el pasaporte garantiza la entrada, pero desde el otro lado es todo más complicado", explica.
Lo mismo dice Ale. Él tiene la ciudadanía y le permitió ingresar a la Unión Europea sin problema, pero cuenta que muchas veces no se logra obtener el trabajo ideal o que uno espera. "Es muy complicado conseguir trabajo hoy en día", explica.
Lucas Britez es de Misiones, tiene 28 años, hace más de dos que vive en España y reconoce que que el 75% de los trabajos que consiguen los argentinos allá son precarios. Él conoce mucho los casos de emigraciones argentinas porque trabaja en un despacho de extranjería y ayuda a argentinos a gestionar todo tipo de trámites para llegar al país. "La ciudadanía te abre mucho las puertas, pero también hay otros mecanismos", dice.
2. Para emigrar hay que ser un profesional universitario
Según lo consultado por LA NACION, es posible emprender un proyecto de vida en el exterior con un diploma de estudios técnicos o con un oficio especializado. Al igual que la ciudadanía, el título universitario no es garantía de nada.
De hecho, Australia, Canadá y Nueva Zelanda son algunos de los países que privilegian la recepción de inmigrantes con estudios y experiencia de trabajo en áreas técnicas. Mecánicos, electricistas, albañiles, plomeros y carpinteros son algunos de los oficios requeridos en diversos países.
"No hay que tener una carrera universitaria. La mayoría piensa que termina de estudiar y puede irse afuera con una beca. Muchas veces se necesita un soldador mucho más que un académico", dice Burecovics y agrega que incluso los profesionales "más educados son los que más fricciones tienen" para conseguir un empleo.
3. Cualquier profesión es buena para emigrar
Dependiendo de la nación seleccionada, hay profesiones que no favorecen la migración o la obtención de un trabajo. Existen ocupaciones protegidas por los colegios profesionales, que ponen más trabas para ejercer en el extranjero, como los abogados o los médicos. Los trámites para homologar los títulos universitarios de estas profesiones son bastante engorrosos.
En cambio, otras profesiones facilitan la emigración, pero en esto influye el contexto. Con los avances de la tecnología, los ingenieros y los profesionales que se dedican a la tecnología son buscados en todas partes del mundo.
Por su parte, Burecovics explicó que hay profesiones que son más rápidas para adaptarse. "Algunas dependen mucho de una cuestión local. Hoy en día tampoco existen las profesiones puras, cada persona es más que un profesional que se dedica a algo por el título que tiene. Es una mezcla de experiencia y de estudios. No hay profesión ideal, pero todas tienen algo para convertir un perfil en interesante. Uno puede complementar una profesión para lograr un perfil único", asegura.
4. Tener un buen trabajo en Argentina significa también tenerlo afuera
"Muchos creen que por ser buenos en su país van a poder ocupar ese rol en el exterior, pero están equivocados. Los trabajos que consiguieron en la Argentina los consiguieron compitiendo con profesionales que no son los mismo con los que van a competir afuera", dice Burecovics.
Según Ale, las personas tienen que estar abiertas a trabajar en cualquier lugar. "Muchas veces se empieza siendo mozo. No está nada mal y se puede vivir con eso. Tenes que estar preparado para hacer lo que sea para después conseguir algo que te guste", dice. Por su parte, Britez asegura que la experiencia es importante, "pero más aún lo que se hace una vez en Europa".
5. Sólo se puede ir a trabajar donde se hable español
Saber y conocer el idioma del país a donde se quiere ir es un punto a favor, pero no debe ser una barrera. "Hay que saber para integrarse rápido, pero si sale una oportunidad no debe impedir en el proceso", dice Burecovics.
Igual así, tanto Ale como Britez aseguraron que existe una competencia laboral con respecto al idioma del país receptor. "Cuando se va sin idiomas al menos es bueno tener un contacto. Sabiendo lo mínimo uno puede ir creciendo. El inglés es la llave de toda puerta", explica Ale y agregó que él consiguió trabajo sabiendo poco del idioma. "Cuesta mucho, no lo voy a negar, pero no es imposible", finalizó.
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