¿Todos tenemos que ser influencers?
Las redes plantean nuevos interrogantes acerca de qué aspectos mostrar de la vida privada y cuáles no
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“Me resulta agobiante, pero si no lo hago siento que me quedo afuera”, me dijo mi dermatóloga en mi última visita refiriéndose a la exposición en redes sociales. La paciente anterior le había mostrado varios videos de Tik Tok e historias de Instagram con consejos y tratamientos sobre los que le quería hacer consultas. El lenguaje lúdico y micro fragmentado, contenidos de menos de un minuto, la actuación, las escenas frenéticas, los chistes, los memes, el desafío viral de moda ¿Todos tenemos que ser influencers para trabajar en la era digital? En lo personal me pesa mucho adaptarme a estos nuevos lenguajes y tener que exponerme para poder mostrar, vender o compartir mi trabajo. Pero ¿tengo que hacerlo u hay otra manera?
“La respuesta es que no, no tenemos que ser todos influencers, sin embargo, tenemos que decidir cómo estar, porque sí o sí te van o googlear para conocerte y elegirte. Y no se pueden encontrar con unas redes abandonadas. Eso no quiere decir que tenés que hacer videos diarios o siguiendo la tendencia, pero tenemos que humanizar nuestros espacios virtuales y decidir cómo voy a usarlos”, explica Daniela Dini, periodista y consultora experta en Marca Personal. En ese cómo hay un abanico enorme de maneras y parte de la responsabilidad de ser profesionales hoy es pensar y diseñar nuestra huella digital, porque, nos guste menos o más. la tenemos. Conocer las diferentes opciones, nos permite habitar lo digital de un modo que nos sea propio y que refleje nuestro estilo. Por ejemplo, yo decido aparecer lo menos posible, pero le doy un protagonismo muy alto a los contenidos que publico y los adapto con una identidad que me permita “conversar” con los lectores a través de ellos sin necesidad de estar todo el tiempo ahí. Y si aparezco, es para dejar algún recorte de mi vida personal que nos acerque y nos permita construir juntos sobre intereses y temas en común.
Dini explica el “Método Iceberg” de Guillem Recolons, experto catalán en el tema, que estratifica nuestra marca personal en tres niveles. El más profundo, ligado al autoconocimiento, en el que identificamos nuestras creencias, habilidades y valores. El siguiente es el de la estrategia, en el que delineamos una hoja de ruta con visión, objetivos, acciones. Y recién ahí, luego de tener como base las dos primeras, llega la tercera etapa ligada a la visibilidad, en la que las redes sociales son solo una de las herramientas para dar a conocer y comunicar eso que hacemos. “En esa visibilidad en redes tengo que mostrar los distintos mundos que me interesan y asignarle una proporcionalidad de acuerdo con lo que quiero alcanzar, pero si solo hablo de lo que quiero vender es como un cubito de hielo en el océano que no se sostiene. Las personas quieren hablar con personas (aunque representen a marcas) para confiar y a partir de ahí construir una interacción”, dice Dini. Así que no hace falta que sigas ensayando el pasito de moda para vender aires acondicionados este verano. Lo que sí hace falta es repasar las bases sobre las que se sostiene esa punta del iceberg para estar alineados.
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